Por estas razones deberías grabar videos eróticos con tu pareja

Por estas razones deberías grabar videos eróticos con tu pareja

El caso del vídeo erótico de la concejal Olvido Hormigos, cuya difusión pública provocó una polémica y abrió un expediente judicial, nos ha llevado a preguntarnos a qué obedece el deseo de muchas personas y parejas de grabarse durante el acto sexual o en situaciones eróticas. Analizamos los motivos.

Hace ya varios años todos vamos con una o dos cámaras por la vida, una en el teléfono por supuesto. Pero, además, en el ordenador tenemos otra con toda seguridad. A estas alturas, los que hayan caído en la tentación del Ipad 2, tendrán un par de ellas, y así. La mayoría de los adolescentes nunca han vivido sin llevar una cámara encima las 24 horas. Vamos, ni se les ocurriría la posibilidad de tener un móvil sin cámara (dos de cada tres adolescentes tienen teléfono móvil, en la mayoría de los casos un terminal de altas prestaciones, dice un informe del Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación INTECO).





Si ahora se acumulan más bits que nunca de grabaciones privadas y hasta privadísimas es porque podemos, porque se ha democratizado una tecnología que nos permite ir dejando constancia de todos y cada uno de nuestros actos, de los públicos y hasta de los más íntimo si así lo deseamos. Parece obvio, y lo es, pero hace apenas diez años grabar un vídeo suponía todo un montaje y un alarde de dominio tecnológico.

Estamos obsesionados por crear (y publicar) contenidos

Un investigador de la Universidad de Stanford, el profesor Clifford Nass, sostiene que la obsesión del hombre moderno es crear contenidos y lanzarlos a la red. Todos tenemos algo que decir o que enseñar, y en esta carrera por ver quién publica más y mejor, la competencia es dura. Para hacerse con una milésima parte de la atención del personal y conseguir un minuto de gloria hay que apostar fuerte. Los contenidos sexuales casi siempre triunfan. Y no es que el propósito sea siempre que nuestro vídeo se haga público (aunque hay quién los cuelga en Youtube con clara vocación de luchar por el efímero éxito en Internet), pero aún cuando grabamos un vídeo para un único destinatario sabemos que esa persona también será difícil de impresionar porque está sobre expuesta a los estímulos de la red.

Deseamos gustar

Todos queremos gustar. Es un deseo universal. Hemos sobrevivido a años de culto al cuerpo, a horas de gimnasio. Inversiones más o menos importantes en depilaciones varias, tatuajes, morenos. Parece normal que todo esto haya que enseñarlo. Los que han intentado grabarse a sí mismos o hacerse auto fotos saben que las cámaras las carga el diablo. No hay manera de parar de experimentar hasta conseguir la mejor versión de nosotros mismos. Después de tanto esfuerzo y producción, necesitamos que alguien juzgue nuestro trabajo.

Suponemos que todos lo hacen

Un informe del Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación (Inteco) publicado en noviembre de 2011 asegura que 1,5% de los menores de 10 a 16 años envía mensajes con imágenes incluidas de contenido erótico o sexual. Mientras que un 4,3% las recibe. Entre los adultos, un 42,8% de las personas de 18 a 24 años declaró en una encuesta de la Universidad de Michigan que compartía contenidos íntimos. Así que para quién esté en el mercado de la seducción, se trata de luchar en igualdad de condiciones y compartir imágenes de alto voltaje.

Se nos ha dicho que: “los hombres necesitan estímulos visuales y están sobre expuestos a la pornografía”

Esto lo hemos leído en cientos de libros y artículos de sexo. Si no es una afirmación cierta, animamos a los aludidos a que nos saquen del error. Si convenimos que ellos están sobre expuestos a la pornografía, habrá que montarse un estudio en casa para estar a la altura. A más de un sexólogo le hemos oído decir que el hecho de que el primer contacto con el sexo que tienen muchos chicos sea a través de la pornografía eleva sus expectativas de un modo tal que muchos aspiran a tener unos penes de unas dimensiones poco reales o un desempeño sexual de una duración poco probable. Del otro lado, hay muchas chicas jugando a ser actrices porno.

Las parejas de largo recorrido necesitan fantasía

Otro de los perfiles que comparten sus intimidades a través de vídeos son precisamente los que ya llevan mucho recorrido como pareja. Una vez que se acostumbran uno al otro, necesitan de vez en cuando ir más allá para mantener la chispa. Es, sin duda, una buena causa.

Los peligros de ir dejando nuestras pasiones grabadas en vídeos que enviamos a otras personas son dos. Por un lado, el amor, en muchos casos se acaba, desafortunadamente, no siempre de buenas maneras. Según los expertos, la mayoría de las veces quien difunde el material privado es una expareja despechada. El modus operandi consiste en colgar el vídeo en las redes sociales o en páginas especializadas en este tipo de contenidos.

El otro peligro tiene que ver con la naturaleza de la propia tecnología que nos ayuda a convertirnos en ‘vouyeurs’ de nosotros mismos. Nunca habíamos tenido a mano una herramienta tan potente para difundir, con o sin nuestro consentimiento, un contenido por el mundo en tan poco tiempo. En este momento transitamos de un momento naif, de enamoramiento de la tecnología social, a otro de desconfianza absoluta hacia las redes sociales. Después del bandazo, probablemente llegaremos al punto medio, la prudencia. Seguiremos grabando pero compartiremos con menos alegría.

Mujerhoy