Municipales acabó con supremacía de alcaldes “bolivarianos” en Bolívar

 

No hay dudas: el chavismo sigue cantando victoria en el estado Bolívar. La elocuencia de los resultados electorales del domingo son más que suficientes para argumentarlo. Su triunfo es evidente, tan evidente como su pérdida de espacios en las alcaldías, publica Correo del Caroní.





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El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y sus aliados ocuparon 10 de las 11 alcaldías de la entidad desde el 2008. El único bastión de la oposición seguía siendo, para entonces, el municipio Heres. Esa relación 10:1 tuvo su punto de quiebre el pasado 8 de diciembre, cuando la disidencia, cohesionada ahora a través de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), recuperó espacios que ya venían anunciando las campanadas del cambio: El Callao, Piar y Sifontes.

La tierra del oro ya venía asomando resultados favorecedores a la oposición. 60,32% de apoyo para el candidato presidencial Henrique Capriles el 7 de octubre, la derrota por menos de dos puntos porcentuales en las regionales, y un 63,76% de apoyo para Capriles el 14 de abril, hablan de una tendencia que se cristalizó con el triunfo de Coromoto Lugo el pasado domingo. Lo hizo con el 58,23% de los comprobantes.

Piar ha sido más consecuente con la disidencia. La victoria de Gregorio Martínez solo tuvo que esperar al 9 de diciembre para confirmarse, pues, a juzgar por los números de otras elecciones, se evidencia una mayoría evidente de la MUD. 54,32% para Capriles el 7 de octubre, 47,54% para Andrés Velásquez 16 de diciembre, y 59,70% el 14 de abril, anunciaban el triunfo de Martínez el pasado domingo con un 51,88%.

Los vientos de cambio soplaban con fuerza en Sifontes, que a pesar de su trayectoria de triunfos oficialistas (55,64% en octubre, 54,17% en las regionales de diciembre, y 51,26% en abril) eligió al candidato de la MUD y ex alcalde de esa entidad, Carlos Chancellor, como su nuevo burgomaestre.

Lo demás fueron triunfos de cierta holgura para el oficialismo; el menor de ellos lo hizo con dos puntos de ventaja sobre su principal adversario. El PSUV y sus aliados pintaron de rojo el mapa de los municipios Angostura, Caroní, Gran Sabana, Heres, Padre Pedro Chien, Roscio y Sucre; mientras que el municipio Cedeño fue una facción del chavismo la que se hizo con la victoria. Igor Falcón, candidato del MEP, Juan Bimba y CRV, se impuso sobre Milthon Tovar, del Gran Polo Patriótico; y de Jorge Prieto, de la MUD.

Rojos y consecuentes
PSUV y sus aliados hicieron lo propio en 7 alcaldías: Angostura, Caroní, Gran Sabana, Heres, Padre Pedro Chien, Roscio y Sucre. En Angostura se impuso Yusleiby Ramírez con un 49,50% de los votos sobre el candidato de la MUD, Gilberto Villarroel, quien alcanzó solo el 43,49% de las papeletas. José Ramón López resultó reelecto en Caroní con el 51,21%, suficientes para derrotar a su principal competidor, Wilson Castro, quien tuvo que conformarse con el 43,52% de la votación.

En Gran Sabana el oficialismo vio el triunfo en la candidatura de Manuel de Jesús, que capitalizó 48,57%, sobre el aspirante opositor, César Marín, que obtuvo solo un 12,09% de los comprobantes. Un segundo intento de Sergio Hernández para la Alcaldía de Heres le valió el triunfo en esta oportunidad, al imponerse sobre el propio alcalde y aspirante a la reelección, Víctor Fuenmayor, con un resultado de 47,25% para el primero y 40,92% para segundo.

En Padre Pedro Chien se dio la victoria más estrecha para los oficialistas. Sol Rubinetti resultó ganadora para afrontar un nuevo período en la Alcaldía con solo un 39,68% de los votos; apenas 2,56 puntos porcentuales sobre el candidato de la MUD, Aquilino Márquez, que obtuvo el 37,12% del apoyo de los votantes.

Caso contrario fue el de José Martínez, en el municipio Roscio, quien pudo cantar victoria con un claro 56,19% de respaldo sobre el 41,88% de su homólogo opositor, Manuel González. Pero fue Amelia Falcón, candidata del PSUV y sus aliados por el municipio Sucre, la que se impuso con mayor ventaja: 63,42%. Su contendor más cercano no fue el de la MUD, sino el abanderado del M-100, Miguel Pimentel, quien apenas obtuvo el 22,44% de los votos. El abanderado de la coalición opositora, José Márquez, solo alcanzó un 6,06% de los comprobantes, y se ubicó en el tercer lugar.

Con este panorama, la configuración del mapa político del estado ubica a la MUD, con 3 alcaldías, al PSUV y sus aliados, con 7; y un grupo independiente, con una municipalidad. Si el criterio de división es chavismo-oposición la cuenta sería: 8 para los “revolucionarios” y 3 para los opositores.

Pluralidad en la mesa
Una vez más, los resultados pueden tener un sinfín de interpretaciones. Una de ellas es el evidente retroceso del chavismo en cuanto a espacios de poder político, pues, si bien recuperó Heres, perdió espacios clave como Piar, El Callao y Sifontes. La hegemonía roja de 10 alcaldías contra una sola de oposición, cambia no solo la correlación de fuerzas, sino las relaciones de poder entre los ejecutivos municipales y el regional.

Ya no será la omnipotencia de los “alcaldes bolivarianos” con el gobernador del estado Bolívar, que en un ejercicio de sectarismo político segregaba al burgomaestre de Heres por ser de oposición. El gobierno estadal, si en realidad apunta a un plan de desarrollo que se mantenga en el tiempo, deberá dialogar con los alcaldes de estos tres municipios, pues ya se ha dicho, que la finalidad de los gobiernos no debe apuntar a los intereses de los gobernantes, sino de los representados.

Tomando esto en consideración será entonces el gobernador Francisco Rangel Gómez quien deberá trabajar con los alcaldes de Piar y Sifontes, por ejemplo, para impulsar el desarrollo agrícola y pecuario del estado a propósito de los planes de “independencia” y “soberanía alimentaria” que tanto se cacarean. Deberá articular esfuerzos con el de Sifontes para controlar brotes de paludismo y gestionar el acondicionamiento de las vías. Deberá, en nombre de la democracia y de la ley, trabajar con el ejecutivo de El Callao para controlar los brotes de minería ilegal, evitar la contaminación de los ríos a causa de estas prácticas, y respetar la minería artesanal de los pueblos indígenas.

La pérdida de espacios del chavismo y la reoxigenación de la oposición, más que leerse como una mera correlación de fuerzas, también puede interpretarse como el anhelo de la ciudadanía de un poder político multicolor. Inclinado más hacia la diversidad de tendencias que a los designios de una tolda única. La configuración del nuevo mapa político del estado surge como oportunidad predilecta para la mediación y el diálogo entre las partes. Para entender que los procesos de gobernabilidad pasan necesariamente por el reconocimiento mutuo de las instituciones y de sus representantes. Es, a final de cuentas, el momento propicio para dejar a un lado los sectarismos, madurar políticamente y dar cabida a la pluralidad y la tolerancia que sugiere un sistema democrático.