Julio César Arreaza B.: Sin libertad no hay justicia

Julio César Arreaza B.: Sin libertad no hay justicia

La verdad ha sido dada de baja en estos tiempos líquidos. Sabemos que no hay justica sin libertad. Hace falta un esfuerzo auténtico de comprensión. Ceder ante el mal es pasar a formar parte de él, creyendo que puede convertirse en bien. Hagamos el esfuerzo de comprender y no solo hablar. Los venezolanos jamás renunciaremos a la libertad.

La reinstitucionalización de la justicia es una falacia, confeccionada y ejecutada por una Asamblea Nacional chavista espuria. El diálogo de México no es la vía para lograr la tan aspirada y necesaria independencia y autonomía del poder judicial. Solo será posible luego del cese de la usurpación. De otro modo, se colaborará para limpiarle la imagen al régimen forajido ante la Corte Penal Internacional. Una reforma de mentira continuará garantizando su impunidad y de ninguna manera conduce a la complementariedad.

Sin libertad no hay justicia, así no se puede reconstruir el Estado.





No tenemos justicia sino un conglomerado con prácticas aparentes de democracia, totalmente vacías de contenido y finalidad. El pacto que se busca en México no lo convertirá en en un Estado constitucional. El régimen no tiene base legal e intenta recobrar su legitimidad con este camino infructuoso para el pueblo.

La democracia es un componente de la república, es decir, se expande en ese nicho. Lo que se persigue con esta falaz reforma judicial es engañar a la CPI para garantizar la impunidad de los delitos de lesa humanidad, donde hay una clara responsabilidad de la cadena de mando. Pretenden mostrar que aquí no está pasando nada, que hasta una delegación de Biden acudió a entrevistarse con ellos. Será imposible con el régimen en el poder establecer una reforma estructural del sistema de justicia, se carece de un esfuerzo genuino para una justicia independiente. Una reforma cosmética no mejorará la justicia ni disuadirá a la CPI, al no cumplir para nada con el requisito sine qua non de la complementariedad.

Elevamos las banderas sustantivas de la libertad, son trascendentales al espíritu, no serán tangibles, como las necesidades básicas, pero son muy necesarias para el logro de una vida digna de ser vivida. No deseamos ser esclavos de un pragmatismo que marcha en contravía de la propia vida.

La dignidad y libertad valen más que unos pocos miles de barriles de petróleo. Nuestra sociedad padece un déficit de interioridad. A través de la deshumanización de la persona se pueden cometer atrocidades como la de arrebatarle la dignidad.

La otra aspiración de la vuelta a México es acordarse en unas elecciones presidenciales muy lejanas para 2024, que serían otra vez sin condiciones, con el régimen en el poder, otra treta, otra farsa de la oposición, mejor dicho, de la “opolaboración”, que ya no representa a nadie.

¡Libertad para Javier Tarazona! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!