La tormenta de la crisis económica, desatada sobre el país por la conducción incapaz de Maduro, Merentes y compañía, hunde la nave roja en el degredo del fracaso. Uno de cada dos militante de la revolución piensa que el Ilegítimo acabó con el “legado” del Difunto. La valoración negativa del país asciende a 67% de los venezolanos, sumados los millones de seguidores frustrados por la revolución. La inestabilidad es el producto de tan impactante situación.
No se aprecia mando consistente que asegure rumbo claro y equilibrio del sistema. Cada día es mayor la creencia en las bases rojas de que quien manda es la Primera Combatiente y el marido es su pelele. Lo que por cierto no lo exonera de que le cuelguen la responsabilidad y lo acusen del caos que carcome la república.
La abundancia de la cual disfrutan los Diodado, los Carreño y los Maduro-Flores contrasta con las penurias del desabastecimiento y la inflación que sufren las masas. Los camionetotas de lujo acentúan la rabia por el mal funcionamiento del transporte público. Los tratamientos estéticos de las grandes damas del régimen alientan el malestar por las carencias en los hospitales. La regaladera a los proxenetas Raúl, Ortega, Evo, Correa y Cristina es un escupitajo al rostro de quienes deben hacer cola y arrastrarse por las dádivas que le dan en una misión.
El discurso de la “Guerra del Colapso Total”, que han puesto los propagandistas cubanos en la boca del Ilegítimo para ocultar el drama, correrá la suerte de la acusación del “sabotaje”: nadie lo creerá. Ese es su principal drama. La idea del “colapso total” pretende forzar la imaginación de la gente a pensar que el tipo es un cándido a quien no lo dejan gobernar, cual muchacho bobo “aperreado” por los malandros del barrio. Aquí lo que colapsó fue la paciencia de la gente ante tanta incapacidad y ladronismo de la cúpula roja. El voto castigo del 8D demostrará ese enorme descontento.