Crean en laboratorio un posible precursor de la vida

Crean en laboratorio un posible precursor de la vida

(foto archcivo)
(foto archcivo)

¿Cómo surgió la vida? Se trata de una de las grandes cuestiones de la Ciencia y, hoy por hoy, no tiene aún una respuesta clara. ¿Y podrían los científicos crear vida en sus laboratorios? En este sentido, se han llevado a cabo ya un buen número de experimentos, pero los resultados, hasta ahora, no han sido concluyentes. El origen de la vida, sin embargo, no es algo que interese solo a los biólogos, sino también a los investigadores que se dedican al desarrollo de las tecnologías del futuro. Si fuera posible crear sistemas vivientes artificiales, no solo se lograría comprender cómo pudo originarse la vida, sino que se revolucionaría el futuro de la tecnología. abc.es

Las protocélulas son los sistemas vivientes más simples y primitivos que existen. De hecho, el precursor más antiguo de la vida en la Tierra fue una protocélula, y ese es precisamente el motivo por el que estos organismos fascinan a los científicos de todo el mundo. Si la Ciencia pudiera crear una protocélula, se habrían conseguido las bases para crear formas de vida artificial más avanzadas.

No se trata de una tarea sencilla, y hasta el momento nadie ha conseguido aún llevar a cabo esa hazaña científica. Uno de los principales desafíos para conseguirlo es el de crear las cadenas de información que deberán heredar los descendientes de esa primera célula, o protocélula. Una información que los organismos vivientes transmiten a través del ADN y el ARN y que es imprescindible, también, para controlar el metabolismo celular y para dar a las células las instrucciones de cómo deben dividirse.





Ahora, un grupo de investigadores de los departamentos de Física, Química, Farmacia y del Centro de Tecnologías Vivientes Fundamentales (FLINT) de la Universidad del Sur de Dinamarca, describen en un artículo publicado en Europhysics Letters cómo han logrado descubrir algunas de esas líneas de información gracias a un modelo computerizado.

Para Steen Rasmussen, director del FLINT, “Hallar los mecanismos para crear cadenas de información resulta esencial para los investigadores que trabajan en vida artificial“.

Rasmussen y sus colegas se han tenido que enfrentar a dos problemas. Primero, que las cadenas moleculares muy largas se descomponen en el agua, lo que significa que las cadenas de información demasiado largas se rompen muy deprisa en presencia del líquido elemento, y dan lugar a una serie de cadenas más cortas. Y segundo, resulta muy difícil conseguir que estas moléculas se repliquen sin utilizar enzimas modernas. Resulta más sencillo llevar a cabo una “ligadura”, esto es, combinar dos cadenas cortas en una más larga. Y ese es precisamente el mecanismo utilizado por los investigadores.

“En nuestra simulación informática -explica Rasmussen- o dicho de otra forma, en nuestro laboratorio molecular virtual, las cadenas de información empiezan a replicarse más deprisa y de forma más eficiente de lo que esperábamos. Sin embargo, nos llamó mucho la atención comprobar que se desarrollaban rápidamente y por igual el mismo número de cadenas de información cortas y largas, y que en el proceso se apreciaba, además, un fuerte patrón selectivo. Pudimos ver, en efecto, que solo patrones muy específicos de información de las cadenas podían encontrarse en las cadenas supervivientes. ¿Cómo podía darse esta selección tan coordinada, cuando nosotros no la habíamos programado? La explicación hay que buscarla en el modo en que las cadenas interactúan unas con otras”.

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