José Machillanda: 4 soles y la licuadora

José Machillanda: 4 soles y la licuadora

Nicolás Maduro más que un Presidente incapaz, hoy lo entiende una mayoría de venezolanos como el presidente saqueador que en un desatino más logró convencer al tutelaje militar para que formara parte de la operación cívico-militar contra la especulación. Desaguisado vergonzoso que vive la República desde el viernes 9 noviembre cuando entre sus manifestaciones, una turba de venezolanos inició un saqueo colectivo que no se para, ni siquiera porque se ha incrementado en un 100% el índice de Presencia Militar en la Sociedad. Los militares también —como lo registran numerosas gráficas— han sido saqueadores y tristemente existe una gráfica histórica, donde un cuatrisoleado General enseña el nuevo precio de una licuadora.

El General en Jefe que señala el nuevo precio del artefacto eléctrico es el General en Jefe Padrino López, perteneciente a la Promoción Juan Gómez Mireles, Comandante del CEO, quien fue formado hace 30 años en la Academia Militar de Venezuela para que se ocupara de la defensa del Estado-Nación venezolano. La misma vergüenza, dolor e indignación que produce esta imagen a la sociedad venezolana tendrá que ser el sentimiento que por él sientan los subalternos a quienes le toque mandar, porque será imposible comandar, —habida cuenta— que no pudo entender la grave trampa que le impuso un poder político inmoral y primitivo, que cree con el abuso de poder y control sobre el sector comercio va a poder convocar y retener la masa de chavistas desertores que ahora no quiere saber nada más de la revolución, ni de Chávez, ni del nuevo hombre, porque tiene claro después de 14 años que es un proyecto inviable, anacrónico, caracterizado por irrespetar el individuo, las instituciones, la familia y lo que sea, con tal de conseguir lo único que les preocupa: mantenerse en el poder, aunque esto sea acabando con la economía, esta vez con el sector comercio.

Los 4 soles y la licuadora llaman a una pregunta, ¿qué está pasando en Venezuela? Simple: No hay gobierno, pero más grave aún, no existen Fuerzas Armadas. De la cúpula militar sumisa nada queda por cuanto han sido remplazados por los centauros de Chávez, mafia que está dispuesta a continuar con el tutelaje político que comenzó a tambalearse habida cuenta el crecimiento de los demócratas venezolanos, quienes entienden al 8-D como un momento definitivamente único para reprocharle a la revolución chavista sus desatinos, violaciones y conductas primitivas como la del saqueo. Saqueo del cual el elemento militar es en alto grado responsable por sumiso, cobarde e irresponsable ante la sociedad de la cual deviene y la cual debe regresar.





Los 4 soles y la licuadora como gráfica de eterna proyección en el devenir de Venezuela tienen una doble lectura. La primera al máximo representante del componente armado venezolano comprometido, sumiso, tolerante e irresponsable con la sociedad que le exigió hace 30 años en su juramento la defensa de la patria, y la licuadora que representa el cadivismo, la corrupción como dolo, como cohecho y como nepotismo, pero también pareciera el símbolo de un poder político atascado en la demoníaca deserción de su adherentes que trata de cooptar con una licuadora, aire acondicionado, LCD baratos, es decir, es la vía para la compra del voto del 8-D.

Además, la licuadora, el aire acondicionado, las lavadoras y los televisores todos, rememoran las múltiples y millonarias transacciones de grupos mafiosos ligados al oficialismo, que les importa el green paper y desprecian a Bolívar y al bolívar, apátridas, que no les importa el signo monetario que tanto habla de lo que somos, que no saben y no quieren saber que el bolívar como signo monetario constituye un valor único que denodada y valientemente, mientras ellos lo desprecian, ha sido defendido con el trabajo y el esfuerzo de una masa enorme de venezolanos que sí entienden al bolívar como moneda única y fundamental de la economía venezolana.

