En Tiempo Real. Presidente de China: Trinidad sí, Venezuela no por @carlosvalero08

Trinidad y Tobago se encuentran a escasos 11 kilómetros de las costas de Venezuela, lo que representa aproximadamente la misma distancia que existe entre Petare y Chacaíto, ahí se encuentra desde el viernes y para una visita de tres días el flamante presidente de China, Xi Jinping, luego irá a Costa Rica, México y los EEUU. Llama la atención que siendo Venezuela un productor de petróleo y gas natural, el presidente del gigante asiático no se haya tomado el tiempo de recorrer como mínimo esos 11 kilómetros y visitar a su “aliado estratégico” y según dicen ellos, amigos Nicolás Maduro y Diosdado Cabello.

Creo que la frase que mejor resume en estos momentos la razón por la cual no viene al país se la leí a @ssemtei cuando afirmó en un tuit: “Xi Jimping presidente chino en gira en Centroamérica (Trinidad, Costa Rica, México) y luego USA. Para Venezuela mandan cobradores. ¿Qué hay Maduro?”. El humor negro de Semtei coloca el punto sobre la i, al describir el lamentable papel al cual hemos sido relegados en el mundo global, gracias a la “diplomacia tapa amarilla de los enchufados”.

¿Qué diferencia existe entre Trinidad y Tobago y Venezuela para que el poderoso presidente Chino pase tres días en ese país y ni una hora en Venezuela? La respuesta es sencilla, en Trinidad hay un gobierno serio que se preocupa por el desarrollo del gas y de fuentes limpias de energía, mientras que acá estamos importando gasolina y nuestra industria petrolera se encuentra fuertemente comprometida debido a la intromisión de la política partidista y a la falta de gerencia e innovación. La luna de miel de Venezuela con la comunidad internacional está llegando a su fin debido a la desaparición física de Chávez que compensaba con su carisma y simpatía el déficit de productos exportables distintos al petróleo y a la sombra de ilegitimidad que acompaña a Nicolás Maduro a cualquier lugar donde va.





El gobierno cree que las relaciones internacionales modernas se mueven por los códigos de la guerra fría donde los países se alineaban con los EEUU y sus aliados o con la Unión Soviética y sus países satélites. Las relaciones internacionales son cada día mucho más pragmáticas y enfocadas en las relaciones económicas y en la cooperación científica y técnica, y se basan mucho menos en gríngolas ideológicas. Los países que siguen atados a las taras del antiimperialismo y de la internacionalización de las revoluciones marxistas son muy pocos y lamentablemente para nosotros, Venezuela es uno de ellos, junto a Cuba y Bolivia, ya que el resto del mundo se ha dado cuenta de que todas las economías que han seguido ese modelo hoy están sumergidas en serios problemas de desarrollo.

Todos nuestros vecinos han escogido un camino de equilibrio entre el mercado y el Estado, tratando de profundizar la democracia y mantener una política exterior centrada en el desarrollo económico. Brasil, Guyana, Trinidad y Tobago, las islas de las Antillas y por supuesto Colombia. Este último país merece una mención especial por el hecho de que entre ambos países existe una frontera viva con un enorme intercambio comercial y humano. Colombia en estos últimos años ha dado pasos agigantados hacia el desarrollo y la estabilidad política, al extremo de que sus ciudades, en el pasado altamente peligrosas y con altísimos índices de criminalidad, hoy muestran niveles de seguridad muy superiores al nuestro. Tienen además un aparato productivo orientado a la exportación y han desarrollada la infraestructura vial y de servicios a unos niveles que le permiten hacer del turismo una oferta atractiva para turistas de todo el mundo. Además la alianza del pacifico los conecta con los mercado asiáticos y con los países de mayor crecimiento en América Latina exceptuando Brasil. Colombia además se encuentra a punto de formar parte de la OTAN. Es triste admitirlo, pero mientras nuestros vecinos están a punto de jugar en las grandes ligas, nosotros descendemos de categoría día a día.

Nuestro país no tiene porque encontrarse en una situación internacional tan lamentable y es por ello que debemos intensificar la lucha democrática y la defensa de las universidades, la innovación y el desarrollo tecnológico. Cada año que pasan los enchufados en Miraflores nuestro país retrocede por lo menos diez en términos de desarrollo y capacidades técnicas, lo cual se hace insostenible. Mientras los enchufados estén mandando debemos denunciar el atraso civilizatorio en el cual nos han metido y articular esfuerzos entre los distintos sectores para seguir promoviendo la innovación y el desarrollo científico y tecnológico. No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista.

Carlos Valero

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