El filme “No”, candidato a un Oscar, se abre camino en todo el mundo

“Muchos recuerdan cómo llegó al poder (el dictador Augusto) Pinochet, pero pocos saben cómo salió. Y yo quería contar la historia de cómo fue derrotado en el plebiscito de 1988 con un mensaje de alegría”, contó el cineasta chileno Pablo Larraín, cuyo filme “No”, vendido ya a más de 50 países, es el único latinoamericano nominado a un Oscar.

Protagonizado por el actor mexicano Gael García Bernal, la cinta, que aspira a la estatuilla dorada en la categoría de Mejor Película Extranjera, sume al espectador en una etapa en que el sangriento dictador parecía intocable.





Bajo la presión internacional, Pinochet se ve obligado a organizar un plebiscito sobre su reelección, y debe abrirle a la oposición un espacio de 15 minutos en la televisión.

Son esos 15 minutos los que centran el filme de Larraín. Bajo la batuta de René Saavedra, un joven publicista al que da vida García Bernal, la campaña publicitaria por el “No” lanza un soplo de alegría y optimismo sobre Chile, y contribuye decisivamente a la derrota del “Sí”. La salida de Pinochet se produjo dos años después.

“Mi motivación no fue hacer un trabajo sobre la memoria, aunque el filme lo es”, señaló Larraín en una entrevista con la AFP en París, antes del estreno de su película, que sale a los teatros de Nueva York y Los Ángeles la semana próxima, y a principios de marzo en toda Europa.

“Lo que quería era contar esa historia fascinante, y rescatar un momento importante para la sociedad chilena”, dijo el cineasta, que creció en los años ’80, bajo la dictadura, que ha examinado ya bajo otros ángulos en sus otros dos largometrajes, “Tony Manero” y “Post Mortem”.

Larraín, que recuerda cómo se sumergió completamente -con su guionista, Pedro Pereira- en esa época, estudiando materiales de archivo y hablando con cientos de personas, filmó en un soporte de vídeo de baja definición.

Utilizar el “U-matic 3/4” que se usaba “a fines de la década de los 80 permitió que la textura y los colores de los documentos de la televisión chilena de ese entonces se confundan con las escenas de ficción”, explicó.

La película ya se estrenó en Chile. “Se dijo absolutamente todo lo que se puede decir de una película, y no dejó muy contento a ningún sector político”, comentó.

“Cada sector pide que la ficción legitime una perspectiva, una opinión determinada de los hechos. Pero esta película no es más que un acto subjetivo. No está diseñada para dar clases de historia, ni es un tratado de época. No busca esclarecer la verdad histórica, sólo hace una reflexión a partir de un punto de vista humano, subjetivo”, subrayó.

En su opinión, el problema que marca, divide y lastima a la sociedad chilena es el de la impunidad.

“Creo que el gran problema en Chile es que no ha habido justicia. Pinochet murió libre, y la mayoría de torturadores y asesinos están libres. Y eso no permite que esa herida se cierre y que se siga avanzando”, observó el cineasta de 36 años.

Larraín, que tuvo la idea de esta película cuando cayó en sus manos “El Plebiscito”, una pequeña pieza sin estrenar del chileno Antonio Skármeta, dice que no tiene puesta la mirada en la velada de los Oscar, el 24 de febrero próximo, en la que su filme concursa contra “Amor”, de Michael Haneke, que conquistó la Palma de Oro en el pasado Festival de Cannes, entre otras cintas.

“Lo que es cierto es que esta candidatura al Oscar ayuda a que se conozca la película, y que se hable en el mundo del cine chileno, que está viviendo un gran momento”, señaló.

“Estos son grandes días para el cine chileno, porque hay muchos cineastas muy valiosos, que están haciendo un cine de gran calidad y diversidad: comedias, películas de horror, de acción, dramas familiares, políticos, sociales. Y esto se refleja en los grandes festivales internacionales, donde la presencia chilena es cada vez más fuerte”.

“Yo me siento muy orgulloso de ser parte de esa generación”, concluyó Larraín, que está filmando en Chile una serie para el canal de televisión HBO, “Prófugos”.

Por Ana Maria ECHEVERRIA

AFP