José Guerra: La Pdvsa de Rafael Ramírez

Bajo la conducción de Rafael Ramírez, PDVSA ha perdido todas sus cualidades como empresa petrolera y se ha convertido en una empresa multipropósitos. Se ha ampliado hasta el límite de su viabilidad los roles de PDVSA, uno de los cuales es ser un centro de activismo político, una especie de gran sede del PSUV. El sectarismo con el cual se maneja la empresa no tiene comparación ni en Venezuela ni el mundo. Nadie cuestiona la función social de una empresa de las dimensiones de PDVSA, pero ello no puede llevarla a asumir funciones que fácilmente puede hacer otras entidades de la Administración Pública. Tal vez sea por la quiebra institucional que existe en Venezuela es que PDVSA se le encarga de tareas totalmente ajenas a su razón de ser.

Esa situación la ha llevado a contraer deudas para poder financiar la ampliación de sus nuevas operaciones, todas ellas ajenas al negocio petrolero. Lo paradójico de todo esto es que la producción petrolera se ha estancado al tiempo que crece exponencialmente la deuda como se visualiza en el gráfico. Nótese que la producción petrolera, medida por el PIB, en 2012 es menor en 5,0% que la producción de 2006 pero en ese mismo lapso, la deuda de PDVSA pasó de US$ 2.914 millones en 2006 a US$ 70.014 millones. En esta última cifra se incluyen US$ 38.480 millones adeudado al BCV. Uno no sabe quien es más irresponsable si la directiva de PDVSA por endeudar a la empresa de esa forma o el Directorio del BCV por imprimir dinero para que PDVSA lo mal gaste.

La regla de oro del endeudamiento consiste en que una empresa o un país se endeudan para acometer inversiones que permitan pagar la deuda que se contrae. Ese no es el caso de PDVSA. Cuando se revisan los prospectos de las emisiones de deuda desde 2007, siempre se ha dicho que los recursos obtenidos del endeudamiento se aplicarían a incrementar el nivel de producción. Eso no ha sucedido. ¿Para qué se ha endeudado PDVSA entonces? Para todo menos para fortalecerse como empresa petrolera. Lo ha hecho para financiar una vorágine de gasto público que para 2013 luce absolutamente inviable, como parte de un proyecto político de vocación claramente totalitario.





En momentos en que los precios del petróleo han alcanzado registros excepcionalmente elevados que para una empresa bien administrada hubiesen implicado superávits en sus operaciones, para PDVSA esos precios siderales han sido insuficientes y en consecuencia ha tenido que concurrir con el sombrero en la mano a solicitar créditos a sus acreedores, entre ellos los chinos y al BCV. El instituto emisor en 2011 y 2012 sirvió de caja chica a la otrora poderosa PDVSA. La empresa es percibida negativamente por los mercados mundiales. En septiembre de 2011 PDVSA colocó US$ 3.000 millones en deuda y tuvo que pagar una tasa de interés de12,75% mientras que ese mismo año la compañía petrolera estatal de Nigeria solicitó un préstamo pagando 6,0% y eso que Venezuela tiene al menos el doble de las reservas petroleras de Nigeria.

PDVSA también le debe a proveedores y a contratistas de Venezuela a quienes no les paga o no les paga a tiempo. Está morosa PDVSA debido a que las expropiaciones de empresas que le prestaban servicio en la Costa Oriental del Lago de Maracaibo no han sido canceladas, tampoco los antiguos socios de la Faja del Orinoco han recibo el pago de al menos US$ 6.000 millones por las estatizaciones. Por esas deudas PDVSA enfrenta varios juicios en cortes y tribunales internacionales. Igualmente, PDVSA es una empresa maula con sus trabajadores a quienes incumple constantemente el contrato colectivo. Y lo peor de todo es la secuencia de accidentes donde muchos trabajadores han perdido la vida. Aquí no se relata esta vez manejos financieros cuestionables y el nepotismo imperante en la empresa. Ya no nada para más la pobre PDVSA en manos de Rafael Ramírez quien la ha exprimido hasta más no poder.