Latinoamericanos se vuelcan en recibir al papa Francisco en Brasil

Latinoamericanos se vuelcan en recibir al papa Francisco en Brasil

 

La llegada a Brasil el lunes del primer Papa latinoamericano, Francisco, ha atraído a miles de jóvenes de la región, que estaban presentes hoy con sus banderas en las calles de Río de Janeiro, con el deseo de ver a un Pontífice que consideran que está más cercano a su realidad.





“Es una bendición para nosotros los latinos. Nos ayuda a tener más fe, porque conoce la realidad del continente”, dijo a Efe Simón Romero, un joven de 19 años que llegó esta semana de Venezuela junto con otros peregrinos de su parroquia.

César Muñoz Acebes/ EFE

Fotos EFE

Las autoridades afirman que cerca de dos millones de personas podrían participar en los actos de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que es el motivo de la visita del Papa a Brasil la próxima semana.

Entre los peregrinos registrados, los mayores números vienen de Brasil, Argentina, Estados Unidos y Chile, con importante presencia de otros países latinoamericanos, de acuerdo con la organización.

Además de la cercanía geográfica, muchos han hecho un esfuerzo por venir para conocer en persona a un Papa que dedicará su primer viaje al extranjero a visitar el continente en el que nació.

Fabio Augusto Garcez, un voluntario carioca de 28 años, cree que por su experiencia en América Latina “puede hacer que la Iglesia esté más cercana a su pueblo”.

Garcez citó como prueba de ello el cambio de su itinerario del próximo lunes, puesto que el Pontífice hará un paseo en papamóvil por el centro de la ciudad no previsto inicialmente, antes de la ceremonia de bienvenida con autoridades de Brasil en el Palacio de Guanabara.

Paulo Vinicius Costa Ferreira, otro voluntario de 22 años, destacó la “humildad” del papa Francisco y su conocimiento de los problemas de las personas comunes en América Latina.

Ambos voluntarios acudieron hoy a la playa de Copacabana, donde trabajadores daban los últimos detalles al vía crucis y al enorme altar donde Francisco congregará a unos 1,5 millones de fieles el jueves y el viernes por la noche, según cálculos de la alcaldía.

A su alrededor, los bañistas con los pequeños trajes de baño que se usan en Brasil se mezclaban con peregrinos con las mochilas de la JMJ.

En el paseo marítimo, algunos de los tradicionales artistas de esculturas de arena habían levantado imágenes del Pontífice, incluso pintadas, para atraer las donaciones de los católicos.

Un grupo grande de argentinos caminaba por la playa con camisetas con símbolos cristianos al grito de “Argentina, Argentina”.

Tener a un Papa de su tierra “es un orgullo como argentino, una bendición grandísima, una gracia de Dios”, opinó Beto Cuello, de 28 años, quien acudió a Río de Janeiro para repetir la experiencia “inolvidable” que tuvo en la JMJ de Madrid en 2011.

“Sus palabras son muy sencillas pero a la vez tienen un fuerte mensaje, él trasmite a cada persona, a cada feligrés que lo oye, un amor, una paz, que creo que va a cambiar algo en América, en Europa, en África, en Asia, en Oceanía”, añadió.

El 42 % de los católicos en el mundo, 501,33 millones de personas, vive en América Latina, según datos del Vaticano de 2010. Brasil es el país con mayor número del planeta, con 163,3 millones, seguido de México, con 99,7 millones.

Aun así, en Brasil ha habido un retroceso del 1,3 % en el volumen de fieles desde 2000, mientras que los cultos evangélicos aumentaron en más de un 61 % en el mismo período, hasta los 42,3 millones de personas, según el último censo del país.

Ferreira espera que uno de los efectos de la JMJ sea la “conversión” de muchos jóvenes.

Él mismo dice haber sentido un fortalecimiento de su propia fe al participar en actividades como voluntario.

“Es una experiencia única estar en contacto con jóvenes de todo el mundo, uno ve que otras personas tienen la misma fe, la misma creencia, se siente la presencia del Espíritu Santo al ver que tú no estás solo”, indicó.

Esa energía de la religión compartida no conoce edad, como atestigua María da Conceição, una brasileña de 62 años que ha acogido a Romero y a otros dos jóvenes venezolanos en su casa, donde vive con su marido y un hijo.

“Son jóvenes llenos de vida, me siento renovada con este encuentro, porque ellos me están trayendo la persona de Cristo, el amor, y yo estoy muy feliz por eso”, dijo. EFE