Rafael Muci-Mendoza: Elogio de Anubis…

En Egipto, Anubis era el Dios del Averno y del Embalsamamiento; además, encargado de guiar los espíritus a Duat, el “inframundo” y de allí, llevarlos ante el tribunal de Osiris, donde vigilaba el fiel de una balanza. En uno de los platillos se colocaba el corazón del difunto como símbolo de sus actos pasados, su conciencia y moralidad, y en el otro, la pluma de Maat, como símbolo de la verdad, la justicia y la armonía universal. Un jurado le inquiría sobre su conducta pasada y en razón de las respuestas, el corazón aumentaba o disminuía de peso. Sobre esa base, Osiris dictaba sentencia y Thoth, el Dios Escribano, la registraba: Si era liviano como la pluma viviría eternamente en el paraíso; en caso opuesto, sería arrojado a Ammit, ser devorador de muertos…

Misia Moral Revolucionaria existió siglos después, pero vivió en su antítesis: la deshonra. Su vida se desgranó y extinguió sin honor, con más pena que gloria al entregar la patria de sus padres a otra extraña y contaminada de interés, odio y sangre; su existencia fue dedicada a imaginar frente al espejo epopeyas jamás realizadas, dejando una biografía tejida con hilos de derroche, rendición y daño; así, que mirando desde la distancia observó el erial en que su patria devino, no otra cosa que muerte en vida y vida en muerte; no hubo lugar para arrepentimiento… Sus nobles hijos la vieron fallecer luego que apoyaran un largo tormento, y aún muerta, deudos y seguidores no la dejaron morir; todos confundidos ante los restos momificados, no sabían qué, ni cómo hacer, su inmadurez personal y política sólo permitía una mentira continuada.

El corazón de Moral pesó demasiado; Ammit, situado bajo la balanza de Osiris, abiertas sus fauces de cocodrilo acabó con su inútil existencia quedando sólo el amargo sabor del recuerdo. 





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