Te lo dije González López, por Zair Mundaray

Te lo dije González López, por Zair Mundaray

 

 





Las madres venezolanas son videntes. Nuestra sociedad es esencialmente matriarcal, todos crecimos con la veneración a madres y abuelas como eje esencial de nuestra cultura. Pero una característica de ellas definitivamente nos marcó, y es su posibilidad de anticipar los acontecimientos que nos iban a afectar, desde las situaciones más elementales hasta las de mayor trascendencia.

Santiago no brinques, te vas a caer y te vas a pegar en la cabeza… y ¡Pam! Efectivamente ocurría, acto seguido de las entrañas mismas de la sabiduría venía a nosotros la poderosa frase ¡Te lo dije! Todos podemos recordarlo, está en nuestro ADN, forma parte de nuestra identidad, pero hay algunos que no aprenden, incluso cuando la advertencia es muy obvia.

Desde su designación como Ministro de Interior y Justicia, pude interactuar con el Gustavo González López, desde la posición que ocupé como miembro del Consejo General de Policía, y como director de las investigaciones del Ministerio Público. Sostuvimos conversaciones en las que le advertí sobre la deriva autoritaria y antidemocrática que transitaba el país con su concurso, y como la ley indefectiblemente le alcanzaría de forma implacable.

Hace algunos años, siendo este personaje jefe del Comando de Selvas del Estado Bolívar, estuve en la población de Pijigüaos, lugar donde investigábamos un extraño fenómeno que recién se iniciaba, consistente en el tráfico de unas pequeñas piedras color azulado desde Venezuela hacia Colombia.

En esa oportunidad me hice acompañar de un grupo de geólogos expertos de varias universidades, quienes concluyeron que esas “piedritas” eran una aleación de dos minerales, columbita con tantalita y se denominaba “COLTAN”. Al conocer la naturaleza del hallazgo, González exclamó que esa tierra estaba bendecida, que hasta COLTAN íbamos a explotar; en ese momento, llamé su atención, y le expresé, que ese descubrimiento sería una maldición para el estado Bolívar y para el país entero, pues la minería y sus mafias se iban a apoderar de la zona y que los pueblos indígenas, los ríos y los suelos llevarían la peor parte. Hoy puedo decir: ¡Te lo dije González López!

En otra ocasión, se debatía en el Ministerio de Interior, el problema del hacinamiento de presos en los centros policiales y algunos aspectos relacionados con la reforma policial. Dos asuntos expuse al entonces ministro: Primero que el Ministerio Penitenciario debía encargarse de los privados de libertad con detención preventiva, y que, de no hacerlo, las policías colapsarían y desviarían sus funciones custodiando detenidos; En segundo lugar, nos negamos a la acumulación de funciones por parte de la PNB, a quien se le transfirieron los grupos tácticos, se permitieron grupos de “inteligencia” y “contra bandas”.

Hoy la magnitud del caos que reina en materia de privados de libertad en las policías tanto nacional, como regionales es dantesco, el hacinamiento, muertes por violencia, enfermedades, desnutrición y todo tipo de violaciones a los Derechos Humanos, es un monumento a la desidia. Por otra parte, grupos como el FAES han consolidado su poder y, con ello, las sistemáticas y generalizadas violaciones a los Derechos Humanos que hemos documentado en numerosas investigaciones y que hoy cursan ante la Corte Penal Internacional. Nuevamente puedo decir, ¡Te lo dije González López!

En 2016 junto a un equipo de expertos criminalistas del Ministerio Público, nos dirigimos hasta la población de Tumeremo, lugar en el que sus habitantes denunciaba la ocurrencia de una masacre. Al segundo día de pesquisas llegó al lugar González, con quien sostuve una extraña conversación. Me indicó que parte de las personas a quienes yo buscaba como fallecidos, él los había localizado y estaban vivos en la población de El Dorado, así que perdía mi tiempo con esa línea de investigación. Para el momento, ya teníamos pistas suficientes de que había ocurrido una masacre.

Luego de diez días de investigación intensa, logramos la localización de los cuerpos y la identificación de los autores del hecho. La masacre, tal como lo había informado la comunidad había ocurrido, y aquello que el gobierno negaba, era cierto. ¡Te lo dije González López!

El SEBIN progresivamente devino en un cuerpo represor, sin escrúpulos ni freno institucional alguno. Una estructura confeccionada para la violación de los Derechos Humanos. Los enfrentamientos recrudecieron, se prohibió la entrada a los fiscales, se inició una feroz persecución contra la disidencia política y el pensamiento libre; eso implicó la siembra de evidencias a diversos actores políticos, y “procedimientos policiales” arbitrarios, detenciones ilegales, allanamientos sin orden judicial, en fin, una inmensa gama de desmanes a los derechos y libertades ciudadanas.

Las investigaciones independientes del Ministerio Público detectaron esas constantes, y los fiscales solicitaron la libertad de los detenidos, la nulidad de las actas, y se iniciaron múltiples investigaciones contra funcionarios del SEBIN y especialmente contra su director. Recuerdo la llamada que me hizo González en una oportunidad, reclamando la solicitud de libertad plena a favor de miembros de la oposición venezolana.

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