“Volver a Venezuela no está entre mis planes”

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Juan Carlos Hernández se fue hace cuatro años a Chile. Tenía una oferta de trabajo y abrió un negocio una vez se estabilizó en el país suramericano. Forma parte del más de millón y medio de paisanos que está fuera de su tierra. Emprendedores, exiliados, ingenieros, médicos, contadores, actores y comunicadores forman parte del grupo “que se fue” a otros países, publica La Verdad





Por Yanreyli Piña Viloria / Maracaibo / [email protected]

“La idea es no regresar”, dijo Andrea Mejía cuando partió en junio pasado a hacer un curso de inglés en Inglaterra. Dura respuesta que se repite en cientos de jóvenes que desalentados al no ver futuro en su país, deciden probar suerte en tierras extranjeras. En su mayoría profesionales, un importante grupo opta por la opción del estudio para ingresar a su nuevo destino, con la esperanza de conseguir la manera de “quedarse legal”. Otros, venden sus casas, carros y propiedades, bajan las santamaría de sus negocios y con lo poco que les cabe en las dos maletas que se pueden llevar, se despiden para siempre de Venezuela.

Juan Carlos Hernández trabajaba como infógrafo en el diario El Universal, en Caracas. Pero la inseguridad, la situación económica del país y sobre todo la falta de oportunidades lo llevaron a tomar la decisión “más correcta” para su familia. Comenzó a buscar empleo fuera de Venezuela, hasta que en 2009 recibió la llamada que tanto esperaba. El diario La Tercera, de Chile, tenía una oferta para él. No lo pensó dos veces. Con un contrato de trabajo ya definido, su ingreso legal al país suramericano estaba garantizado.

“La estampida ha sido impresionante, sobre todo en los últimos años. Siempre cuesta tomar la decisión, pero cuando se está consciente de que es lo mejor para tu familia, ves las cosas con más optimismo”. Estudios recientes revelan que al menos un millón 600 mil venezolanos están fuera del país. El socialismo convirtió al país en emisor, y no receptor de talento humano. El joven venezolano se convirtió en un emigrante. La fuga de talentos es abrumadora.

El “sueño americano”

A pesar de que Ángel Viloria y su esposa tenían trabajos estables, la joven pareja huyó de la inseguridad venezolana. Después de tres robos, dos de ellos a punta de pistola y uno en el que tuvo que correr más de 20 cuadras para escapar de los delincuentes; el ingeniero en computación de 32 años de edad no dudó en irse a Estados Unidos cuando se le presentó la oportunidad. “No teníamos calidad de vida, incluso con dos sueldos era imposible comprar casa, carro y mantener a dos hijos pequeños”.

Iván de La Vega, sociólogo y profesor de la Universidad Simón Bolívar y quien estudia el flujo migratorio desde hace 15 años, explicó en uno de sus recientes estudios que Venezuela es el país del que proporcionalmente emigran más personas a EEUU en Latinoamérica, solo superado por México. La tasa de venezolanos sin trabajo en el norte del continente es de solo ocho por ciento.

Una encuesta de American Community Survey, de la Universidad de Minnesota, detalla que los venezolanos que accedieron a la ciudadanía estadounidense subió en 350 % entre 2000 y 2012. Los estados que más eligen para vivir son Florida, Texas y California.

El popular “yo no vuelvo”

Paralelo a su trabajo en el periodismo, Hernández -de 41 años- abrió un negocio de comida venezolana junto a su esposa. Un sitio acogedor llamado Le Suquet Café en el que se ofrecen platos típicos de su país natal. El primer contacto telefónico que se hizo con el caraqueño fue cerca del mediodía, y no pudo atender por la cantidad de clientes en el local. La cita fue para el día siguiente a las 9.30 de la mañana.

“Estoy mucho mejor aquí. El inmigrante debe trabajar el doble que los nativos, nos tenemos que ganar el puesto y mantenerlo; pero vale la pena el esfuerzo. Al final uno se adapta y la seguridad que le brindas a tu familia es mucho mayor. Regresaría si las condiciones del país mejoran, pero no creo que pase a corto plazo. Volver a Venezuela no está entre mis planes ahorita”.

Viloria ya va a cumplir tres años residenciado en Houston, Texas; y siendo el único que trabaja en su familia -su esposa que no ha aprendido el idioma se dedica a la crianza de sus dos hijos-, ya tienen casa y carro propio, y se han ido de vacaciones familiares dentro y fuera del país. “Es muy difícil separarse de la familia, pero cuando ves la calidad de vida que le ofreces a tus hijos te das cuenta que todo vale la pena”.

Así, Hernández y Viloria, sin conocerse siquiera, tienen dos cosas en común: metieron su vida en Venezuela en dos maletas para dejar atrás a su país, y ahora que consiguieron una buena calidad de vida para sus familias, no incluyen el regreso entre sus planes a futuro.

 

 72% de los estudiantes venezolanos desean salir del país.