Miguel Méndez Rodulfo: Grexit comic

Miguel Méndez Rodulfo

Calificar la salida de Tsipras como una tragicomedia griega, es considerar con benevolencia esta bufonada. La jugada que el viernes 27 de junio, en la noche, realizó el primer ministro heleno, desde Atenas, no solamente sorprendió al mundo entero sino a su propio ministro de finanzas, Varoufakis, quién se encontraba en Bruselas dándole los últimos toques al acuerdo entre las partes, negociado durante 5 largos meses de forma ardua y laboriosa; con idas y venidas, marchas y contramarchas, reclamos desmedidos, regateos, intentos de torcer voluntades, imposición de criterios políticos sobre los económicos y financieros, ingenuidades, malacrianzas, etc., aunque, hay que decir que todo ello se encontró con una barrera inflexible, pero comprensible y tolerante. El Eurogrupo, el FMI y el BCE, no cedieron a la presión; sin embargo, cuando creían que ¡por fin! habían arribado a un acuerdo, en el último minuto, Tsipras sacó su conejo del sombrero, pateando la mesa de negociaciones e irritando hasta el hartazgo a los líderes mundiales.

La arriesgadísima jugada el premier heleno, peca de ingenua y revela una falta absoluta de cálculo político, ya que antes del anuncio del referéndum las encuestas revelaban una preferencia de más del 55% de la población por seguir permaneciendo en la zona euro. Tal como si fuera Alejandro El Grande, Alexis se lanza a una lucha contra gigantes, pero también contra la sensatez. Ya lo decía a Martin Schulz, Presidente del Parlamento Europeo: “cuando visité Atenas, recién electo Tsipras, esperaba encontrarme con un Jefe de Estado, que representara a todo su pueblo, pero me encontré con el líder de un partido” El primer ministro griego parte de la concepción ideologizada de que su pueblo es víctima de una confabulación internacional, en la que los bancos, el FMI y países capitalistas, pretenden expoliar a su ya sufrido y empobrecido país. Denuncia que van años de austeridad y de privaciones que no han producido mejoras en la calidad de vida de su pueblo. Que los pensionados han sufrido un recorte de 30% en el monto de sus pensiones, que hay personas que desde hace meses viven sin electricidad, etc.
Aunque esto es verdad, también es cierto que el Eurogrupo contemplaba, en el acuerdo, medidas paliativas al respecto, incluso para asegurar asistencia médica a quienes habían quedado fuera del sistema de salud. Lo que se quería era abaratar el costo del sistema de pensiones, no las pensiones en sí mismas. Se trataba de acabar con jubilaciones anticipadas, incluso a los 52 años, dependiendo de los “contactos políticos” y de llevar la edad de retiro a la misma de Alemania: 67 años. Por otra parte las autoridades no dicen que van a privatizar todas las empresas públicas, la mayoría ineficientes y que le cuestan mucho al fisco. Se están reservando la compañía estatal de comunicaciones y los aeropuertos regionales; no han demostrado que están combatiendo decididamente la evasión fiscal, mucho menos la corrupción que es endémica en Grecia. El servicio de taxis se presta bajo licencias hereditarias, sin que nadie más pueda entrar.





En su delirio Tsipras cree firmemente que si gana el NO (por el cual llama activamente a votar) él tendrá más fuerza para renegociar las condiciones que le imponen desde Europa, argumento que ya utilizó recién electo, cuando se presentó a Bruselas diciendo que había recibido un mandato de su electorado para revertir la austeridad. Parece que 5 meses de negativas no lo convencieron y de nuevo intenta lo mismo. Lo que sí es interesante es como manipula las cosas, si esa opción gana: si gana el NO, eso no significa que Grecia sale de la UE. Interpretación muy diferente a la de Europa, cuyos líderes piensan que si la opción negativa gana, hay que ir ya implementando un mecanismo que permita que el país heleno salga ordenadamente de la zona euro y de la Unión Europea. El asunto es que si gana el SI, tendrá que renunciar.