David Morán Bohórquez: Alberto Quirós Corradi, el primer “glocal” que conocí

David Morán Bohórquez: Alberto Quirós Corradi, el primer “glocal” que conocí

Alberto Quirós Corradi (1931 – 2015)
Alberto Quirós Corradi (1931 – 2015)

 

En mis dos últimos años de estudio de ingeniería industrial en la UCAB, en 1982 y 83, solíamos tener, el grupete de estudio, interminables tertulias sobre qué estaba pasando en Venezuela y en el mundo. Leíamos ávidamente y discutíamos sobre calidad total, procesos de manufactura asistidos por computadoras, robótica, globalización y petróleo. También hablábamos sobre un tema nuevo, la “Glocalización”, una fusión entre globalización y localización, que se desarrollaba en Japón. En el cafetín de la UCAB participaban Carlos Saura, Jon Petersen, Manolo Landeira, Víctor García, Lorenzo Bittolo, Eliseo Rúa, Antonio Colmenares entre otros. Soñábamos que en nuestro ejercicio profesional y personal seríamos “glocales”: Pensaríamos globalmente y actuaríamos localmente. Que apenas obtuviéramos el diploma nos comeríamos el mundo.

Me gradué de ingeniero industrial en 1983, el mismo año que mi padre, Alberto Morán Pacheco; salía jubilado de Maraven, luego de 45 años de servicios ininterrumpidos. Había comenzado en la Cía Shell de Venezuela a la edad de 15 años, apenas muerto prematuramente mi abuelo. Todavía conservo la carta que con motivo de su jubilación le escribiese el presidente de Maraven S.A. Alberto Quirós Corradi.





Quirós y su esposa Yolanda me regalaron un bolígrafo de “ingeniero” con motivo de mi graduación. Al llamarlo para agradecerle me pidió que le dijera Alberto y no Dr. Quirós. Y así lo hice desde entonces, hasta que con el paso de los años, no recuerdo cuándo, simplemente lo llamé Sensei. Ya había crecido en mí la admiración, respeto y afecto que mi padre también le tuvo.

Solían jugar dominó. Para ello se turnaban las casas, donde organizaban las “pollas” generalmente en dos mesas. La dueña de la casa preparaba la comida y los tragos iban por cuenta del anfitrión. Generalmente los jueves, comenzaban puntuales a las 5 de la tarde y a las 9 de la noche se habían ido todos. Eran ultradisciplinados en el horario. Al otro día estaban en la oficina a las 7:30 am.

Cuando iban a mi casa los observaba y me sentaba un rato haciendo de “mirón”. Ahí estaban Samuel Wilhem. El “Ñato” Carrillo, “Tony” Rojas, Carlos Irwin, Ramón Monzant, Rafael Pardo, Américo Giusti, Licinio Morán, y Alberto Quirós entre otros. Les oía sus conversaciones sobre petróleo, gerencia, vivencias en los campos petroleros y en sus asignaciones en el exterior. Hablaban de pesca, boxeo, beísbol. También de mercadeo, refinerías y producción. A mis 14 años me importaba poco que Quirós fuese el presidente de Shell de Venezuela y luego de Maraven. Me llamaba la atención que era el más joven, que además tenía “melena” y se vestía a la moda. Que había viajado por medio mundo, y que podía describirlo tan en detalle como detallaba Maracaibo, Lagunillas, Bachaquero, Puerto Miranda, Cardón o Catia La Mar.

Ya en los ochenta Quirós comenzaba a “sonar” fuera de la esfera petrolera. Había comenzado a escribir sobre temas gerenciales y dictaba conferencias. Desde Maraven apoyaba la difusión de la cultura nacional y el deporte. También el conocimiento de lo que era la industria petrolera nacional en la sociedad venezolana. Y así continuó haciéndolo hasta sus últimos días.

En 1984 ya comprendíamos perfectamente el término glocalización. Había avanzado su estudio y su adaptación por miles de empresas e instituciones en el mundo. Y en el caso venezolano, la más glocal era precisamente la industria petrolera. “Lo teníamos ahí y no lo habíamos visto” recuerdo que alguna vez le comenté a Carlos Saura.

 

Alberto Quirós habla durante el acto de despedida de los jubilados Alberto Morán (mano en el flux) y Carlos Irwin (izquierda)
Alberto Quirós habla durante el acto de despedida de los jubilados Alberto Morán (mano en el flux) y Carlos Irwin (izquierda) en 1983

 

Ya jubilado mi padre, en algunas tardes, rumbo a mi apartamento, lo visitaba en su casa. Solíamos tomarnos un par de whiskies. “Uno es poco y tres son muchos” me decía. Una tarde le pregunté sobre la carrera de Quirós en Shell, ya que el área de mi papá era la administración de personal: “Un verdadero high flyer, David” contestó (era la primera vez que oía el término). Me dijo que en su larga carrera en Shell había conocido a dos verdaderos high flyers (personas jóvenes con el potencial de ocupar los más altos cargos de una corporación), uno de ellos Michael “Mike” Pocock, (quien luego sería Chairman de la Shell Transport and Trading Company), quien estuvo algunos años trabajando en Venezuela, y el otro, Alberto Quirós. Con la estatización de la industria, el joven Quirós prefirió seguir su carrera en Venezuela que continuar ascendiendo en la compañía Shell en el mundo.

