José Toro Hardy: El riesgo de no correr riesgos

thumbnailjosetorohardy Las calificadoras de riesgo más importantes del mundo comparten el criterio de que la situación económica de Venezuela tiende a empeorarse y de que el riesgo de su deuda soberana es creciente. A su vez  The Economist  -reconocida publicación sobre temas económicos- señala  en un editorial que Venezuela “es la economía peor administrada del mundo”:

            “Un gran productor de petróleo incapaz de pagar sus cuentas durante un auge prolongado del precio del petróleo es una bestia rara”, afirma The Economist y además señala que “peor que la inflación es la escasez”.

Standard & Poor´s  rebajó la calificación de riesgo soberano de largo plazo de Venezuela de B- a CCC+  (alto riesgo) “por un continuo deterioro de la situación económica, que podría llevar a una contracción de la economía de hasta un 3,5 por ciento este año”





“La recesión económica, elevada inflación y las crecientes presiones de liquidez externa continuarán erosionando la capacidad del gobierno para pagar sus obligaciones con el exterior durante los próximos dos años”

            Venezuela paga mayores intereses por su deuda externa  que cualquier otro país emergente en el mundo; concretamente, cerca de 13 puntos porcentuales más que lo que rinden los bonos del Tesoro de los EEUU  y el doble de lo que tiene que pagar Argentina, país que se encuentra prácticamente en  “default”.

            De hecho  de acuerdo con  S&P, Moody´s y Fitch´s –entre las principales calificadoras de riesgo- Venezuela  presenta mayor riesgo soberano que todos los países latinoamericanos, en algunos casos compartiendo tan dudoso honor con Argentina. Las tres referidas agencias le atribuyen a Venezuela una perspectiva “negativa” y consideran que sus bonos están por debajo del grado de “inversión”

Peor aún,  Dagong Global Credit –la principal calificadora de riesgos soberanos de China- rebaja también la calificación crediticia a la deuda soberana de Venezuela, alegando que:

“Los desbalances estructurales de la economía resultan en un descontento público cada vez mayor frente al gobierno”.

“Serios desbalances macroeconómicos van a arrastrar a Venezuela en el corto plazo a una recesión y a exacerbar el riesgo de tensiones sociales. Su elevado déficit fiscal, sus insuficientes reservas internacionales y las presiones hacia significativas devaluaciones de su moneda local, contribuyen a una evidente tendencia de deterioro en los niveles de solvencia  …”

“Algo huele mal en Dinamarca” decía el príncipe Hamlet en la famosa obra de Shakespeare. En el caso que nos atañe la absoluta unanimidad de criterio en cuanto al mal rumbo de la economía venezolana,  no puede ser considerado como una suerte de “conspiración” del mundo contra Venezuela. A no dudarlo,  algo huele mal en la conducción de la economía de nuestro país.

Compartiendo los criterios anteriores, Ricardo Hausmann –uno de los más reconocidos académicos y economistas de Venezuela y profesor de la Universidad de Harvard- emite una opinión en el mismo sentido que todas las anteriores,  aunque si se quiere mucho más moderada y prudente que la expresada por Dagong; sin embargo,  las autoridades venezolanas arremetieron contra Hausmann, en cuya defensa salió la propia Universidad de Harvard.

Mientras tanto Francisco Rodríguez de Bank of America Merril Lynch señaló que el déficit fiscal alcanzó al 17,2% del PIB en el 2013.

¿Significa todo esto que el gobierno no podrá cumplir con las cuotas de su deuda que vencen en octubre?  No, la verdad no lo creo. Estamos hablando de un monto que oscila apenas alrededor  de los 6 mil millones de dólares. El problema se presentará el año que viene, con un monto a pagar que duplicaría largamente el correspondiente a este año.

El desprecio por la inteligencia es quizá el mayor motivo de desconfianza con respecto a nuestro futuro inmediato. El dogmatismo priva sobre los conocimientos. El problema es que si no se toman decisiones que son cada vez más urgentes, caeremos en un devastador circulo vicioso de empobrecimiento, inflación, devaluación, desempleo,  escasez, contracción económica, más empobrecimiento y así sucesivamente.

El gobierno parece haber entrado en un callejón sin salida. Teme el  costo político que tendría que pagar si toma una acción impopular. No se atreve a correr el riesgo de actuar y se empantana cada vez más en una confusa telaraña de dogmatismo socialista.  Parece creer que con los  decrecientes recursos a su disposición podrá mantener  tranquilo mediante dádivas al sector más pobre de la población y así garantizar su estabilidad.

Permaneciendo el resto constante (ceteris paribus como dicen los economistas) eso podría ser cierto, pero las condiciones se están deteriorando rápidamente. El riesgo de no correr riesgos resulta devastador.

 

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@josetorohardy