José Machillanda: 222… nuevos desempleados

José Machillanda: 222… nuevos desempleados

thumbnailjosemachillandaToda organización militar es necesariamente una organización piramidal, como consecuencia de su verticalidad en el mando, ejecutoria de su doctrina funcional y necesidad de operar como una institución cautiva. El ascenso de 222 Generales de Brigada el pasado 5 de julio es muestra de la incapacidad e ineptitud del liderazgo civil del Post-Chavismo para comandar al elemento armado, decidir sobre su estructura funcional y organización, e imponer la autoridad política sobre quienes están subordinados al poder legítimo de acuerdo a la Constitución y en atención a quienes gobiernan como consecuencia del poder comitente del ciudadano.

222 Generales de Brigada son nuevos desempleados en la estructura militar. Ese evento decidido de manera taimada y retardada por Nicolás Maduro como Comandante en Jefe, generará cualquier tipo de sospecha que va desde una intensa, sostenida y direccionada tensión militar, hasta un elevado grado de ineptitud por parte de quienes desempeñan el poder político a quienes les resultó imposible por razones de temor precisar lo que correspondía a la institución y prefirieron mitigar las delicadas y crecientes tensiones de un elemento armado, que a lo interno irrespeta al poder político.

222 Generales de Brigada son nuevos desempleados porque no existen cargos, porque no tienen ubicación ni a lo interno de los Componentes y, mucho menos, en la inmensa masa burocrática en la cual hoy se emplea al elemento armado. Son, sencillamente, hombres con grado de General sin cargo, por cuanto la estructura organizacional hace tiempo fue sobrepasada por la irresponsable conducta de Chávez Frías al aumentar los ascensos sin tomar en cuenta las plazas vacantes, creándose la inversión de la pirámide ocupacional del elemento armado en Venezuela al no respetar la estructura funcional de los Componentes.





222 nuevos desempleados que son la mofa, risa y burla a lo interno de la organización, pero también lo son para una República que con una gravísima crisis en su sistema político, termina por apreciar el desmoronamiento de una organización, que con mucho esfuerzo llegó a ser una organización profesional y cumplió honrosamente su rol de defensa del Estado. Defensa del Estado cuando derrotó militar y políticamente a la guerrilla castrocomunitsa en las décadas del 60 y el 70, que durante el período democrático intento prender la pradera en América Latina creando una absurda subversión en Venezuela.

222 nuevos Generales que han sido ascendidos como consecuencia de una Cúpula Militar Claudicante, negadora de la historia, defensora de galimatías que intentan explicar lo imposible y justificar lo indeseable, mediante paráfrasis y sofismas para defender o persuadir lo que es falso en la institución. Cúpula Militar Claudicante que fue capaz de convenir con un inepto poder político que se ascendieran en el elemento armado 222 Generales de Brigada, violando todas las normas y preceptos de la administración de personal, únicamente para intentar contener las graves tensiones y contradicciones, que hoy abrazan el entorno interno militar.

El poder político cree que ascendiendo 222 Generales sin cargo posible en la institución va apaciguar la murmuración subyacente, implícita o explícita, que hoy se hace insostenible en una organización que ha perdido absolutamente su capacidad operacional. La carencia de esa capacidad operacional, es decir de maniobra, en la cual los hombres de tierra, mar y aire demuestren sus destrezas y capacidades para realizar una operación militar son exactamente la causa que hoy ha puesto en evidencia a un poder político, que poco o nada entiende de la relación entre el principio operativo y el principio administrativo de la institución.

La ineptitud del Post-Chavismo, gobierno cercado por una grave crisis económica, una enorme fatiga social, grave corrupción y crecientes enfrentamientos públicos de facciones políticas encontradas en el PSUV y el Polo Patriótico, no le quedó otro camino ante la tensión militar que tratar de amainar y contener la sublevación militar. La situación se disparará porque los 222 nuevos desempleados no podrán ser absorbidos por la organización armada ni por lar organización burocrática, seguirá la murmuración, el descontento, el desarraigo en la vida miliar, la inconformidad y crítica a un elemento político hipócrita y sibilino que, así como no sabe qué hacer con la economía, tampoco sabe qué hacer con el elemento militar.

El poder político en Venezuela juega a la manipulación y a la incapacidad de la cúpula militar entendida como claudicante, y se atreve a decidir los ascensos a costa de un problema  mayor de opinión pública a lo interno del sistema, y de opinión pública y sorpresa en el contexto internacional, donde Venezuela en mofa de aquellas organizaciones que entienden que una organización costosa, peligrosa y delicada, dispuesta para la defensa del Estado debe ser respetada, y a la vez respetarse a sí misma. Tanto el gobierno inepto, como la Cúpula Militar Claudicante se han juntado en la ejecutoria de un absurdo ascenso para que quede definitivamente claro que esta acción política sólo intenta -transitoriamente- resolver la delicada situación del entorno interno militar.

La ineptitud del gobierno y la incapacidad de la cúpula militar con estos ascensos a quienes no han podido convencer es a la sociedad venezolana que atenta a las maniobras de este hiato perverso que gobierna la República Cúpula Militar-Autocracia Militarista, ha descifrado perfectamente la razón de los nuevos 222 Generales de Brigada desempleados. Consecuencias de tan doloroso y gravoso hecho está sufriendo, y seguirá sufriendo la institución, si fuese que se impone a lo interno de la institución el grupo de hombres que ha pactado con la invasión cubana, olvidándose del peso y tradición de los laureles de la República.

Queda para el presente y el devenir estar pendiente de las tensiones en el entorno interno, del comportamiento de ese grupo numeroso de Generales de la República que saben que no hay plazas en la institución, pero que ha ascendido y podrán ser empleados en cargos que a lo mejor no se corresponden con su grado, y mucho menos con su función y/o especialidad. A esas alturas, todos y cada uno de ellos serán llamados en consciencia a su ética profesional, y ojalá sepan expresarles en los términos impuestos por la organización a sus superiores el ejercicio de la decencia individual y la ética militar.

 

José Machillanda