Liquidan a taxista y pasajero para robarlos

Cortesía. Familiares de Reyes
Cortesía. Familiares de Reyes

Carlos Alberto Reyes Hernández, de 32 años, salió de su casa en Cabimas a trabajar como taxista en Maracaibo. Cuando se desplazaba en su Caprice negro por el barrio La Conquista de la parroquia Venancio Pulgar, con Antonio Astolfo González, de 20 años, como pasajero, los interceptaron y los tirotearon. Los delincuentes lanzaron los cuerpos a la carretera, se llevaron el vehículo y todas sus pertenencias, reseñó La Verdad.

Una hermana de Reyes frente a la morgue forense detalló que su pariente vivía en la calle 32 de Cabimas. No especificó el sector, pero contó que de allí salió en horas de la tarde a hacer una carrera a un cliente en Maracaibo. La mujer con su mirada triste no daba crédito a lo ocurrido.

Los familiares del taxista no saben mayor cosa sobre lo ocurrido, solo recuerdan que el viernes, a las 9.00 de la noche, recibieron una llamada de unos amigos de Carlos que viven por la zona para darles la mala noticia.





Al conductor lo interceptaron dos pistoleros en la 63 con avenida 91 de la barriada, diagonal a la quincalla Emmanuel. El Caprice se detuvo y los vándalos lo abordaron. Al chofer le dispararon por la espalda y al joven que iba de pasajero le colocaron el revólver en la boca y accionaron el gatillo. Ambos heridos fueron despojados de sus pertenencias.

Los malhechores luego de desvalijarlos, lanzaron sus cuerpos del carro hacia la carretera y huyeron. Carlos, padre de dos hijos, cayó boca arriba sobre un brocal y a unos 10 metros quedó Antonio desvalido. Ambos se orinaron sus pantalones ante la agonía y murieron en el sitio.

De milagro

Un joven de 17 años estaba sentado en la acera que da al frente de su casa y alcanzó a ver a los delincuentes cuando mataban a los hombres para robarlos. Los asesinos al percatarse de la presencia del muchacho lo apuntaron y dispararon en su contra. El jovencito logró correr y escapar de la bala que picó en la fachada de la quincalla.

El adolescente logró esconderse y ahora sus padres lo sacarán de la ciudad por seguridad. Temen que los asesinos de Carlos y Antonio regresen por su hijo por haberle visto sus rostros, relató un vecino. El curioso agregó que la barriada a la hora que se ejecutó el homicidio estaba desolada, pues ya a las 9.00 de la noche todos los residentes están resguardados en sus hogares por lo peligroso de la zona. A las víctimas les robaron hasta sus calzados.

Horas

Cinco horas reposaron los cuerpos de Antonio y Carlos -que tenía tres meses trabajando como taxista- sobre el asfalto. Al lugar del hecho llegaron unos funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana, apartaron a los curiosos y custodiaron la zona a la espera de los forenses.

A la 1.00 de la madrugada de ayer, los cadáveres los engavetaron en la furgoneta del cuerpo detectivesco y los trasladaron hasta la morgue forense, donde hasta el mediodía los familiares de Antonio no se habían acercado a reconocer y a retirar su cadáver. Solo se conoció que González vivía en el barrio Torito Fernández de la parroquia Antonio Borjas Romero.

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