En Tiempo Real: Comprando legitimidad con cheques de goma por @carlosvalero08

El 14 de abril Venezuela se produjo un cambio político radical en Venezuela y en la medida que Nicolás muestra al mundo su desempeño como gobernante profundiza y acelera estos cambios. Desde que asumió el poder, a principios de diciembre del 2012, no ha desarrollado una sola propuesta original, ha actuado en forma errática, tomando decisiones por aproximaciones sucesivas, por ensayo y error lo que ha llevado al país al borde de la mayor crisis de abastecimiento en nuestra historia contemporánea, sumado a un proceso inflacionario que conservadoramente colocará la inflación a final de año en torno al 40 por ciento.

La conducta de Cabello y Nicolás indica que ellos no han asumido o se niegan a ver la dimensión de la crisis que atraviesa el país. Por un lado, Nicolás busca desesperadamente la legitimidad que el pueblo le negó el 14A, mientras que Cabello, como presidente de la Asamblea Nacional y jefe indiscutible del PSUV, sabotea y obstaculiza el trabajo del primero. La política de Cabello parece estar dirigida a ahondar la sombra de ilegitimidad que cubre y acompaña a Maduro por todos lados.

El gobierno en estas tres semanas ha tomado tres decisiones relevantes: culpar a los venezolanos y al tío político de Nicolás, Argenis Chávez, de la crisis eléctrica, como una forma de ir preparando al país para el paquetazo eléctrico, que implicará multas, recortes y aumento de tarifas. La otra medida es aplicar el “gobierno de calle” para intentar detener la velocidad de caída que experimenta la popularidad de Maduro y de su gobierno, y en tercer lugar deciden ir al exterior a comprar legitimidad sin los recursos económicos para pagar el favor de ser reconocido internacionalmente.





Cual aventureros en búsqueda del dorado, los enchufados buscan desesperadamente legitimidad. El problema que tiene el señor Maduro es que el gobierno gastó tanto dinero en 2011 y 2012 para poder llegar al 7 de octubre con una ilusión de bonanza y bienestar construida sobre millones de petrodólares, que la caja está vacía. El déficit fiscal es gigantesco, todas las empresas estatizadas por la vía de la expropiación o la compra están produciendo pérdidas y se convirtieron en un peso muerto sobre el presupuesto público y con PDVSA está ocurriendo algo similar a la muerte de la gallinita de los huevos de oro.

Nicolás por un lado pide fiao a los presidentes del Mercosur, el Alba y del Caribe, pero a Cuba le paga en efectivo firmando un convenio por 2 mil millones de dólares. En su desespero prefiere asegurar pagando de contado el apoyo de los Castro, que en su lógica de prisionero ideológico le garantiza seguridad, prácticas de control social y un lugar apartado de la legalidad internacional por si acaso le toca correr el algún momento, mientras que a los otros les habla del flexibilizar las enormes acreencias que ya poseen con la República, pero sin garantizarles nuevos desembolsos. Este trato diferenciado más temprano que tarde comenzará a salirle caro, debido a que Cristina, Dilma, Evo o Correa por mencionar sólo algunos, le van a reprochar que a Cuba le paguen en dólares y a ellos en promesas.

En términos aeronáuticos el gobierno de Nicolás se encuentra en barrena, la evidencia de la trampa del 14 de abril y la conducta dictatorial de Cabello han debilitado al extremo su posición en el mundo y esto ocurre en medio de una crisis en las finanzas públicas que resta eficacia a la petro chequera. Ahora en los foros internacionales en lugar de un líder carismático y con los bolsillos llenos, como lo era Hugo Chávez, al margen de su desempeño anti democrático, los presidentes tienen que recibir un personaje gris, sin ideas claras y limpio. Si en algún escenario queda claro el viejo refrán de que “amor con hambre no dura” es en la política y más aún en la política internacional. Así que señores del gobierno, en lugar de seguir perdiendo tiempo con pañitos calientes o repartiendo golpes, deberían permitir que se realice una auditoría seria, llamar al país entero al diálogo y a la reconstrucción de la patria y dejar de ser el enemigo público número uno de la democracia, el progreso y la decencia.

Caros Valero

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