Richard Casanova: El problema de la legitimidad

Richard Casanova: El problema de la legitimidad

Según encuestas recientes, casi 75% de la población piensa que Henrique Capriles ganó las elecciones. Además por distintas vías constatamos que ni siquiera sectores habitualmente oficialistas creen que su candidato haya ganado. Siendo una carencia de origen, la condición de ilegítimo de quien hoy ocupa la silla de Miraflores pudiera ser un resultado irreversible.

Nunca un Presidente de la AN u otra “autoridad” tuvo que amenazar a otros para que se reconociera a Hugo Chávez como Presidente. Nada más elocuente de la crisis de legitimidad del gobierno. A Chávez se le hizo una férrea oposición y se cuestionó con contundencia sus fracasadas políticas y la corrupción del gobierno pero jamás se desconoció su condición de Presidente, ni la autoridad que de ella se deriva.





La legitimidad del poder está asociada al reconocimiento voluntario de la autoridad, en consecuencia cuando se recurre a la coacción o al uso de la fuerza, estamos ante un gobierno ilegítimo. Desde esta perspectiva, las amenazas y ese despliegue de violencia del gobiernito de Nicolás solo confirman su ilegitimidad, problema que no resuelve con el pronunciamiento de unas instituciones desacreditadas, que nadie valora como imparciales y que lograron subsistir -hasta ahora- gracias a la legitimidad del Presidente Chávez. Hoy esas “instituciones” pueden ser arrastradas por la crisis política. Sin duda, una actuación desproporcionada de los Poderes Públicos sumiría al régimen en una severa crisis institucional.

En las monarquías, la legitimidad puede ser por consanguinidad: El Príncipe es reconocido como autoridad por ser hijo del Rey. Pero en Venezuela no existe monarquía y ni Chávez era Rey, ni Nicolás era su hijo. En otros tiempos y otras culturas, la legitimidad provenía de los dioses, las tradiciones o de la heroicidad de sus guerreros.

En la democracia -como hasta ahora es el caso venezolano- la principal fuente de legitimidad reside en el pueblo, es decir, será ilegítimo quien ejerza el poder sin el reconocimiento de la población. De manera que si no hay elecciones limpias, ni las autoridades electorales ofrecen suficientes garantías de transparencia, nadie reconoce realmente a esa autoridad y ello conduce progresivamente a una situación de ingobernabilidad.

O sea, nadie logra gobernar en tales condiciones aunque quizás pueda mantenerse -por un tiempo- en el poder, gracias a la legalidad otorgada por la manipulación institucional (CNE-TSJ), a la coacción o violencia. Si eso ocurriera, es previsible una profundización de la crisis política y con seguridad la agudización de la delicada situación social y económica que ya hoy vive la Nación. No importa lo que haga Nicolás por mantenerse en el poder, no podrá gobernar. Serian impredecibles las consecuencias de prolongar excesivamente esta crisis de legitimidad, ya entramos en una fase preliminar de ingobernabilidad del país. Hoy más que nunca, Venezuela necesita un liderazgo responsable.

Twitter: @richcasanova

(*) Dirigente Nacional – Avanzada Progresista // Vicepresidente ANR del CIV.