En números, ¿cuál mayoría? por @felixseijasr

En números, ¿cuál mayoría? por @felixseijasr

FelixSeijasRLa dirigencia de la oposición tiene ante sí un reto histórico. Sin una mayoría sólida no se puede imponer un cambio radical –calma a quienes aseguran que son una mayoría abrumadora; lo siento, ninguna fracción lo es-, pero algo está claro: una fuerza que aglutina a la mitad del país no puede sino escuchar y tratar de entenderse con la otra mitad, y es aquí donde el juego pareciera estar trancado.

Un lado dice que quiere dialogar, pero imponiendo unas condiciones –si no de palabras, en hechos tangibles- que no serán aceptadas por el otro. Y es que las diferencias de fondo en cuanto a la visión de país que cada uno maneja son tan disímiles, que parece casi imposible que un diálogo fecundo se materialice. Dije “casi imposible”; todos los intentos por lograr este encuentro deben ser agotados hasta la saciedad.

Ahora bien, estas fuerzas que se muestran equilibradas en magnitud, tienen características muy interesantes. Veamos brevemente algunos números, que si bien provienen de estudios previos al 12F, muestran la heterogeneidad interna que condiciona la evolución de cada fracción ante posibles situaciones como las que ahora mismo están en pleno desarrollo.





Para empezar, observemos cómo se percibía la situación general del país justo antes de que empezaran estos acontecimientos. En este sentido, el 60,0% de los venezolanos inscritos en el CNE opinaba que la situación del país estaba mal. Dentro del grupo oficialista, el 27,4% pensaba así. Dentro del grupo independiente esta cifra alcanzaba el 76,0%.

Con relación a la confianza en Nicolás Maduro como gobernante, el 55,0% del país no pensaba que el Presidente fuese capaz de conducir al país por buen camino. Dentro del oficialismo el 15,0% pensaba de esa forma y el 8,5% opinaba que su gestión era peor de lo que esperaban. Entre los independientes el porcentaje de personas que no consideraban a Maduro capaz de dirigir al país alcanzaba el 72,3%.

Con respecto a qué debe ocurrir en el corto plazo con la dinámica del gobierno, el 64,5% del país consideraba que debía haber algún tipo de cambio en el Gobierno, cifra que alcanzaba el 30,0% entre los afectos al oficialismo. Este número se elevaba a 84,0% entre los independientes.

Este breve cuadro nos enseña un escenario en el que existe una clara mayoría que considera que la situación no está bien, que alberga serias dudas sobre la capacidad de Maduro para dirigir al país y que considera que debe existir algún tipo de cambio en la dinámica que lleva el Gobierno. Así mismo, encontramos que dentro de las filas oficialistas existe un porcentaje de personas que piensa de esa manera, dejando claro su desencanto con sus líderes y la actual gestión, desencanto que se observa en un nivel más contundente entre los independientes.

 

Ahora bien, ¿qué sucedía cuando medíamos la intención del voto presidencial en una hipotética contienda entre Gobierno y oposición? Encontramos un empate técnico que muy probablemente produciría un resultado igual o más ajustado que el registrado en abril de 2013. ¿Por qué esta cifra contrasta con el descontento presente en la mayoría del país, descontento éste que toca a su vez terreno oficialista e independiente? La respuesta la encontramos cuando preguntamos al votante si considera que la oposición está preparada para dirigir al país: el 44,0% dijo que sí, es decir, hay un 56,0% que duda, entre ellos, poco más de la mitad de los oficialistas desencantados y poco más de la mitad de los independientes.

 

Ahora bien, usted puede sacar conjeturas acerca de si esos grupos de desencantados que observábamos antes del 12F está aumentando o no; lo cierto es que, independientemente de la magnitud de esa cantidad, estas personas no confían aun en la oposición como alternativa válida a lo que sienten les ofrece el Gobierno actual. Tenemos entonces un grupo de personas que ante tal coyuntura, o bien se “desactiva” a la hora de presentarse una contienda electoral o simplemente deciden apostar de nuevo al gobierno, ya que, como escuchamos repetidas veces en los grupos focales, “más vale malo conocido que bueno por conocer”.

El reto opositor: construir una mayoría clara. ¿Es posible? Pues el mercado está allí, ya que existe una parte importante del oficialismo en la que crece el desencanto con la actual Administración, y poco a poco van pasando a la “reserva”. Convencerlos no es sencillo, ellos pasaron años con las esperanzas puestas en un líder que les representaba la oportunidad de ascenso social, y que de pronto desapareció dejándoles envestido a un sucesor. Adicionalmente, este mismo líder les inculcó la idea de que la oposición no sólo representaba la renuncia a futuras mejoras, sino que además personificaba un retroceso inexorable en lo que respecta a sus logros sociales.

Vaya trabajo para los líderes opositores, pero es la realidad que enfrentan: mientras no ganen la confianza de esos sectores oficialistas, seguirá una puja de fuerzas de las que sólo quedarán manos cansadas y tristes frustraciones.

 

Félix L. Seijas Rodríguez