Insulza, un hombre de acción ralentizado en una OEA dividida

José Miguel Insulza, Secretario General de la Organización de los Estados Americanos OEA

José Miguel Insulza es un hombre de acción que llegó a la OEA avalado por su destreza para zanjar crisis en Chile, una fama que no ha logrado replicar en un organismo cuyas limitaciones estructurales y creciente división restaron impacto práctico a su gestión, pero no agotaron su ambición política. EFE/Lucía Leal

El secretario general saliente de la Organización de Estados Americanos (OEA), que hoy se despidió del Consejo Permanente del organismo para pasar el martes el relevo al uruguayo Luis Almagro, es un sagaz diplomático de innegable presencia física y política, que ha cosechado odios y afectos casi por igual en Washington.





A sus 71 años, el político chileno ha pasado la última década como gerente de una organización donde la mayoría de las decisiones corresponden a los Estados miembros y no al secretario general, una situación que ha supuesto un freno importante para un hombre cuya capacidad resolutiva le mereció el apelativo de “pánzer” en Chile.

“Si usted me pregunta a mí si en algún momento me sentí frustrado de no poder hacer ese mismo día lo que tenía que hacer (en la OEA), por cierto que sí”, dijo Insulza en una entrevista con Efe.

A Insulza le “divierte” el apelativo de “pánzer” por el que se le conoce en Chile y que se ganó por su pulso firme al resolver crisis cuando era ministro de Interior (2000-2005).

“A la gente le gusta en Chile, me piensan una persona combativa, que va de frente, y a mí me parece bien, no me quejo de eso”, resume Insulza.

Esa imagen sigue siendo hoy el principal capital de Insulza en Chile, a donde regresará en pocos días para, según dice abiertamente, volver a vincularse a la política chilena, quizá “aconsejando a los que ocupan cargos” públicos como los que él tuvo durante más de una década en su país antes de llegar a la OEA.

En la organización regional, Insulza se topó con una crisis financiera y estructural que hoy persiste y con el reducido espacio de acción que otorgan al secretario general los estatutos de la OEA.

“Él es un hombre de acción, y le tocó entrar a lidiar una cantidad de problemas administrativos que desgastan a un político por esencia”, afirmó a Efe una fuente diplomática que conoce de cerca al hasta ahora titular de la OEA.

Pero también se vio frustrado en gestiones políticas, como la reciente crisis en Venezuela, donde la oposición le reprocha no haber actuado más decisivamente y él defiende que fue la falta de voluntad de los países lo que le impidió hacerlo, algo que muchos reconocen en los pasillos de la OEA.

“Él es un gerente, no un presidente. Y a un gerente muchas veces le toca bajar la cabeza, mejorar los tonos, porque no puede ir a decirle a la junta directiva muchas cosas”, dijo una de las fuentes.

Quienes conocen bien a Insulza dicen que es un hombre cálido y bromista, muy culto, con la “estructura mental” de un presidente y una memoria prodigiosa, pero al que le cuesta comunicar “todo lo que tiene por dentro”, lo que le genera más enemigos de los que merece.

Entre sus logros como secretario general está la publicación del informe sobre drogas en 2013, la vuelta de Honduras a la OEA tras una tensa suspensión después del golpe de Estado de 2009, y el levantamiento ese mismo año de las sanciones que excluían a Cuba de la organización, aunque la isla no ha vuelto por ahora a su seno.

Nacido en Santiago de Chile en 1943, Insulza creó en su juventud el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU), que apoyó en 1970 la candidatura presidencial de Salvador Allende.

Pronto se convirtió en asesor de la Cancillería de Allende, pero el golpe de Estado de 1973 lo obligó a exiliarse en Italia hasta 1980, cuando se trasladó a México “con 39 años y 39 dólares en el bolsillo”, según se le ha escuchado recordar.

Su apego a la figura de Allende persistió en su exilio mexicano, donde fue catedrático y desarrolló una amistad muy cercana con Hortensia “Tencha” Bussi, la viuda del fallecido presidente.

Como “Tencha”, Insulza regresó a Chile de la mano de la democracia, y ocupó distintos cargos en la Cancillería durante el Gobierno de Patricio Aylwin (1990-94), hasta que su sucesor, Eduardo Frei, lo nombró ministro de Relaciones Exteriores en 1994.

En 1999, fue ministro secretario general de la Presidencia, y en 2000, ministro del Interior y vicepresidente con Ricardo Lagos.

Casado en terceras nupcias desde 1992 con la economista mexicana Georgina Núñez y padre de tres hijos, Insulza se hizo con la Secretaría General de la OEA tras una reñida votación contra el entonces canciller mexicano Luis Ernesto Derbez.

Siempre en primera línea del Partido Socialista chileno, Insulza coqueteó varias veces con la Presidencia de Chile: en 2009 estuvo a punto de abandonar la OEA para presentarse a las elecciones en su nación, y hay quienes no descartan que su partido, en algún momento, vuelva a pedir al “pánzer” que entre a mandar en el país.