El auge turístico pone a soñar a los cubanos

El auge turístico pone a soñar a los cubanos

El turismo está haciendo soñar en grande a gran parte de los cubanos. AP

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El deshielo en las relaciones con Estados Unidos genera enormes expectativas, alentadas por un aumento del 14% en las visitas de turistas de todos lados y del 36% entre los estadounidenses entre enero y mayo, comparado con el mismo período del año pasado. Se espera que el flujo turístico siga aumentando, en particular el estadounidense.





Esta es la manera en que tres ambiciosos cubanos, parte de una pequeña clase de empresarios privados, generalmente bien educados y con conexiones, esperan beneficiarse con el auge del turismo:

? “Hoy tenemos muchas esperanzas”

Mario Otero, de 25 años, trabaja como mesera en San Cristóbal, uno de los mejores restaurantes privados de La Habana. Saca su teléfono y muestra fotos en las que aparece con algunos de los comensales más famosos que pasaron por el establecimiento: en una se lo ve con Beyonce y Jay Z, en otra con la ex presidenta de la cámara baja de Estados Unidos Nancy Pelosi.

Otero está renovando una casa que espera alquilar a turistas y también trabaja como guía. Sueña con abrir algún día una agencia de turismo. Tiene amigos con autos de los años 50 que hacen de choferes.

Habla muy buen inglés y francés y su personalidad extrovertida, junto con sus conocimientos de la cultura cubana y de la estadounidense, hacen que encaje a la perfección en el mundo del turismo. Durante una visita a la Finca Vigía de Ernest Hemingway, en medio de una multitud de turistas, comenta: “Hemingway era como el rey Midas, todo lo que tocaba se convertía en oro”.

Al recordar el período que pasó haciendo trabajitos durante una vacación que pasó en Tampa, Florida, dice que “subí 10libras” por comer platos estadounidenses. Está ansioso por aprender nuevas expresiones en inglés.

“Los turistas estadounidenses son nuestros preferidos”, asegura, no solo porque dejan buenas propinas, sino porque “quieren divertirse”.

“Disfruto mucho mostrándoles los sitios más lindos de mi país”, agrega.

“El turismo es mi vida”, comenta. “Verdaderamente siento que nací para hacer esto. Tenemos muchas ilusiones”.

? Un bloguero especializado en comidas

En un país donde mucha gente no tiene acceso a la internet, Alain Gutiérrez, de 40 años, se está haciendo sentir en la red. Es un bloguero especializado en la comida cubana que pone comentarios en el portal ATasteofCuba.org. Su objetivo es promocionar los platos tradicionales de la isla y se beneficiaría mucho si Cuba empieza a atraer gente interesada en el tema.

Gutiérrez toma fotos, hace videos y escribe sobre la comida cubana, restaurantes, chefs, recetas y tradiciones culinarias. Colabora con el quincenarios OnCuba, disponible en la red e incluso como revista impresa en algunos sitios de la Florida. Sueña con lanzar una revista digital dedicada a la comida cubana que atraiga publicidad del mundo de la culinaria.

Una escritora estadounidense especializada en culinaria, Anne Katata, quiere que saque fotos para un libro sobre los “paladares”, como se les dice a restaurantes privados, en el que está trabajando. Desean asimismo hacer visitas guiadas enfocadas en los platos nacionales. Y algún día Gutiérrez querría estudiar más sobre el tema en Estados Unidos.

En un restaurante que le gusta, Café Ajiaco, en Cojimar, cerca de La Habana, señala unas frituras de carne, batata y maíz, y el plato Montería, de cerdo desmechado y vegetales.

“Quiero ayudar a rescatar nuestras raíces culinarias y nuestra cultura”, argumenta.

? Una inversión para el futuro

Majel Reyes, de 38 años, estudió inglés y literatura inglesa en la Universidad de La Habana y trabajó como traductora para el gobierno antes de plantearse objetivos más ambiciosos. Con una maestría y experiencia como cineasta, trabaja con equipos que filman publicidades y películas en Cuba.

Pero tiene otros planes. Reyes, quien vive en la casa de su hermano, compró un pequeño departamento en La Habana Vieja, que tenía varias habitaciones pequeñas, y lo convirtió en un elegante departamento de un solo ambiente. Instaló incluso un tanque electrónico que garantiza el flujo continuo de agua en un barrio donde a veces el suministro no es confiable.

La renovación, indicó, le costó tres veces lo que había calculado y le tomó siete meses en lugar de los 45 días pactados con el contratista. Pero está encantada con los resultados. Alquila el departamento a través de Airbnb y otros portales.

