Marta Colomina: ¿Para qué sirve la MUD?

El solo enunciado de “Mesa de la Unidad Democrática” respondería la pregunta de para qué sirve la MUD en un país controlado y arruinado por un régimen totalitario y genuflexo ante Fidel y Raúl Castro, a quienes su “hombre en Caracas” -como calificase recientemente a Maduro el diario cubano Granma– les regala 12 mil millones de dólares al año y 120 mil barriles de petróleo al día, mientras los venezolanos estamos sitiados por la delincuencia y la inflación desbocadas y hacemos largas colas para conseguir los cada vez más escasos alimentos y medicinas.

Tres importantes ONG internacionales -Human Rights Watch (HRW), Freedom House y The World Justice Project- resaltan en sus informes de enero 2014 “el acoso e intimidaciones a los medios; las detenciones arbitrarias a los opositores; los abusos policiales y el uso excesivo de la fuerza para reprimir a la disidencia, entre muchas otras” (El Universal 26-01-14). El régimen de Maduro es definido por HRW como “una democracia ficticia” porque “no reconoce principios básicos como rendir cuentas en el marco del estado de derecho, no respeta los derechos humanos (… ) ni permite un debate libre y constante”. HRW reprueba a los poderes públicos y sobre todo al Gobierno por prácticas como violencia poselectoral; dependencia del Poder Judicial; censura y represión a medios de comunicación y periodistas; acoso contra defensores de los derechos humanos; presos políticos y los abusos cometidos por miembros de las fuerzas de seguridad (cita la detención arbitraria y las torturas contra partidarios del candidato Henrique Capriles, quienes preguntados por sus carceleros “¿Quién es tu presidente?”, recibieron golpizas si no respondían “Nicolás Maduro”, abusos que no han sido investigados por la Fiscalía). Añade la negativa de Cabello, presidente de la AN, “a conceder la palabra a otros legisladores hasta que reconocieran la (supuesta) victoria de Maduro. Por su parte TWJP revela que Venezuela es “la nación peor valorada de la región en su capacidad para garantizar el control del poder público y una de las más corruptas y carentes de seguridad”. Las tres ONG denuncian el control totalitario de las instituciones por parte del Gobierno.

La MUD ha cumplido una importante tarea unificadora de las fuerzas políticas que adversan el régimen, pero últimamente ha sido sobrepasada por los terribles hechos que muestran la disolución del país en todos los órdenes. Uno de sus pecados capitales ha sido considerar que el proceso electoral se dirime democráticamente y que un enfrentamiento entre Capriles y Maduro es como si fuera entre CAP y Caldera. Si alguna sospecha devino en certeza este último año, es la convicción de que sólo con elecciones (aunque las pierda) este gobierno castrocomunista no abandonará el poder. En la MUD ya son inocultables dos tendencias: 1) La de quienes piensan que debemos esperar hasta las presidenciales del 2019 para derrotar a Maduro y se muestran partidarios de un supuesto “diálogo” con el gobierno (“cuidado con el frasquito del ‘diálogo’ porque puede ser una anestesia” advierte el avezado Antonio Ledezma). Y 2) La manifestada por María Corina Machado y Leopoldo López, quienes sostienen que la ofensiva no se plantea sólo en el campo electoral, si no en la lucha pacífica y popular sostenida en la calle contra el régimen. Ante el peligro de una escisión opositora, Antonio Ledezma clama por “calle con Unidad”.





En este año no electoral a la MUD le convendría iniciar un cambio de estrategia para reconquistar la confianza de quienes piensan que a los “políticos” sólo les interesa obtener un cargo, por eso sólo se movilizan en elecciones para buscar votos. A pesar del enorme descontento existe una desmovilización popular que se explica por esa desconfianza y el miedo a la represión. La MUD debería subrayar el consejo de Ledezma (EU 27-01-14) cuando dice que “la Unidad Democrática está en la obligación de sintonizarse con el país porque han estado dando pasos de ballet cuando la partitura es de guaracha”. Nuestros diputados silenciados por Cabello y por la TV de la AN, podrían plantarse en la calle, a las puertas del Hemiciclo, con pancartas sobre el saqueo rojo y reclamando debatir libremente. Sería bueno que economistas, ingenieros, docentes, médicos y otros divulgasen en las redes sus opiniones críticas sobre temas que los ministros ocultan. Estudiantes y activistas de los partidos podrían llenar las calles de panfletos y graffitis con las verdades que Maduro impide publicar a los medios. Y cada uno de nosotros luchar por la unidad opositora. Si fuera Capriles, asistiría hoy domingo a la Plaza Brion, abrazaría a María Corina y a Leopoldo López y me uniría al acto. Así que ¡a la calle todos!

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