Guido Sosola: Érase el agua potable y abundante

AME2223.CARACAS (VENEZUELA), 18/04/2019.- Miembros de la Cruz Roja reparten el kit de agua potable que forma parte de la ayuda humanitaria este jueves, en el hospital Carlos J Bello de la Cruz Roja, en Caracas (Venezuela). EFE/ Miguel Gutiérrez

 

Una rápida revisión de la vieja prensa, nos permite constatar que el proceso de urbanización en Venezuela, estimulado y soportado por el petróleo, sinceró y provocó nuevos problemas en la infraestructura y prestación de los servicios básicos. Por mucho que los constructores intentaran garantizarlos en las casas y edificios que reemplazaban las grandes extensiones de tierras otrora cultivables, connotadas las barriadas populares por sus extraordinarias carencias, la ciudad aportaba sus dolencias sistémicas.

Impresiona que no hubiese temporadas de lluvias, sin anegar – por ejemplo – las calles de la Caracas que aún podía celebrar, como lo hizo por varias décadas para darle visado político a Pérez Jiménez, los grandes complejos habitacionales, comerciales y burocráticos, como el Centro Simón Bolívar y los bloques del 2 de Diciembre, luego 23 de Enero. Cuarenta o cincuenta años atrás de la consabida vaguada de 1999, Carmen de Uria había desaparecido del litoral central por entera y autónoma disposición de la naturaleza.





El asunto comenzó a encararse decididamente a partir del segundo gobierno de Betancourt, cuyos mensajes presidenciales – cotejados con los medios que también les fueron adversos – daba cuenta del alcantarillado y otras obras que ganaba la capitales y las principales ciudades del país. Con el tiempo, embalses y represas daban cuenta de la siembra del petróleo, y las dificultades trataban de subsanarse durante los días feriados, pues, la suspensión del servicio de agua era típica de la Semana Santa de los largos puentes vacacionales, progresando en la potabilidad del vital líquido.

Cumplido el programa de Puntofijo, eran otros los retos, pero la satanización de la herencia neutralizó las demandas por mejores servicios. Chávez Frías & Cia., hizo un vulgar populismo del agua, obligado a quejarse de los inmensos desastres del ancien régime, con una obcecación digna de mejores causas, porque no tenían ni les interesaba tener proyectos y soluciones acordes a la novísima centuria en el deliberado esfuerzo de matarnos de hambre y de sed, como ha ocurrido.

Con todas las fallas, érase el agua potable y abundante para quien quisiera ducharse por el tiempo que le diera la gana, a pesar de los consejos sanitarios del timonel de Sabaneta que ya adelantaba la situación de una radical escasez. Nombres, como el de José María De Viana, por citar un caso, nos fueron familiares, recordándolo por las réplicas y contrarréplica que generaba en los medios, como no lo hace hasta el sol de hoy ningún funcionario de Maduro Moros: ahora quedan las grandes cloacas para ver cómo “resolver” el drama.