Leonardo Morales P: Un gobierno responsable

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Los venezolanos, todos y sin distingo de condición social ni de posición ideológica, estarían más tranquilos si tuvieran una muy ligera percepción de que se está haciendo lo posible para que la crisis que atraviesa el país llegará a su fin.

Pero no es eso lo que avizora cualquier mortal habitante de esta tierra. Aquel que hace largas colas mañaneras, que ya se convierten en un episodio normal, para adquirir los productos básicos de la canasta alimentaria, no presiente que las cosas vayan por buen camino. A quien vive angustiado por los altos precios y soporta la odiosa circunstancia de sentir como el salario alcanza para bastante poco, menos puede imaginar que despertará una mañana con la certidumbre de poder llevar a su familia aquellas cosas que valoran y dan sentido a la vida.





La vida no es fácil para el pobre, para el que poco atesora, tampoco para el rico. Pero la vida no debe ni tiene porque ser una tragedia.

Cuando los ciudadanos de un país asisten cívicamente a los comicios electorales para elegir sus autoridades ejecutivas y legislativas, lo hacen con la esperanza de que el gobierno y sus representantes vuelquen todos sus esfuerzos para que sus nacionales lleven una vida que tienen razones de valorar.

Chávez y Maduro, sus tortuosos años de gobierno, no han hecho otra cosa que convertir la vida de los venezolanos en una penosa tragedia: no fue suficiente construir artificiales diferencias entre venezolanos, sino que también han posibilitado la fractura familiar con fuga de jóvenes en busca de mejores oportunidades allende nuestras fronteras.

Quienes gobiernan saben de la severa crisis que atraviesa el país. No hace falta que la oposición les diga lo mal vamos y estamos, de la necesidad de imprimir un cambio de rumbo para que en algún momento las cosas mejoren. Lo saben tan bien que el único remedio a su alcance es el ocultamiento de los indicadores económicos.

La obligación de un gobierno responsable ante una calamidad tan enorme como la de Venezuela, es la de buscar entre los suyos y dentro de las fuerzas que le adversan salidas consensuales a la crisis. El país no debe ser castigado con las búsquedas de diferencias sino con el encuentro de coincidencias. Un gobierno responsable buscaría entre los venezolanos los talentos, que los hay, para proveer una mejor calidad de vida.

Esconder lo que ya no es posible ocultar, confrontando con los Estados Unidos, primero, y ahora, con España, no es más que una detestable mezquindad con una sociedad que soporta, nadie sabe cómo ni por qué, las penurias que les ha impuesto un modelo económico que fracasa estrepitosamente.

Transitar el camino de la concordia dejando de lado las amenazas, desdeñar la diatriba por la tolerancia y auspiciar la decencia por encima de las chocarrerías, es el signo que debe acompañar un gobierno responsable, al que todos tenemos derecho a invocar como una tarea impostergable.

@leomoralesP