William Anseume: Maduro desarme

William Anseume

El presidente obrero realizó un pésimo e ingrato anuncio espectacular. Indicó que sus colegas estarán oficialmente armados. Habrá así una “Milicia obrera bolivariana”, portadora de armamentos en “todos los centros de trabajo”.   Alocadas expresiones imposibles de llevar a cabo en ningún lugar racionalizado. ¿Qué implica un anuncio así? ¿La expresión de un terrorismo de estado inoculado   en cada centro laboral? ¿El control de los trabajadores y los lugares del desempeño productivo por algún “sapo” superior en posibilidades belicosas? ¿La defensa intrínseca de la patria por quienes sí la sienten de verdad?

¿Para qué esa ar-madura? ¿Qué teme el obrero presidente? Pareciera la expresión de un miedo intrínseco por lo que sabe que vendrá: la manifestación genuina e irrefrenable de un malestar incontenible, las hordas exigiendo sus derechos: a vivir, a comer, a educarse a plenitud, a poseer una vida digna producto de sus actividades laborales.





Al parecer no le ha bastado al gobiernito con controlar casi todas las esferas públicas de difusión masiva: periódicos, radio, televisión, libros, cadenas de librerías, carteles, vallas y panfletos, metro, tren, teleférico…, para acallar las ideas contrarias. Ahora requiere que ni el chisme se riegue en los lugares del desempeño laboral. Nos quiere a todos calladitos y perseguidos, por un controlador armado, además; nos quiere imponer a como dé lugar el pensamiento estipulado en el “socialismo del siglo XXI”, ya que no puede por la vía del convencimiento y la manipulación, accede a la violencia, visual y enunciativa, de las armas.

Imagino los trabajadores custodiados por los milicianos, apostados en los pasillos de las fábricas, un súper-jefe absolutamente convencido de que Maduro es bueno, de que es el verdadero heredero del pensamiento chavista, del comunismo, del Ché, de los Castro, de Mao, de los lejanos rusos y chinos. Con su AK47 terciada para intimidar a quien murmure, a quien lo mire feo, a quien tenga una mujer más bonita que la de él para lucirla, quizá para más nada. Es este el otorgamiento de un súper poder en medio de la que debe ser la labor productiva. “El estado te dice que vengas a trabajar, que hagas lo que él diga y si no te sale”. ¿Qué le sale? ¿Un tiro, dos, tres? ¿Si alguien habla de algo que no le guste al “Estado”, representado por el miliciano, éste lo mata, o solo lo hiere, o solo lo asusta? ¿Para qué estará ese miliciano allí armado? ¿Sólo para vigilar? ¿Serán armas de juguete, dignas de ser probadas en su in-utilidad? ¿O dispararán de verdad sobre quien quieran?

¿Y los requisitos para integrar  lucubración tan aberrante y absurda cuáles serán? ¿Haber matado? ¿Ser un digno integrante de alguna misión? ¿Haber echo un cursito de pararse firme con algún militarote que nunca ha guerreado ni lo hará? ¿Y cuando el compañero de trabajo se canse de los abusos, qué hará? ¿No se le sacará otra arma más potente? ¿No lo esperará en la bajadita después de haberle zamureado a la mujer a juro? ¿O es que la violencia oficialmente impuesta así traerá ramos de flores en su lugar?

Si delicado es decirlo con la ligereza del presidente; hacerlo, aparte de impracticable, significaría quebrantar aún más el hilito que queda de sostén y contén de este inmenso despropósito explosivo que es hoy en día la república. Si lo que busca es refrenar las pasiones por destruirlo  todo, con la boca, o de acción, de mucha de la gente quebrantada en su ser por no poder ser lo que quiere y como quiere, como debería realmente ser, el efecto de las “milicias obreras bolivarianas”, será justo el contrario. A menos que lo que se busque sea   el acabose fatal y definitivo de la incontinencia social, armada.

¿Cómo diablos queda la famosísima, sobre todo por estúpida en su aplicación, Ley para el desarme y control de armas y municiones? ¿No es una  absurda contradicción oficial “Impedir, combatir y erradicar la fabricación y el tráfico ilícito de armas de fuego y municiones; así como crear los planes para ejecutar, coordinar y supervisar el desarme de las personas naturales”, como señala explícitamente esta ley y propiciar al tiempo que haya más elementos civiles armados que sin duda causarán la protección también armada de los otros que rodean al compañero trabajador para también contenerlo a tiros cuando se propase, como todos sabemos hará con el poder que se le otorga?

El gobierno, su poderío y una parte importante de las Fuerzas Armadas, quienes tienen el deber constitucional de velar por las armas de la república y en ella, se van quitando la hipócrita careta de que no son los generadores de la violencia consuetudinaria en nuestro país. Y este absurdo ridículo de las milicias obreras, por suerte es irrealizable, pero de hacerse será de una desproporción tal el resultado que inundará mucho más de sangre todo y seremos indudablemente un país más rojo.

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