En Tiempo Real: La devaluación bendita de Maduro, por @carlosvalero08

Si algo hay que reconocerle al proceso liderado por Hugo Chávez es que no pierde la capacidad de asombrar a la opinión pública, bien sea por sus actuaciones poco ortodoxas en el ejercicio del gobierno, es decir por el fondo de sus políticas públicas o por las explicaciones alucinantes de las mismas. Lo último es tratar de venderle al pueblo la devaluación como una bendición divina surgida en las mentes brillantes e iluminadas de Merentes y Giordani para salvar al pueblo del ataque económico del imperio contra la patria.  Para Maduro y su pandilla, el paquetazo rojo es una herramienta antiimperialista cargada de amor revolucionario.

Ayer, al escuchar las declaraciones de los voceros oficiales, me pregunté qué hubiera ocurrido si Churchill, frente a los rigores de la guerra, en lugar de haber ofrecido sangre, sudor y lágrimas, hubiera manipulado la realidad usando un eufemismo tipo Maduro, ofreciendo carrozas nazis o caramelos de pólvora. Engañar al pueblo frente a acontecimientos que lo van a empobrecer es una canallada institucional que suele pasar facturas muy costosas sociales y políticas.

Maduro y su pandilla tratan de ocultarle al pueblo las causas reales de la devaluación y el verdadero impacto en los precios, así como las consecuencias devastadoras en la pérdida en el patrimonio de todos los que tenemos nuestros activos en bolívares fuertes. La cultura autoritaria de izquierda o de derecha tiene una fuerte tendencia a cosificar al pueblo, a creer que son sujeto pasivo del aparato de propaganda oficial y que éste justificará y apoyará cualquier desmán o medida que se cometa en su contra, siempre que esté bien explicada y que se le atribuya a los enemigos externos del gobierno.





Las causas reales de la devaluación, en medio de una bonanza económica sin precedentes, con el promedio del barril de petróleo por encima de los 105 dólares se debe al fracaso de un modelo económico que intenta prescindir de la iniciativa y el emprendimiento privado para concentrar todo el poder y los recursos en el Estado. A esto se suma la política de internacionalización de la revolución, que en la práctica nos lleva a mantener al gobierno de los Castro, subsidiar la gasolina a China y a los países aliados y emprender proyectos faraónicos para los gobiernos amigos. Las transferencias de ingentes cantidades de recursos provenientes de la renta petrolera por razones ideológicas ha adelantado el desmoronamiento del modelo de gestión chavista. Eso es lo que intenta ocultar el gobierno cuando afirma que la devaluación se hizo para proteger el bolívar.

Hasta ahora no se han producido protestas generalizadas o grandes movilizaciones en contra de la nueva política económica del gobierno de Maduro, sin embargo el malestar social se manifiesta todos los días, inclusive  en medio de las festividades carnestolendas. Llama poderosamente la atención los destrozos y disturbios en las instalaciones del Metro el martes de carnaval, o la protesta de pacientes en el Hospital de Lídice, así como la pequeña batalla que se libra día a día entre motorizados y conductores. En Venezuela se vive una tensa calma y a medida que comiencen a arreciar los efectos del paquetazo rojo, el descontento social irá aumentando paulatinamente hasta pulverizar el precario liderazgo de Maduro y su pandilla. En este contexto el silencio de Diosdado Cabello en torno a las medidas es muy escandaloso.

Desafortunadamente para la élite gobernante, el pueblo no es una cosa y la gente va al mercado y compra bienes y servicios. El gran error del gobierno es creer que la gente que vota por ellos lo hace por razones ideológicas antiimperialista o por una conciencia de clases. Para el venezolano que vota rojo, el socialismo del siglo XXI es redistribución de la renta petrolera, nunca sacrificio, escasez o inflación. Con el paquetazo rojo, se devaluó la moneda, pero también el gobierno y el liderazgo de Maduro y su pandilla.

Carlos Valero