Niños se tragan más imanes desde el 2002

Niños se tragan más imanes desde el 2002

Foto Archivo

En la última década, cada vez más niños de Estados Unidos tuvieron que ser atendidos de emergencia por haberse tragado un imán.

“Esperábamos un aumento de las cifras, pero nos sorprendió que fuera tan dramático”, dijo el autor principal, doctor Jonathan Silverman, del Departamento de Pediatría de University of Washington, Seattle. Dijo por correo electrónico que había advertido en su hospital y por colegas un crecimiento de las consultas asociadas con los imanes.

El equipo de Silverman analizó los datos de la Comisión de Seguridad de Productos del Consumidor de Estados Unidos sobre los niños atendidos por aquél motivo en un subgrupo de hospitales del país entre el 2002 y el 2011. La cantidad anual de incidentes creció de 1/200.000 niños en el 2002 a 6/200.000 niños en el 2010.





La mayoría de los imanes había ingresado al organismo por la boca o la nariz. En el período estudiado, crecieron las consultas por imanes en el tracto digestivo y disminuyeron las consultas por imanes en la nariz, lo que para Silverman fue interesante e inesperado.

Los niños que se habían tragado un imán tenían alrededor de cinco años; los niños con imanes en la nariz tenían unos 10 años en promedio.

El autor dijo que “aunque no es definitivo, este estudio y otros sugieren que el aumento de las consultas podría atribuirse a una mayor popularidad y disponibilidad de productos de escritorio” llamados Buckyballs.

En el 2012, la Comisión de Seguridad de Productos del Consumidor de Estados Unidos demandó a Maxfield & Oberton Holdings LLC, el fabricante de Buckyballs, para suspender la venta y retirar del mercado sus productos.

Empresas como Amazon, Urban Outfitters y Brookstone aceptaron dejar de vender Buckyballs y productos similares, mientras que Maxfield & Oberton dejaron de fabricarlos, pero los juguetes aún se pueden conseguir vía Internet en algunos sitios como Etsy, empresa que no respondió a Reuters Health antes del cierre de esta nota.

“Lo más peligroso es que los niños se traguen varios imanes o uno solo con otros objetos metálicos -dijo Silverman-. En especial, cuando ingieren imanes muy potentes existe el peligro de que se produzcan orificios en los intestinos cuando se atraen entre distintas paredes”.

Aseguró que esos desgarros pueden causar infecciones y hasta la muerte.

El equipo halló que un 16 por ciento de los niños atendidos en ER luego de ingerir varios imanes quedaba internado, comparado con el 2 por ciento de los que ingerían un solo imán. Más del 90 por ciento de las consultas por ingerir múltiples imanes ocurrió a partir del 2007, según publica el equipo en Annals of Emergency Medicine.

“Los resultados de este estudio son muy alarmantes”, dijo el doctor Shruti Jayachandra, del Departamento de Otolaringología del Hospital Nepean, Sídney, Australia, y que no participó del estudio.

“Los niños pequeños, en especial de entre 1 y 3 años, se colocan objetos en los oídos, la nariz y la boca para explorar su entorno”.

Silverman dijo que si los padres sospechan que su hijo se tragó un imán deberían consultar al médico de inmediato. Se le hará una radiografía y se lo derivará al cirujano o se lo pondrá en observación. En ese período, hay que mantener alejados del niño otros imanes y objetos metálicos, como las hebillas de los cinturones, que retrasarían el paso del imán por el sistema digestivo. Reuters