“Es feo recordar…”, dice un sobreviviente de la explosión de Amuay

Los primeros minutos del 25 de agosto del año pasado marcaron la historia de Paraguaná, al registrarse la catástrofe petrolera más grande nunca antes vivida, que terminó con la existencia de efectivos militares y civiles, publica La Mañana de Coro.

El paso de los días no ha sido suficiente para encontrar respuestas a tantas interrogantes que hasta el día de hoy arrojan resultados inciertos, que se enmarca en la ausencia de un informe serio y oficial sobre responsabilidades al respecto, el cual debió ser entregado por una comisión de especialistas de PDVSA, el SEBIN y la Fiscalía General de la República, a la Junta Directiva de la estatal petrolera a los 60 días de la explosión y posterior incendio.

De la memoria no se ha borrado la noche funesta de aquel amanecer de golpe taquense. Los primeros doce meses se diluyen dolientes y pesados hasta revivir el instante mismo en el que el primer tanque del Bloque B23 explotara, cruzando verdades y mentiras, que se consumieron en el luto de decenas de familias, hasta que quedó en la leyenda en la que se ha convertido.





LA REFINERÍA LO PREDECÍA
El olor a gas fue un hecho. Eso lo aseguran no sólo los sobrevivientes, sino personas que pasaron días antes por el lugar. Personas que prefieren la discreción de sus nombres y otras que dan hasta sus apodos, narran que se podían sentir los olores inusuales.

De acuerdo al informe presentado por más de 30 expertos y especialistas petroleros, integrantes del Centro de Orientación de Energía (COENER), coordinados en esta oportunidad por el ex Gerente de Refinería Cardón y también ex Sub Gerente del Complejo Refinador Paraguaná para el año 1998, Francisco Javier Larrañaga, desde el día 21 las comunidades circunvecinas reportaron los fuertes olores.

Ellos, como quienes participaron en labores de rescate o escucharon de lo sucedido, conmemoran este día como el más trágico accidente en la historia de Venezuela, que les robó la vida a locales y foráneos, y cuyo eco de pesar aun sigue recorriendo el mundo. “Lo que pasó en Amuay no fue fortuito, sino la consecuencia de una perdida de cultura de seguridad, lo que produjo un aumento de la accidentabilidad (incendios, explosiones, derrames, muertos, heridos), y Amuay fue una de esas consecuencias”.

Larrañaga, en entrevista con el Diario La Mañana, explicó en breves palabras que tres grandes detalles negativos fueron mal ejecutados por la empresa criolla.
1.- Mal manejo operacional: “En Amuay hay evidencias de la ausencia de atención necesaria a la criticidad de la situación operacional; se consideró como una fuga menor, no se hizo un mantenimiento adecuado y se produjo la fuga masiva, hecho que no sucedió en cuestión de minutos ni una hora, por la extensión de la capa de la nube de gas, es evidente que fueron varias horas”.
2.- Mal manejo de la emergencia y contingencia: “Días antes del accidente se tuvo que haber tomado acciones inmediatas de emergencia y contingencia; si se hubiese evacuado la zona a tiempo, no hubiera habido la cantidad de muertos que hubo, e inclusive, probablemente no habría habido muertos”.
3.- Mal ataque del incendio: “Se tardaron 72 horas en atacar el incendio, lo que demuestra otra debilidad. No lo apagaron, se consumió el combustible. Se atacó mal, se tuvo que haber hecho una cortina de espuma a los techos de los tanques y no echar agua; acá se utilizó ambas técnicas y realmente la esencia de la espuma el agua lo desactiva, tanto fue así que los techos flotantes colapsaron y sus estructuras cedieron por la cantidad de agua que cayó sobre ellos”.

RECORDAR ES REVIVIR
“Es feo recordar…”, se repite una y otra vez Juan Montero. A pocos metros de la eterna puerta metálica de color negro perteneciente al Complejo Refinador de Amuay, platica nervioso con los ojos inyectados de coraje y rencor. Es de tarde, sus dedos reconstruyen escenas en el aire de lo vivido ese 25 de agosto de 2012. El paso del tiempo no permite el olvido en los lugareños, a pesar de que los recuerdos se tratan de cubrir con una nueva reconstrucción del lugar, ubicado entre los sectores “Ali Primera”, “Santa Rosalía”, “La Pastora” y “El Campito”, del municipio Los Taques.

“Cheo”, como es conocido este vocero y luchador comunal, formó parte de centenares de personas que fueron trasladadas hasta el Hospital Universitario “Doctor Rafael Calles Sierra”, luego de dejar amigos y extraños tendidos en el asfalto. “Esto es una bomba de tiempo lo que tenemos acá al lado; el 25 de agosto de 2012 vivimos momentos muy difíciles, a menos de cinco días de cumplirse un año volvimos a revivir esos instantes cuando explotó la chimenea…no queremos una tercera vivencia, pues dicen que la tercera es la peligrosa”.

PROMESAS EN EL OLVIDO
En esos días vinieron una serie de promesas del gobierno que encabezaba el fallecido Presidente de la República, Hugo Chávez Frías, tales como las anheladas viviendas. La encargada de atender directamente esta crisis fue la Gobernadora del estado, Stella Lugo, quien, a decir de los afectados por la tragedia, fue la primera en apoyarlos y la primera en darles la espalda, de acuerdo a las propias versiones de los sobrevivientes.

