Con trasplante celular se puede reparar un corazón infartado

(Foto referencial)
(Foto referencial)

Para muchos pacientes con insuficiencia cardíaca, que padecen las secuelas de un infarto agudo al miocardio -desde la isquemia o disminución del riego sanguíneo al área afectada, hasta la muerte de células y necrosis del tejido- la única opción era hasta hace poco el trasplante de corazón, limitado por la escasez de órganos y riesgos del rechazo.

Nuevas evidencias científicas sólidas en terapia de regeneración cardiovascular demuestran que en un futuro cercano las aplicaciones clínicas permitirán a los especialistas reanudar el flujo sanguíneo al área infartada, propiciar la recuperación del tejido dañado y restaurar la viabilidad del miocardio beneficiando a millones de enfermos con cardiopatías en todo el mundo.

Las doctoras Maywol Romero y Marion Rivero, directora general y gerente de operaciones respectivamente de BioEden Venezuela, representante en el país de BioEden INC., primer banco internacional de células madre dentales, explicaron el alcance de los avances desde que en 2001 un equipo de investigadores de Düsseldorf (Alemania) acometió con éxito el primer tratamiento de un infarto, a partir de la administración intracoronaria de células madre adultas de médula ósea del propio paciente.





“No existe duda sobre la factibilidad de las terapias de reparación celular cardíaca, pero como son tan complejas e involucran múltiples variables, el reto en torno al cual gira la discusión científica es dilucidar en primer lugar la selección de la célula madre idónea según la capacidad que tendrán las células implantadas para diferenciarse y conservar el fenotipo de cardiomiocitos o células musculares cardíacas. Otros aspectos por aclarar son la vía de entrega óptima y la dosis más efectiva”, dijeron.

“Aún queda camino por recorrer. Faltan estudios a largo plazo pero se están haciendo rápidos progresos para lograr que el tratamiento con células madre autólogas, o del propio paciente, pueda llegar a convertirse en parte de la práctica clínica habitual”, acotaron.

La mejor célula

Las células madre son las células maestras de nuestro cuerpo que dan origen a todos los tejidos y órganos.  Las embrionarias que se encuentran en la fase inicial del embrión humano son versátiles, con potencial para desarrollarse como cualquier tipo de célula especializada del cuerpo; por ello llamadas pluripotentes, pueden asumir diversas funciones y convertirse en células especializadas. Dada su habilidad de multiplicarse y diferenciarse son una alternativa prometedora en múltiples enfermedades.

De acuerdo a la información disponible, el tipo de células madre más utilizadas en estudios experimentales y clínicos para la reparación tisular y restauración funcional del miocardio son:

-Células embrionarias entre cuyas desventajas están las consideraciones éticas y la posibilidad de formación de tumores;

-Células derivadas de la sangre periférica, incluyendo células madre del cordón umbilical, las cuales presentan desventajas en cuanto a su multiplicación ya que no se reproducen;

-Células satélites, mioblastos o células madre de músculo, que si bien poseen la escalabilidad extensiva necesaria presentan dudas sobre su capacidad para diferenciarse;

-Células madre cardíacas de clara diferenciación pero aparentemente reducido tiempo de vida y escalabilidad desconocida;

-Células madre mesenquimales, con facilidad para diferenciarse y para su cultivo expansivo.  Entre éstas, las derivadas de la médula ósea; las células madre dentales (DPSCs) que residen en la zona del nervio dental, son multipotentes y pueden ser usadas en múltiples aplicaciones médicas; por ello su preservación a largo plazo se está extendiendo.

Recientemente en Valencia, España, científicos del Laboratorio de Cardiorregeneración del Centro de Investigación Príncipe Felipe y del Hospital La Fe, demostraron la capacidad de las células mesenquimales para diferenciarse en cardiomiocitos, es decir que tanto las células madre adultas de la médula ósea, como las células del tejido adiposo, y las células de la pulpa dentaria (Mesenquimales) sí pueden adquirir un fenotipo cardiaco, publicación de la revista Stem Cell and Development que sugiere que no es tan importante el origen de las células madre como su fenotipo y características intrínsecas. Un estudio anterior, publicado en Stem Cells, concluyó que las células madre de la pulpa dental (DPSC) pueden reparar el miocardio, aumentando el número de vasos sanguíneos y reduciendo el área infartada, por su habilidad de secretar factores que propician la formación de vasos sanguíneos nuevos (proangiogenicos) y y evitan la muerte celular (antiapoptóticos), con un grado de reparación similar al obtenido con células madre de la médula,  ampliando las propiedades terapéuticas de las células madres dentales en el tratamiento de las enfermedades isquémicas. [1]

La ruta ideal

En cuanto a la mejor vía de administración de células madre para reparación del miocardio, dependerá del individuo y del avance de su enfermedad.  Se presentan, entre otros, una variedad de acercamientos:

La inyección intramiocárdica directa en el músculo cardíaco durante cirugía es el método más preciso para inyectar células madre a una región infartada, pero tiene el riesgo quirúrgico, anestésico, y su naturaleza es invasiva. La inyección intravenosa al torrente sanguíneo mediante catéter venoso central es simple pero con una desventaja: gran mayoría de las células se van dispersando a otros órganos y pocas llegan a adherirse al miocardio. En la vía transendocárdica, por vía percútanea con catéter que incluye un mapeo electromecánico del área infartada, se hace simultáneamente el tratamiento celular. En la infusión intracoronaria, las células se inyectan por catéter intracoronario en un área específica. La movilización de células madre hematopoyétivas de la sangre periférica es un método reciente basado en que las células migran hacia el tejido dañado, donde se asientan y diferencian.

El viaje apenas comienza, dijeron parafraseando al Comité del Premio Nóbel que en 2012 fue otorgado a Shinya Yamanaka y a John B. Gurdon por el descubrimiento de que las células maduras, especializadas, pueden reprogramarse para volver a ser células inmaduras, pluripotentes, capaces de convertirse en cualquiera de los tejidos del cuerpo, significando con ello que se ha roto un paradigma científico y ya no podemos ver el curso de la vida necesariamente como una calle de una sola vía.



[1] Gandia, C., Armiñan, A., García-Verdugo, J. M., Lledó, E., Ruiz, A., Miñana, M. D., Sanchez-Torrijos, J., Payá, R., Mirabet, V., Carbonell-Uberos, F., Llop, M., Montero, J. A. and Sepúlveda, P. (2008), Human Dental Pulp Stem Cells Improve Left Ventricular Function, Induce Angiogenesis, and Reduce Infarct Size in Rats with Acute Myocardial Infarction. STEM CELLS, 26: 638–645. doi: 10.1634/stemcells.2007-0484)