El nuevo mínimo del bolívar marca un hito en la caída económica de Venezuela

El nuevo mínimo del bolívar marca un hito en la caída económica de Venezuela

El billete de más alta denominación en Venezuela vale, a precio de mercado negro, apenas un dólar estadounidense / Foto archivo

 

 

Venezuela alcanzó un nuevo y dudoso hito en la caída en cámara lenta de su economía: su billete de mayor denominación, el de 100 bolívares, vale apenas US$1, al menos en el mercado negro.





El lunes, la moneda venezolana cerró a 100,68 por dólar, igual que el viernes, cuando superó la barrera de los 100 por primera vez, según DolarToday.com, un declive dramático frente a los 17 bolívares por dólar a comienzos de 2013.

DolarToday.com es un sitio web que hace seguimiento del vibrante mercado informal de divisas de este país, al que muchos venezolanos acuden para comprar dólares y que las empresas usan como referencia de precios.

El billete de menor denominación del país, el de dos bolívares, vale apenas dos centavos de dólar en el mercado negro.

La situación ha dejado a los venezolanos con grandes fajos de efectivo que llevan a todas partes, algo riesgoso en un país con una de las tasas de delincuencia más altas del mundo.

David Varela, dueño de un puesto de diarios, registra unos 20.000 bolívares al día en ingresos, principalmente en billetes pequeños. Así que al menos una vez al día, este hombre de 43 años llena discretamente un bolso con efectivo y luego guarda el dinero en el baúl de su auto. Al final del día laboral, hace un ritual: llenar sus medias de billetes. “Si me roban, al menos no podrán llevarse todo”, dijo Varela hace poco mientras le pasaba un fajo de billetes de 50 y 20 bolívares a un proveedor que le entregaba una caja de chocolates.

El desplome del bolívar en el mercado negro es apenas una señal de la acumulación de problemas económicos en el país que se jacta de tener las mayores reservas de crudo del mundo. Hay escasez de todo, desde aceite de cocina hasta medicamentos para tratar el cáncer debido a que el gobierno, falto de efectivo, libera cada vez menos dólares para importaciones. Se prevé que la economía se contraiga entre 2% y 3% este año, a pesar de los altos precios del petróleo.

 

Hasra en la panaderías se presenta escasez de harina de trigo para la producción de pan / Foto Reuters
Hasra en la panaderías se presenta escasez de harina de trigo para la producción de pan / Foto Reuters

 

Venezuela también sufre de una de las mayores tasas de inflación del mundo, aunque determinar exactamente cuán rápido están subiendo los precios es motivo de debate. El banco central, que ha publicado datos de forma esporádica este año, indicó el mes pasado que la inflación se ubicaba en una tasa anual de 63%.

No obstante, economistas independientes como Steve H. Hanke, profesor de la Universidad JohnsHopkins que estudia divisas en problemas, calcula la tasa de inflación de Venezuela en más del doble de ese porcentaje. La semana pasada, el fabricante de productos de limpieza Clorox Co. citó una inflación de tres dígitos y controles de precios que lo obligaban a vender productos a pérdidas como factores para el cierre de sus operaciones en Venezuela.

Parte del problema es el complicado sistema de controles de divisas. Existen tres tasas de cambio oficiales, desde 6,3 bolívares por dólar hasta 50 bolívares por dólar, pero el gobierno limita estrictamente el acceso a dólares a las tasas oficiales. Así que muchos ciudadanos comunes acuden al mercado negro para tratar de convertir sus bolívares en algo que pueda retener su valor.

La diferencia entre las tasas de cambio es tan amplia que Venezuela puede ser uno de los países más baratos o más caros del mundo, dependiendo de cuál parámetro se use. Una Big Mac de McDonald’s cuesta US$2,16 a la tasa del mercado negro, pero US$32,53 al tipo de cambio más fuerte. Esto significa que los consumidores que tienen acceso a dólares tienen una gran ventaja sobre los que ganan en bolívares.

La combinación tóxica de inflación y escasez empeora la situación para la divisa. Por ejemplo, la producción de autos ha colapsado durante el presente año debido a que las empresas no pueden conseguir dólares para comprar los suministros que necesitan para su fabricación.

“Los venezolanos solían invertir en autos y apartamentos para proteger sus ganancias”, dice Luis Oliveros, un economista y profesor universitario de Caracas. “Pero esos no son activos que se pueden comprar y vender con facilidad, así que la gente está frenéticamente concentrada en conseguir dólares”.

Durante la última década, el gobierno socialista de Venezuela se ha embarcado en una ola de gastos, con subsidios a la gasolina y los alimentos, entre otros. En 2008, el entonces presidente Hugo Chávez le quitó tres ceros al bolívar en lugar de reducir el ritmo del gasto. La moneda fue rebautizada temporalmente el “bolívar fuerte”.

La denominación más alta desde entonces ha sido el billete de 100. En 2008, esa nota valía casi US$50 al tipo de cambio oficial, y cerca de US$20 en el mercado negro.

Hoy en día, se puede ver a los vendedores de lotería sosteniendo fajos de billetes mientras venden boletos a los autos que pasan. Los operadores de carritos de hamburguesas y hot dogs barajan fajos de bolívares con una mano mientras ponen los condimentos con la otra.

Zimbabue imprimió billetes de 100 billones (millones de millones) antes de permitir en 2009 transacciones en divisas y eliminar la vieja moneda.

La depresión alemana de los años 20 produjo imágenes de residentes cargando pilas de marcos en carretillas o incluso usando efectivo para encender hornos.

Un billete de 500 o de 1.000 bolívares podría ser de ayuda en Venezuela, afirma Orlando Ochoa, profesor de economía de la Universidad Católica Andrés Bello. “Pero el gobierno nunca haría eso porque tendrían que reconocer que el problema de la inflación se está saliendo de las manos”.

Un vocero del banco central no respondió a llamadas en busca de comentarios. Las cifras de la entidad muestran que el número de billetes de 50 y 100 bolívares en circulación casi se ha duplicado desde comienzos de 2013, con una tasa de crecimiento más veloz que la de billetes de menor denominación.

De todas formas, los venezolanos se quejan de que los billetes de más valor son difíciles de encontrar.

“Es una locura”, dice Yliana Osorio, una residente de Caracas. “Vas al banco a cambiar un cheque de 10.000 bolívares y el banco no te da sólo billetes de 100 sino una pila de 20 también. Dicen que tienen que racionar los billetes de 100 entre todos los clientes”, señala Osorio.

La queja también se escucha de residentes de la frontera con Colombia. Muchos de los billetes de bolívares terminan en casas de cambio en ciudades colombianas como Cúcuta debido a la alta demanda entre los colombianos que quieren convertir sus pesos a la moneda venezolana en el mercado negro y luego cruzar la frontera para comprar bienes baratos subsidiados por el gobierno.

 

Reportaje de  Kejal Vyas publicado en The Wall Street Journal en español