En Tiempo Real: Diosdado y Maduro sueñan con una Guerra Civil por @carlosvalero08

En Tiempo Real: Diosdado y Maduro sueñan con una Guerra Civil por @carlosvalero08

Los herederos administrativos y políticos de Hugo Chávez fueron formados en la conspiración y el engaño. Mientras la mayoría de la humanidad debatía la profundización de la democracia, la preservación del medio ambiente, el nuevo equilibrio entre el Estado, el mercado y la sociedad civil, el papel de la cultura, la ciencia y la tecnología como instrumentos de libertad, en Venezuela un pequeño grupo de resentidos históricos, aferrados con vehemencia irracional al estalinismo más ortodoxo se preparaba para darle un zarpazo a las ideas modernizadoras y llevar a nuestro país unas décadas atrás de la caída del Muro de Berlín.

Desafortunadamente debo reconocer que en cierta medida han logrado que nuestro país retroceda en muchos ámbitos, especialmente en el institucional y en el económico, amén de haber posicionado en una parte minoritaria del país, pero con poder, la noción del exterminio o del conflicto inevitable con los compatriotas que piensen distinto, con el pretexto de que forman parte de la avanzada imperialista que quiere dominar al país.

Maduro entra a la vida pública como fundador del sindicato del Metro de Caracas. Ingresó a la empresa de transporte público no para ganarse la vida o hacer carrera en el noble oficio de conducir un metrobus, sino para contribuir con una conspiración contra el sistema, que tarde o temprano lo llevaría a traicionar a sus superiores y compañeros de oficio. Su desempeño como revolucionario, trabajador y sindicalista ha estado exento de gloria y logros. Sólo un ejemplo: cuentan amigos del pedagógico de Caracas, participantes en el intento de golpe de Estado de febrero del año 1992, que después del fracaso de la intentona, cerca del medio día
salieron de una cueva cerca de Bellas Artes y abordaron exaltados el metrobus en Bellas Artes, con la sorpresa mayúscula de encontrar al camarada Maduro conduciendo la unidad, bañadito y perfumado, sin evidencia alguna de haber estado en el campo de batalla.





Diosdado, quien proviene de una familia de militantes de AD en Monagas, tiene mejor desempeño como oficial del ejército, pero igual pasó su vida entre el engaño y la conspiración. Cuando juró lealtad y defensa a la Constitución, en su fuero interno pensaba que era un camino muy largo y aburrido llegar al poder por la vía del trabajo y la excelencia en la carrera militar. No tengo indicios del pasado estalinista de Cabello, pero es claro que la ambición y falta de ideas modernas lo llevarán a abrazar cualquier dogma que lo sujete al poder. La diferencia entre Maduro y Cabello estriba en que el primero es un castrista dogmático incapaz de aceptar ninguna crítica a la revolución cubana o al socialismo real, mientras que Cabello, cuyas lecturas son desconocidas, es la reencarnación minúscula de Pérez Jiménez o de cualquier gorila militar latinoamericano, envuelto en papel celofán rojo.

El elemento común del dúo heredero del presidente es que ambos necesitan y hacen una apología de la violencia. Están convencidos que en el escenario de la confrontación tienen mayores probabilidades de mantener la herencia de poder y dinero puesta en sus manos. En sus cálculos estratégicos la vía del juego democrático es un camino peligroso. Afortunadamente el contexto nacional e internacional los obligará a transitar el camino electoral.

Ninguno de ellos ha tenido triunfos relevantes en el campo electoral cuando han competido sin la cara de Chávez en el tarjetón electoral. Como ejemplo tenemos la derrota de Diosdado con Capriles o la de Maduro cuando compitió por la presidencia de la CTV.

El dúo de herederos son víctimas y victimarios del culto a la personalidad del jefe. Lo han promovido hasta el infinito porque saben que es la única forma de llegar al lugar que hoy ocupan, pero al mismo tiempo su incapacidad de volar con autonomía es en parte producto del eclipse que ha significado la imagen de Chávez sobre ellos.

Parte de la tragedia venezolana fue descrita por Tulio Hernández, cuando afirmó que la utopía del chavismo es la guerra civil. El diálogo, la construcción colectiva o el reconocimiento del que piensa distinto no entran en la ecuación de control social del dúo de los segundones. Creo que se van a quedar con las ganas. La inmensa mayoría de los venezolanos ha asumido el diálogo, la paz y anteponen a la ambición desmedida de los burócratas que nos gobiernan, la hermandad entre los venezolanos . Los heraldos de la guerra y el odio se quedarán sin destinatario. Más temprano que tarde Venezuela volverá a recorrer el camino de la democracia, el entendimiento social y el progreso en lugar del chantaje social.

Carlos Valero

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