Pompeyo Márquez, de cumpleaños por @lmesculpi

thumbnailluismanuelesculpiAsí acostumbraba titular las reseñas de las páginas sociales las recepción a propósito de esas celebraciones. No pensaran mis estimados lectores que pretendo hacer una crónica acerca de un evento de ese tipo. Hace  exactamente una semana un maestro, un compañero, un amigo cumplió 93 años.

La primera vez que tuve conocimiento de su existencia era yo un niño estudiante de primaria, cuando mi padre entonces militante comunista,me llevó a conocer a esa leyenda de la lucha contra la dictadura perijeminista, Santos Yorme quien vivía en Coche, parroquia El Valle, zona donde también nosotros habitábamos.

Después de ese reconocimiento, lo vi desde lejos en una tarima en el vetusto Palacio de los Deportes, o en alguna verbena, cuando ya era militante de la Juventud. Mientras estuvo preso en el San Carlos, leíamos semanalmente “Que pasa en Venezuela” con el nombre de Carlos Valencia “trazaba la línea  seguir” por los militantes del Partido y la Juventus, además sabia de él a través de Octavio seudónimo de su hijo Iván con quien compartimos militancia en la adolescencia. Pompeyo luego me contó que conocía también de mi existencia por esa misma vía.





Jamás podría imaginar que con el transcurrir de los años, pese a la gran diferencia de edad, habríamos de compartir numerosas experiencias, que me han servido de un gran aprendizaje, en verdad Pompeyo Márquez es un pedagogo, resulta imposible compartir durante muchos años con él y no extraer de esas vivencias el aleccionamiento entusiasta no solo para la acción política, sino también para las más variadas facetas. El par de años finales de su clandestinad, el debate en el seno del PCV y esa hermosa aventura que fue durante un tiempo el proyecto del MAS nos permitió confraternizar y asimilar lecciones para el compromiso y para la vida.

Su trayectoria es suficientemente conocida, su inteligencia y coraje en la lucha por la democracia en tiempos dictatoriales, su dedicación desde los 14 años al compromiso, su entrega y audacia en la década de los 60 y sobre todo su voluntad de rectificación, su honestidad y de amplitud para superar los dogmas y asumir los desafíos de la modernidad. No insistiré en ellos, quisiera destacar otros aspectos de su personalidad como su valoración del debate de las ideas, su tolerancia por quienes difieren de sus puntos de vista, con no poca frecuencia nos hemos encontrado en tal situación, y su gran capacidad para hacer amigos en las más diversas áreas; precisamente una de sus características que resalta es el altísimo valor que le concede a la amistad.

He oído de su voz infinidad de anécdotas de la distintas épocas que le ha tocado vivir, siempre condimentadas con el buen humor- rasgo que también le es característico- alguna de ellas están relatadas en sus memorias. Pese a sus actuales limitaciones físicas sorprende la lucidez conque dicta sus artículos, mantiene su avidez por la lectura y su afán por estar al día. Pude de nuevos  constatarlo en el último encuentro que sostuvimos junto a gran amigo; Rafael Guerra Ramos.

Pompeyo estaba leyendo dos libros simultáneamente “Historias que hicieron Historias” de Rafael Simón Jiménez y “El hijo de la Panadera de Inés Quintero. Nos consultó acerca de nuestras últimas lecturas y nos solicitó recomendaciones.

Nos llamó especialmente la atención el siguiente comentario: ” leí recientemente a Cicerón” en son de broma señaló -no el de José Vicente- allí tengo los diálogos sobre la vejez y la amistad” y nos señaló como había asumido esta edad como una etapa más de la vida, al igual que la infancia, la adolescencia y la niñez. Afirmó “ella tiene sus impedimentos, por supuesto, pero tiene sus cualidades, nuestra experiencia y capacidad de reflexión no la teníamos en toros tiempos”. También en este agradable encuentro también se interesó por leer  “El Fin del Poder” de Moisés Naim y “El Capital del siglo XXI” de Thomas Piketti. Inicialmente me los solicitó en préstamo, luego mostró disposición a adquirirlos. Sorprende el entusiasmo y la voluntad de a esa edad leer tal variedad de temas y de complejidad de textos.

En esa visita Pompeyo nos reiteró su deseo de vivir para ver el rescate de la vida democrática y la superación la situación que nunca imaginó viviríamos los venezolanos.

Hace una semana exactamente lo llamé para felicitarlo y su animada respuesta fue: ” Aquí estamos vale, llegué a los 93″. En el discurso inaugural de la Feria del libro de Chacao el homenajeado también Maestro del compromiso y de las letras narró una entrevista una periodista le interrogó acerca de l importancia de ese homenaje el escritor respondió palabras más, palabras menos: ” es que se hace mientras estoy vivo”. Por idénticas razones quise dejar en esta columna testimonio de consideración, respeto y afecto al amigo, compañero y maestro.