La vida normal y simple en Venezuela es la más difícil de vivir

La vida normal y simple en Venezuela es la más difícil de vivir

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Vivir en Venezuela. La vida normal, la de levantarse, asearse, llevar a los niños al colegio o estudiar, comprar comida y de pronto hasta viajar, enfermarse y tratarse, divertirse afuera o en casa, tramitar algún documento, llenar el tanque de gasolina de su carro, esa vida –la más simple que se pueda imaginar en un país normal– es difícil.

Lo que antes se daba por hecho pasa hoy por trabas que ni se pensaban hace un año, afectan la cotidianidad de quienes viven en el país sin distingo de edad, nacionalidad o estrato social.





Con la mejor de las suertes, todos los días hay que lidiar por lo menos con una de esas restricciones que mortifican hasta el más paciente de los venezolanos y que afectan la calidad vida de la que históricamente se enorgullecían.

Hacer filas para comprar mercados y además poder hacerlo solo en determinados días, de acuerdo con el último número de la cédula, pero además no poder adquirir sino cantidades limitadas o no poder comprar todo lo que se quiera con tarjeta de crédito cuando se va al exterior son algunas de esas trabas. Veamos:

1. La plata no alcanza

Tan sencillo como eso. Aunque el Banco Central de Venezuela no ha publicado el índice de inflación en lo que va del 2015, los economistas calculan que el poder adquisitivo se deprecia entre 10 y 12 por ciento al mes. El salario mínimo aumentado por el Gobierno alcanzó los 7.324 bolívares mensuales, que a la tasa oficial más alta del dólar (de 199 bolívares) lo deja en 36 dólares mientras la canasta básica familiar mensual es de 185 dólares. Vale decir que los precios de los bienes en Venezuela están más anclados al ‘dólar negro’ que se acercó a los 400 bolívares por dólar, por lo que ocurren cosas como esta: el mercado por el que pagó 2.000 bolívares en enero hoy le costará por lo menos 6.000.

2. Cédula y huellas

Ante la escasez de productos, los supermercados establecieron que las compras de bienes de precios regulados (azúcar, leche, pollo, arroz o café, y productos como pañales, champú o detergente) serán por el último número de cédula lo que baja la posibilidad de adquirirlos a dos días por semana. Ello no significa que conseguirá lo que busca, será lo que haya llegado ese día al local. En algunos mercados de la frontera y en la red Farmatodo se pone la huella dactilar.

3. Límite de productos

Los productos regulados solo pueden comprarse en las cantidades limitadas por el local en cuestión. Dos paquetes de pañales, no más de 2 kilos de azúcar o dos botellas de aceite, por ejemplo. La carne de res está prácticamente desaparecida de los mercados, no suele venderse más de un pollo por persona. Actualmente, por problemas de disponibilidad de envases, no se consigue agua mineral embotellada.

4. Acceso a medicinas

Todavía no hay que presentar cédula o huella, pero no se consiguen medicinas en Venezuela. La Federación Venezolana de Farmaceutas reporta una escasez de medicamentos de 70 por ciento que van desde insumos básicos –no se consiguen pastillas para los problemas de tiroides ni anticonceptivos, por ejemplo– hasta especializados para el tratamiento de enfermedades como cáncer, diabetes o el VIH.

5. Intermitencia en servicios

Los servicios de agua corriente y electricidad sufren cortes constantes en todo el país, con más intensidad en el interior. Al menos tres veces a la semana se va la luz en ciudades como Barquisimeto, Maracaibo y Valencia. Esta semana varias zonas de Falcón estuvieron 7 días sin electricidad, lo que generó protestas callejeras. En Caracas es día de por medio la falta de agua; en Chacao y en sectores de Sucre solo llega agua por tubería una vez cada 21 días. En otros como La Vega, Catia y Propatria le reciben una vez cada ocho días. El pasado lunes se fue la luz en el aeropuerto internacional de Maiquetía, donde solo sirven dos baños por falta de agua.

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