Un informe final donde se detallara la cantidad de viviendas afectadas, completamente destrozadas, así como escuelas, locales y estructuras en total, no se logró obtener de manera formal, no obstante, continuando con el soporte ofrecido por la COENER, unas mil 700 residencias manejan como número de afectadas, de las cuales 800 resultaron en destrucción total; por su parte, no menos de dos mil 100 familias fueron las víctimas, siendo mil 100 de ellas atendidas y reubicadas hacia los sectores “Jayana” y “Ciudad Federación”, faltando hasta los momentos unas mil familias por respuestas, encontrándose 70 de éstas en calidad de refugiadas.

En lo que respecta al sector comercial se estima 135 comercios alcanzados por la tragedia, seguidos de 17 recintos educativos, la empresa PURAMIN, la Compañía de Hidrógeno de Paraguaná LTDA (CHP) y el Destacamento del Heroico Nº 44 de la GNB.

QUEDA RENCOR
Dulce Mujica, habitante de la calle Miranda del “Alí Primera I”, al preguntársele qué es lo que ha dejado el tiempo después de haber vivido esa experiencia, no duda en asegurar que siente dolor y soledad. Con las lágrimas rodando por sus mejillas, sus ojos cerrados, y una voz entrecortada, como intentando arrastrar una palabra con la otra, Dulce rememora las escenas de ese 25. “Mis hijos se vinieron a mi mente, es inolvidable e indescriptible; tenemos mucha tristeza porque nos han olvidado.

Ese día yo pensé que Punto Fijo se iba a acabar, muchos pensaron que era un terremoto, pero yo le dije a mi hijo ‘hijo, la compañía explotó, vámonos, esto va a explotar’. Si Chávez estuviese vivo, nosotros ya estuviésemos reubicados, porque él dijo que hasta abril les daba chance para reubicarnos, y la Gobernadora no cumplió su orden”. Marabina de nacimiento pero paraguanera de corazón, Dulce Mujica lleva 23 años erradicada en la zona, ama esta tierra pues dos de sus cuatro hijos nacieron en ella, y de acuerdo a sus palabras 370 familias de su sector aun se encuentran en lista de espera.

Embargada por la impotencia relata, “siento dolor, siento soledad; quisiera que nos fuéramos todos, lo que nos ha quedado es la tristeza, -inhala una gran toma de aire, y confiesa-, han sacado a algunos y otros seguimos con el corazón en la garganta…no se hasta cuándo vamos a estar aquí…tengo 23 años viviendo en Paraguaná pero por la seguridad de mis hijos me quisiera ir…siempre que me voy a acostar me persigno y le pido mucho a Dios que nos proteja. Después que pasó todo, ni el Alcalde ni la Gobernadora han vuelto a pasar por estas calles”.

SUEÑOS DE FUEGO
Arget Córdova, vecina con más de 15 años de vida en “Alí Primera”, fue una de las tantas personas que afirman haber sentido los olores a gas días antes de la explosión de Amuay. “Esos momentos fueron de total nerviosismo, sentir esa candela pegarme en la cara me hizo reaccionar y agarrar a mi familiar e irme; no logro dejar de soñar con ese monstruo de fuego. Al tercer día había mucha gente acá en las calles, un militar se me acercó y rompí a llorar, una psicóloga me asistió por tres horas pero no fue sino hasta un mes después que yo vine a medio tranquilizarme.

Yo reviví el 25 de agosto este 20 cuando se incendio la chimenea, fue olor a gas y estaba lloviendo…fue igual. Para PDVSA esto es como si no hubiese pasado nada, a ellos no les importó la cantidad de muertos. Yo era chavista hasta la pata, pero desde que se murió Chávez, mi corazón se murió. Escuchar a mi nieto de tres añitos decir inconcientemente ‘corran que la reunión -como le dice a la refinería- se explotó, eso me da dolor, porque él aun se encuentra traumatizado. Qué están esperando, que suceda otra desgracia?”.

POR UN HIJO…HASTA LA VIDA
“Para allá no vuelvo, este susto no lo quiero volver a vivir”, Ana Maya fue una de las personas refugiadas en la Base Naval, su recuento de aquel día estuvo acompañado de moretones y mucho dolor físico y emocional. “mi esposo y yo recibimos los golpes de unos bloques que se cayeron, nosotros dormimos todos en una cama y en el momento corrimos a abrazar a los niños y todo nos cayó encima a nosotros, el techo se vino al suelo, las paredes están ahumadas y agrietadas”. “Gracias a Dios estamos vivos”, dijo la afectada cuando el recuerdo la invadió y en medio de las lágrimas explicó, “yo salí corriendo con mis dos niños en los brazos, perdí el control, fue muy espantoso, mi esposo venía detrás de mi, el niño mayor me decía ‘mamá ayúdame no me dejes morir porque yo estoy chiquitito’, gracias a Dios estamos vivos”.

La vida dio un revés no sólo para los que vivieron de cerca la tragedia del Complejo Amuay, sino también para millares de personas en todo el mundo, pues quizás no con la misma intensidad, que sí con la misma emoción, sintieron en sus corazones la desesperación, al ver tanto dolor en las pantallas de televisión, llegando a reflexionar que el caso registrado en la tierra de Ali Primera, puede suceder en cualquier lugar del mundo con la misma fatalidad y rapidez, en los momentos menos esperados.

Cuando la tragedia toca a la puerta la seguridad se extingue, resulta evaporada; apoderándose la incertidumbre, el descontrol y la impotencia que conlleva al temor total, convirtiendo al ser vivo en frágil e inocente, exponiendo sus sentimientos en un 100% a flor de piel. La ira responde a las acciones pues son impenetrables las excusas y falsas explicaciones y esperanzas, misma emoción que aun persiste en cientos de sobrevivientes quienes sólo desean vivir tranquilos y seguros.

Carmen Marín Pietri / CNP: 16.341