La Cía Shell de Venezuela tenía a un buen lote de venezolanos destacándose en sus labores. Ya en los años setenta, muchos de ellos ocupaban altísimas posiciones gerenciales. Jesús Antonió “Tony” Rojas, ingeniero civil margariteño, ascendía a la Vicepresidencia de Shell en Venezuela. Era el primer venezolano en volar tan alto en esa compañía.

Atrás venían en cerrada competencia Lucio Mazzei, Carlos Castillo y Alberto Quirós. Todos con sobradas credenciales. Mazzei sería enviado a Argentina a la presidencia de Shell en ese país, Castillo iría de presidente de Shell en Nigeria. Y a Quirós lo dejaron en Venezuela.

En mi desarrollo profesional pude entender del sensei Quirós su natural y súper estructurada capacidad de análisis. La dimensión global de su equipaje cultural. El afán por aprender, por conocer profundamente, integralmente, sin atajos ni muletas. Comprendí entonces, luego de años, que Alberto Quirós Corradi fue el primer “glocal” que había conocido.

Así entendí por qué la Shell lo había dejado en Venezuela. Significaba tanto como llevar a cabo el proceso más complejo que tenía Shell en el mundo: Completar la reversión de los activos propios al gobierno de Venezuela, de manera ordenada, justa y sin detener las operaciones de la industria. El tiempo demostró que fue una excelente selección. Y el compromiso con su país y sus compañeros, del más internacional de los trabajadores petroleros venezolanos del momento.

Un día, luego de una conferencia que dictaba sobre el negocio petrolero nacional, un espectador me increpó que fue Rafael Caldera el que firmó la ley de reversión de la industria de Hidrocarburos y que fue Carlos Andrés Pérez el que firmó el decreto de nacionalización de la industria. “Eso es muy cierto” le contesté. “Ellos firmaron los decretos, pero personas como Quirós hicieron la obra”

La Cia Shell de Venezuela dio paso a la estatal Maraven S.A., con Quirós de presidente y Carlos Castillo de vicepresidente. Y un directorio de venezolanos extraordinarios. Luego vendrían otras generaciones muy preparadas, a ocupar los cargos de los pioneros.

Alberto Quirós salió jubilado de Lagoven, como presidente y fue contratado como Director del diario El Nacional, donde estuvo algunos años. Recuerdo que le pregunté “Y ahora… ¿vas a petrolizar (en cuando al estilo gerencial) a El Nacional?” “Para nada” me dijo. “Por el contrario, el que se va a “nacionalizarsoy yo” indicando que absorbería de esos trabajadores lo mejor de su cultura y que él les aportaría (a ellos) su experiencia. Al salir de El Nacional, el sindicato de trabajadores de ese diario le hizo un acto de despedida a “su” director.

 

De izquierda a derecha: Luis E. Giusti, Presidente de Maravan S.A.; Alberto Quirós Corradi, Director de El Nacioanl; Alberto Morán Pacheco, jubilado Maraven y Alberto Morán Bohórquez, Gte. Adm. PARC Maraven / Foto DMB
De izquierda a derecha: Luis E. Giusti, Presidente de Maravan S.A.; Alberto Quirós Corradi, Director de El Nacioanl; Alberto Morán Pacheco, jubilado Maraven y Alberto Morán Bohórquez, Gte. Adm. PARC Maraven / Foto DMB

 

 

Alberto siguió así desarrollando su potencial de high flyer que desde muy joven le detectaron. En lo particular opino, que es el venezolano que más le ha aportado a la ciencia gerencial en los últimos 50 años en el país. Desde la óptica de la administración del personal, los sistemas de evaluación de desempeño, la forma de abordar las contrataciones colectivas y el medio ambiente del trabajo, hasta los sistemas de licitación, selección de tecnología y establecimiento de contratos comerciales. De todo ello quedan sus testimonios escritos. Alberto propagó como pocos, los beneficios del mérito –la meritocracia– para las familias, las empresas y la sociedad en general.

Como glocal Alberto abordó sin complejos su relación con otras sociedades y culturas. Podía entenderlas y como tal podía hacer que a él lo entendieran. Alberto entonces creó venezolanidad en el mundo. Fue referencia del país en los ámbitos que abordó.

Tal comprensión lo llevó a ser un vanguardista. Hasta sus últimos días lució un razonamiento fresco e innovador. Alberto fue siempre joven.

En su vida, a Quirós Corradi le tocó compartir con miles de personas. Pero hay un hilo común en todos ellos: Quienes lo conocieron le tenían estima y respeto, desde los más humildes hasta los muy poderosos. Y ¿Por qué? Porque como pudieron haber leído, el genuino éxito de Alberto era el éxito de cada uno de ellos. Porque como glocal, Alberto Quirós Corradi triunfó como venezolano.