Ese general venezolano supuestamente debería representar al comando y al mando, pero la gente no puede comprender que un hombre que ha sido instruido, formado y dedicado por las Ciencias y Artes Militares pueda estar de noche, en una especie de tugurio donde venden lavadoras, licuadoras, neveras y hornos, cumpliendo la misión de Mando y Comando de un General. Cabría preguntarle: General, ¿a quién estaba usted comandando o mandando en ese tugurio de cualquier nombre dónde sólo hay artefactos eléctricos?, ¿Usted no sintió pena, dolor y/o vergüenza? Escúchelo, escúchelo profundamente General, una inmensa cantidad de venezolanos mayores y jóvenes, mujeres y hombres, tienen la imagen vergonzosa de usted y la licuadora como símbolo de una traición a la patria. Porque la patria, General, no es una canción, no es un ritmo, un jingle publicitario, la patria es el sentimiento-valor que genera el terruño, la historia cierta que se fundamenta en la historiología, las aspiraciones y los sueños por vivir en paz y armonía, donde podamos desarrollar la capacidad potencial de viabilidad de una Venezuela del siglo XXI que, obligatoriamente, impone al poder político el uso de la renta petrolera para la educación, a fin de que sus técnicos y profesionales puedan evaluar los recursos naturales con la tecnología disponible para alcanzar primero el crecimiento y luego el desarrollo de la patria. Esa patria que usted no conoce, no entiende, que seguro en una confusión estrambótica la confunde con la licuadora.

Los 4 soles y la licuadora son la mejor expresión, el mejor grafiti, la mejor caricatura y el rictus de amargura más grande para la sociedad venezolana, porque confunde a los militares con el caos que vive la República. Los militares están obligados a entender, aún con la gráfica de los 4 soles y la licuadora, que siempre y sobre todo con el período doloroso que se inicia el 4 de febrero de 1992, habían sido una reserva moral y ética para el país. Y la gente se acuerda cuando esos oficiales derrotaron política y militarmente a la guerrilla castrocomunista en la década del 70, cuando quisieron invadir al país y cambiar la ecuación política. Esos mismos militares fueron los que en 1987 cuando Colombia con la provocación del Caldas en aguas donde Venezuela es intransigente, fueron quienes realizaron una operación conjunta exitosa para resguardar el territorio, el gentilicio y dignidad del venezolano.

En consecuencia, no existe ninguna razón para que los militares en la segunda década del siglo XXI formen parte del caos que ha atizado un grupo de golpistas, comunistas cercanos al socialismo real y al postmarxismo, que no terminan de comprender que su cercanía y entrega al soft power cubano es la expresión de la regresión política. Igualmente, del simplismo frente a la globalización y del bloqueo ideológico para comprender que la sociedad venezolana —diversa, compleja y antagónica— cree profundamente en la democracia cuya legitimación se fundamenta en la reflexividad para que pueda surgir la democracia por apropiación.

Entonces, no puede ser que el militar cuatrisoleado y la licuadora estén fuera del foco de lo que la gran mayoría de Venezuela piensa, que nos coloca en una necesaria, dolorosa, amarga y cierta interpretación de que el caos ha invadido al hombre de uniforme de una otrora institución prestigiosa en la sociedad, calificada y clasificada como elemento militar de primera en América Latina y el mundo. Los militares que han aceptado el misionamiento por parte del poder político ahora en este momento, en noviembre de 2013, en una operación cívico-militar, saben que es una tarea que no les corresponde, que no les es propia, que no existe en la doctrina militar y han debido por los órganos de competencia hacerle saber al poder político que el problema económico de la República, corresponde a los economistas, a los técnicos, a los Ministros, al poder político. Han sido inequívocamente timoratos, truculentos, irresponsables con ellos mismos y con la sociedad de la cual vienen y a la cual regresan. 4 soles y la licuadora dejan claro que los militares han actuado en contra y fuera de la Ley.

Los militares venezolanos nunca antes aparecieron como la gráfica de 4 soles y la licuadora. Fueron, sino sobradamente, suficientemente responsables. Comprendieron que la carrera militar anclada en las Ciencias y Artes Militares imponía recato, mesura, prudencia, pero sobre todo coraje para saber decir Sí y muchas veces No. Por lo tanto, los militares hoy fuera de la Ley jugando a ser políticos, gobierno, autoridades policiales y hasta anunciantes modelos, han logrado que la mayoría de los venezolanos sientan vergüenza frente a un grupo que fue estamento, ejemplo de coraje militar y hoy sirve para ejercer tutelaje de un elemento político de dudosa legitimación, además de apartarse de la doctrina y ética militar que constituyen los pilares fundamentales de un hombre que jura ante la Bandera y ante Dios hacer la defensa de la República.

 

Es original,

 

José Machillanda

Director CEPPRO