Maduro, el elegido de Chávez

La última cadena de Chávez

Nicolás Maduro, el ex chofer de autobuses que en poco años llegó a ser uno de los políticos más poderosos de Venezuela, anunció al mundo la muerte Hugo Chávez. Ahora quedó al frente del país con el reto de prolongar la “revolución socialista” y hacer realidad el sueño de su mentor, reseña Reuters.

El corpulento vicepresidente venezolano, de gentil personalidad y reposado discurso, fue ungido por el mismo Chávez como su heredero político meses atrás.

Pero tanto Maduro como muchos en el “chavismo” -un heterogéneo movimiento en el que conviven comunistas, líderes militares y grupos de choque armados- saben que no es fácil meterse en los zapatos de Chávez, un carismático líder que mantuvo encantado a millones de venezolanos durante 14 años.





“Nos ha dejado tremenda tarea, ninguno de nosotros es Chávez, somos hijos de él, sus seguidores, militantes de su causa. Pero todos juntos podemos llegar a lo que él ha significado”, dijo Maduro recientemente.

Su gran reto es mantener al oficialismo unido de cara a las elecciones que deberán convocarse en los próximos días y hacer cumplir la orden de Chávez.

“Mi opinión firme, plena, como la luna llena, irrevocable, absoluta, total, es que en ese escenario que obligaría a convocar de nuevo a elecciones presidenciales, ustedes elijan a Nicolás Maduro como presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Yo se los pido”, dijo un consternado Chávez en diciembre antes de viajar a La Habana para su última cirugía.

La decisión de Chávez tuvo quizás la intención de reflejar el sueño socialista de un trabajador que llega al poder.

Maduro, que tiene título de bachillerato, fue conductor de autobuses de Caracas, sindicalista y militante chavista de primera hora.

A comienzos de la década de 1990, él y su pareja, la actual procuradora general Cilia Flores, salieron a las calles de Caracas para pedir la libertad de Chávez, encarcelado tras un fallido golpe de Estado.

Maduro, que a diferencia de Chávez no logra dar largos discursos sin comenzar a perder su voz, formó además parte de la Asamblea Constituyente que redactó una nueva carta magna y llegó a convertirse en presidente del Parlamento.

En octubre del 2012, tras ganar una nueva reelección, Chávez puso a Maduro en la cúpula al nombrarlo vicepresidente. “Nicolás era conductor de autobús (…) y cómo se burla de él la burguesía por eso”, dijo Chávez en aquella oportunidad.

Con su tupido bigote y sus amplias guayaberas, Maduro luce más afable pero menos articulado que Chávez. A la hora de dar discursos también queda en desventaja frente a Diosdado Cabello, el jefe de la Asamblea visto también por muchos observadores como un eventual sucesor.

“Maduro encarna la cultura del venezolano, es fraterno, simpático. Es un genuino hombre de su pueblo”, comentó Ramón Torres Galarza, embajador ecuatoriano en Caracas.

Sus adversarios critican su poca preparación formal y una carrera política que, dicen, se aceleró gracias a su fidelidad a Chávez más que a su capacidad.

Maduro, sin embargo, ganó roce internacional tras ser nombrado ministro de Relaciones Exteriores, donde ayudó a Chávez a estrechar lazos con países vistos como enemigos de Estados Unidos.

Impulsó acuerdos bilaterales con China, Rusia, Bielorrusia e Irán mientras mantenía la retórica socialista contra Estados Unidos, el enemigo número uno de Chávez.

El martes, horas antes de anunciar la muerte de quien era su jefe, Maduro dio una clara señal de que mantendrá esa línea al denunciar que el cáncer de Chávez había sido causado por un “ataque” de sus enemigos.

Pero el vicepresidente sabe que nadie podrá hacer el trabajo solo, como lo hacía Chávez.

“Solo juntos somos Chávez, solo juntos podemos garantizar el futuro de esta patria”.

Por Mario Naranjo/Reporte adicional de Ana Isabel Martínez; Editado Gabriela Donoso y Esteban Israel