Hernán Castillo: Entre la tiranía y la libertad

Comienzo a escribir esta nota después de ver por televisión las brutales agresiones físicas de que fue objeto, en la propia sala de sesiones del Palacio Legislativo, la fracción parlamentaria de los diputados de oposición. Vimos la sangrante cara de Julio Borges, María Corina Machado pateada en el piso con el tabique nasal fracturado, Ismael García, Eduardo Gómez Sigala y otros diputados también golpeados. Ya antes, a William Dávila en plena sesión le lanzaron un micrófono que casi le saca un ojo. Pero la violencia del régimen no se ha limitado a los parlamentarios de oposición; luego del desconocimiento de Henrique Capriles de los resultados electorales y de la solicitud de una auditoría completa, la lista de hechos de sangre y represión en el país y contra todos los sectores opositores, es significativa.

Ante las graves irregularidades que afectan la victoria de Capriles y la negativa del Consejo Nacional Electoral a realizar una auditoría completa, que le asignan a Maduro una fraudulenta ventaja, la elección presidencial será impugnada ante el Tribunal Supremo de Justicia.

La crisis parlamentaria se desencadena cuando el teniente Diosdado Cabello, Presidente del Parlamento, les niega el derecho de palabra a los diputados que no reconocen el triunfo de Nicolás Maduro como Presidente de la República. El teniente Cabello ignora que los diputados son representantes del pueblo, que no están sujetos a instrucciones de nadie, sino al mandato de su conciencia.





Negarle el derecho de palabra y agredir físicamente a los diputados opositores es una práctica terrorista, dirigida a eliminar el símbolo insignia que constituye el Parlamento como “caja de resonancia” de la sociedad democrática. El oficialismo ejerce un control totalitario de los Poderes Públicos del Estado y amenaza y reprime a todos aquellos que se le oponen. El Parlamento era uno de los estrechos resquicios institucionales de libertad de expresión que quedaba en Venezuela; su cierre definitivo es vital para avanzar en el establecimiento de la tiranía del Socialismo del siglo XXI.

Venezuela no fue invitada a la VII Reunión de Cancilleres de las naciones democráticas, celebrada en Mongolia a finales de abril pasado; y se agrega conjuntamente con Siria, Zimbabue, Bielorrusia, Corea del Norte, Nicaragua y Cuba, al grupo de países que tienen las peores tiranías del mundo.

Sin embargo, hemos logrado lo que parecía imposible; somos mayoría, ganamos las elecciones presidenciales y nos la robaron. Sí Maduro se supiera seguro ganador se hubiera hecho el reconteo de los votos, pero sabe que perdió y no lo quiere reconocer. En conclusión, en Venezuela estamos entre el final de un gobierno de vocación tiránica y los inicios del restablecimiento pleno de las libertades civiles. Tenemos que seguir resistiendo como lo hemos hecho hasta ahora, el final de esta larga lucha de dolor y sacrifico del pueblo venezolano, cada vez más se acerca.

 

@CastilloHernan

Prof. Hernán Castillo, Ph.D.
Universidad Simón Bolívar USB
Caracas-Venezuela