? Sin Wi-Fi ni cajeros automáticos

Agencias de viajes y revistas de lujo están alentando a los turistas a que viajen a Cuba antes de que cambie. Pero quienes quieran ir y ver a bailarines de salsa en la calle o a los carros de los 50, deben estar dispuestos a prescindir de la comodidad que implican los cajeros automáticos, las tarjetas de crédito, el acceso al Wi-Fi, el aire acondicionado, los cinturones de seguridad e, incluso, el papel higiénico.

Tenga en cuenta estos ocho consejos a la hora de viajar a Cuba.

? Si necesita algo, tráigalo

Olvidé traer mi cepillo de dientes a La Habana. Me tomó tres días hallar uno

Me hospedé en una “casa particular”, el hogar de una familia cubana que reservé en el sitio de internet Airbnb. Aunque los vendedores ambulantes te ofrecen camisetas del Che y frutas tropicales, no vas a encontrar protector solar o curitas. Los hoteles de lujo te pueden vender algunas cosas en sus tiendas pero no hay muchas opciones.

Los baños públicos no están mal pero me alegré de haber traído un rollito de papel higiénico en mi bolsa.

? Acoso comercial en La Habana

“Buenas vacaciones, señora”.

Así me saludaban alegremente los habitantes de la isla cuando pasaba al lado de edificios derruidos o calles llenas de escombros en muchos sectores de La Habana Vieja. Claro, tuve que haber llamado la atención: soy rubia, alta y tenía un mapa entre manos. Pero las conversaciones con extraños amigables degeneraron, a menudo, en peticiones. Muchos querían venderme cigarros o cambiar mis dólares.

? La lógica en Cuba no funciona

Por la hora de mi viaje a EEUU estuve en el aeropuerto de La Habana a las 5:30 de la mañana con toda la documentación lista. Lástima que el aeropuerto no abría sus puertas sino hasta las 7:00 am.

También fui a la famosa fábrica de tabacos H. Upmann para una visita guiada pero me enviaron a otro lugar a comprar el boleto. Allí me dijeron que no había tour “para hoy”.

Y así fue. En La Habana la lógica de otros países no siempre funciona.

¿Eres lo suficientemente viejo como para tener que acordarte de llevar tu tarjeta de crédito, débito y tu celular a un viaje? Bueno, viajar a Cuba es como remontarse a esas épocas cuando esas preocupaciones no existían. Hay que llevar dinero en efectivo para cambiarlo por pesos. Y no gastes mucho pues sólo hay un puñado de cajeros automáticos y las tarjetas bancarias de Estados Unidos no son aceptadas.

En teoría, un dólar estadounidense cuesta un peso cubano pero el gobierno cobra 13% por la transacción por lo que terminas obteniendo 87 centavos por cada dólar. Los cubanos te pueden ofrecer 90 centavos por dólar; pero ten cuidado en quien confías.

Yo tengo una tarjeta MasterCard, otra Visa y una American Express, pero no pude usar ninguna ahora en mi viaje en mayo. Incluso cuando las reglas cambien, o si sus tarjetas no son de Estados Unidos, las tiendas rara vez aceptan el dinero plástico.

La falta de acceso a la internet hace que resulte muy difícil planear los viajes en Cuba hasta el último detalle. Te lleva varios días confirmar las reservas y los arreglos que hayas hecho porque la mayoría de los cubanos no pueden consultar su correo electrónico desde casa. Y las reservas en línea son realmente exóticas.

Si necesitas meterte a internet en La Habana, los hoteles te venden tarjetas de Wi-Fi que puedes usar en el lobby. Cuestan entre $4 o $5 y te duran 30 minutos. Pero, incluso, con las tarjetas el Wi-Fi a veces tampoco funciona.

? Los autos americanos en La Habana

El ver pasar a los coches antiguos de la década de los 50 suena muy pintoresco… hasta que te subes a uno y te das cuenta de que no tienen cinturón de seguridad, ni aire acondicionado, que las ventanas están rotas, que el motor eructa humo y las puertas se abren de repente cuando el vehículo está en marcha.

No todos los coches viejos provienen de Estados Unidos. Un conductor de veintitantos años me dijo que heredó su coche, un Moskvitch ruso en 1981 de parte su abuelo, que lo recibió como reconocimiento por ser un buen empleado.

Los taxis oficiales, de propiedad del gobierno cubano, parecían estar en mejores condiciones que los automóviles privados, pero a los turistas les cobran de más rutinariamente. Supuestamente existen medidores en los taxis, pero nunca vi uno.

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