“A mi hijo lo mata el hambre”, dice padre de adolescente zuliano que pesa al menos 11 kilos

“A mi hijo lo mata el hambre”, dice padre de adolescente zuliano que pesa al menos 11 kilos

Foto: La Verdad
Foto: La Verdad

Johan de Jesús Betancourt, de 15 años, permanece con la mirada fijada en el techo de lata de su vivienda, en el sector Bella Orquídea, al oeste de Maracaibo. Pasa sus días casi desnudo para evitar el calor de la habitación. Su delgadez se pierde entre el bojote de sábanas que se hacen necesarias ante la falta de pañales. Agapito Betancourt, su padre, señala que la medida es “necesaria para que no pase el orine al colchón, porque se daña”, reseña La Verdad.

La complexión física de Johan no corresponde a la de un muchacho de su edad. La desnutrición salta a la vista. El pariente calcula que el peso de su “bebé” oscila entre los 10 y 15 kilos. “A mi hijo lo mata el hambre”. El adolescente comparte el rancho con sus padres y dos hermanos menores que él. Visiblemente afectado por su situación económica, que ponía en duda el almuerzo, Agapito, abrió la puerta de su casa a La Verdad para contar cómo viven.

Johana Matos, su madre, tuvo complicaciones de preeclampsia durante el embarazo. Esto provocó que el joven, con apenas dos días de nacido, convulsionara. La situación se repitió un mes más tarde, pero “más fuerte”. A los pocos días fue diagnosticado con hipoxia cerebral, es decir deficiencia en el suministro de oxígeno al cerebro. Un tratamiento para controlar su enfermedad lo dejó ciego. “Él sabe cuándo llego porque le hablo y enseguida me busca con los ojos, pero no me ve. Solo escucha”.





En casa, solo funciona la nevera que está vacía

Johan tiene más de un año sin recibir asistencia médica por falta de recursos. El próximo 13 de septiembre cumplirá 16 años condenado a una cama. Agapito describió su situación como “desesperante”. En la pieza de concreto dividida en dos, lo que sobra, sin embargo, es la fe. En un lado duermen todos divididos en dos camas y en el otro está la cocina con un montón de artefactos dañados que recuerdan a la familia tiempos mejores. “Se me dañó la lavadora, el televisor y el aire. Solo me funciona la nevera, pero se la pasa vacía”.

El padre de Johan reveló la dieta de su hijo mientras lo cargaba fácilmente en sus brazos. “Ahorita lo que come es papilla de auyama o plátano porque no puede comer cosas sólidas. También toma leche, pero hace meses que no sabemos qué es eso”. Para el hombre, quien hasta hace un mes trabajaba como vigilante, “ahora todo es cuesta arriba”. Su madre trabaja como empleada doméstica por día, en diferentes casas. Ella al igual que el resto de la familia bajó considerablemente de peso. “Estamos bregando, comemos lo que podamos conseguir”.

La familia compra medio kilo de arroz en la tienda, con la meta de que dure para dos días, al igual que la harina. “Comemos dos veces apurados. Muchas veces preferimos que coman los niños y nosotros no porque no alcanza”. Los otros dos niños de la pareja, de 10 y 11 años, presentan deficiencia de peso y crecimiento.

En los últimos tres meses cada integrante de la familia ha bajado entre cinco y 12 kilos.

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