Descubren la clave para reducir los olvidos

Descubren la clave para reducir los olvidos


Según un estudio, los recuerdos no olvidados se asocian con una mayor coordinación entre el hipocampo y la corteza cerebral, y dos partes del cerebro vinculadas con la formación de la memoria.

Cuando los recuerdos están apoyados por una mayor coordinación entre las diferentes partes del cerebro, es una señal de que van a estar en la memoria durante más tiempo, explican los investigadores.

Un equipo de neurocientíficos de la Universidad de Nueva York, en Estados Unidos, ha encontrado una clave para reducir los olvidos. Sus resultados, publicados en la revista «Neuron», muestran que cuanto mejor sea la coordinación entre dos regiones del cerebro es menos probable que se olvide la información recién obtenida. «Cuando los recuerdos están apoyados por una mayor coordinación entre las diferentes partes del cerebro, es una señal de que van a estar en la memoria durante más tiempo», explicó la principal autora del estudio, Lila Davachi, profesora asociada en el Departamento de Psicología y el Centro para la Ciencia Neural de la Universidad de Nueva York.





Normalmente, se entiende que la clave para la consolidación de la memoria, la fijación de una experiencia o información en nuestro cerebro, es la señalización en el hipocampo del cerebro a través de diferentes áreas corticales. Por otra parte, se ha planteado la hipótesis, pero nunca demostrado, que cuanto mayor es la distribución de la señalización, la información se afianza más fuerte en nuestro cerebro.

Davachi y su colega Kaia Vilberg, ahora investigadora postdoctoral en el Centro para la Longevidad de la Universidad de Texas y la Escuela de Ciencias del Comportamiento y el Cerebro de Dallas, en Estados Unidos, trataron de determinar si había evidencia científica para esta teoría. Para ello, examinaron cómo se forman los recuerdos en sus primeras etapas a través de una serie de experimentos en un periodo de tres días.

En el primer día de estudio, los investigadores trabajaron para codificar o crear nuevos recuerdos entre los sujetos del estudio, mostrándoles una serie de imágenes-objetos y escenas al aire libre, los cuales fueron emparejados con palabras. A continuación, se les pidió que formaran una asociación entre la palabra y la imagen presentada en la pantalla. Al segundo día, los sujetos regresaron al laboratorio y completaron otra serie de tareas de codificación utilizando nuevos conjuntos de imágenes y palabras, lo que permitió a los investigadores comparar los dos tipos de memoria: la más consolidada, la memoria de larga duración (LD) codificada el primera día, con la menos consolidada, la memoria de corta duración (SD) codificada en el segundo día.

Después de un breve descanso, se puso a los participantes en una máquina de resonancia magnética con el fin de controlar la actividad neuronal y se les mostró las mismas parejas de imágenes y palabras que vieron en los dos primeros días, así como una nueva ronda de efectos visuales combinados con palabras. Luego completaron una prueba de memoria de aproximadamente la mitad de las parejas vistas hasta el momento y el tercer día, volvieron al laboratorio para una prueba de memoria con las imágenes restantes.

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