La dimensión ideológica de la nueva guerra fría

En la foto: El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y el presidente de Rusia, Vladimir Putin, en una ceremonia en Moscú. /  BuzzFeed
En la foto: El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y el presidente de Rusia, Vladimir Putin, en una ceremonia en Moscú. / BuzzFeedimen

 

El concepto de Nueva Guerra Fría, por simplificador, resulta engañoso. No se trata de una nueva Guerra Fría entendida como un regreso al statu quoen Europa previo a 1989, lo que permitiría desempolvar los manuales de relaciones internacionales de la época y rescatar a los sovietólogos del retiro. El mundo no es el mismo y no es posible una repetición de la historia. Precisamente las novedades de la sociedad de la información en un mundo globalizado dan lugar a las características diferenciadoras de la Nueva Guerra Fría.

 en Guerras Posmodernas





En la vieja Guerra Fría existían dos bloques irreconciliables separados en Europa por el Telón de Acero. La Nueva Guerra Fría tiene lugar en un mundo globalizado donde millonarios rusos mantienen cuentas en Chipre, organizaciones de la diáspora ucraniana organizan crowdfundings en Internet para enviar equipamiento militar al frente, trolls rusos dejan comentarios en las página web de medios occidentales y organizaciones estadounidenses montan talleres de márketing político en Europa Oriental.

Las relaciones de Occidente con Rusia y sus aliados ha entrado en una nueva etapa que yo, entre muchos, caracterizo como una Nueva Guerra Fría porque a las disputas geopolíticas se añaden también elementos de una confrontación ideológica de fondo. Esa dimensión tampoco es equiparable a la vieja Guerra Fría. No existe un bloque enfrentado a Occidente que sea sólido y homogéneo en lo ideológico. No existe una corriente ideológica única, reconocible y coherente con autores de referencia y partidos políticos que sea equiparable país a país. El bloqueo puesto a Occidente se define por negación. El elemento cohesionador del bloque que tiene a Rusia como principal potencia es la oposición a la hegemonía de Estados Unidos y sus aliados. Precisamente los principales aliados de Rusia fuera del espacio ex-soviético forman parte de dos bloques caracterizados por oposición a Estados Unidos en Latinoamérica y Oriente Medio: el Eje de la Resistencia y la Alianza Bolivariana junto con Argentina. Se trata antes de nada de un bloque surgido a partir de alianzas geopolíticas y geoeconómicas surgidas de una coyuntura histórica dada en la que el discurso ideológico es débil y está en construcción.

La democracia liberal y la economía de mercado es el sistema que nominalmente comparten Estados Unidos y Rusia, de tal forma que en la teoría no puede haber antagonismo de sistemas político-económicos. Pero una observación cercana de la realidad de Rusia y muchos de sus aliados revela que el sistema político de esos países no es equiparable al de las democracias occidentales. Por un lado, lo partidos en el poder se perpetúan vía las urnas mediante pucherazos electorales, leyes electorales a medida, gerrymandering, etc. El resultado es que el partido en el poder y la maquinaria del Estado se vuelven indistinguibles. Además, el poder político tiene a su servicio una potente maquinaria mediática que mantiene el culto al líder. Existe una elevada inseguridad jurídica con una justicia parcial y muy dependiente del poder político. La oposición política, más allá de sus errores y fracasos, es reprimida activamente mediante encarcelamientos de figuras señaladas, asesinatos, persecución de los medios de comunicación, etc. En esta descripción encajan en mayor o menor medida Rusia, Venezuela y Argentina, con las evidentes excepciones y variantes locales que van del asesinato de Alberto Nisman al asesinato de Boris Nemtsov. Irán y Siria son casos aparte, pero no es necesario entrar a explicar que sus sistemas políticos son opuestos a la democracia liberal.

Hay una serie de elementos en el discurso político que son comunes y que quedan resumidos en la denominación argentina del “Proyecto Nacional-Popular” del kirchernismo. Esto es, nacionalismo y populismo. La oposición a la hegemonía estadounidense en política exterior, junto al rechazo de la “globalización neoliberal” o el Consenso de Washington, lleva aparejada la defensa de un sector económico estatal fuerte. La confusión entre partido del poder y Estado crea una emergente oligarquía beneficiaria de los negocios de las grandes empresas públicas (de los siloviki a los boliburgueses), además de la existencia de redes clientelares. Si el partido en el poder se confunde con el Estado, el líder y el partido encarnan además al pueblo frente a una oposición caracterizada desde el poder como vendepatrias, golpista, al servicio de Estados Unidos, etc. Esas acusaciones toman como base las simpatías que reciben desde Estados Unidos y la Unión Europea las fuerzas de la oposición de ideología liberal (en el sentido europeo del término) o de naturaleza modernizadora.

Un elemento peculiar, quizá influencia de la hostilidad a Israel del Eje de la Resistencia, es el nada soterrado antisemitismo que presenta en el siglo XXI elementos renovados. Del antiguo conspiracionismo de los Protocolos de los Sabios de Sión se ha pasado al discurso sobre el papel del capital judío internacional en la crisis financiera o el apoyo de George Soros a las Revoluciones de Colores en Europa del Este. Mientras el antisemitismo ha pasado en Rusia al discurso oficial, hay que recordar los insultos que lanzó Nicolás Maduro contra su rival, Henrique Capriles, durante las últimos elecciones venezolanas: “judío” y “maricón”. Más allá de la anécdota, los ataques y agresiones contra la comunidad judía venezolana han aumentado durante el chavismo.

Chávez y Ahmadinejad en 2007

Una de las características fundamentales de la Nueva Guerra Fría es que transciende el tradicional eje político izquierda-derecha. Algo que resulta evidente en el Parlamento Europeo. Allí, existe un bloque de partidos, no necesariamente aliados en otras materias, que en las votaciones respecto a Rusia y la crisis de Ucrania votan a favor de los intereses de Rusia. Lo forman partidos situados en ambos extremos del eje izquierda-derecha: Eurófobos, euroescépticos, neofascistas, ultraderecha xenófoba, postcomunistas, comunistas, independentistas de izquierdas que abandonaron el terrorismo, etc. Esa diversidad se ha visto en los voluntarios extranjeros que se han incorporado a las filas del bando prorruso en Ucrania Oriental, donde lucharon codo con codo neofascistas franceses y comunistas españoles, generando en Internet un debate sobre la necesidad de superar viejas diferencias para luchar contra el imperialismo capitalista financiero globalizador.

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En el caso español, he señalado varias veces cómo el partido Podemos encaja perfectamente en el orden político de la Nueva Guerra Fría. Su núcleo duro cobró por trabajos de asesoramiento de los gobiernos de Venezuela y Bolivia, además de mantener vínculos con la organización kirchnerista “La Cámpora” y señalar aErnesto Laclau como un referente intelectual. Su líder, Pablo Iglesias, presenta un programa en el canal en español de la corporación audiovisual pública iraní. Precisamente Pablo Iglesias ha defendido la salida de España de la OTAN y una acercamiento geopolítico de la Unión Europea a Rusia, un tema del que uno de sus mentores y frustrada figura de Podemos, Jorge Verstrynge, recogió en su libro El sueño eurosiberiano en 1992. En el Parlamento Europeo, Podemos forma parte del bloque de partidos que vota a favor de los intereses rusos en cuestiones relacionadas con Rusia y la crisis de Ucrania.

Otro partido que encajaba en ese esquema de cosas, era la coalición griega SYRIZA. Defendía la retirada de Grecia de la Alianza Atlántica, la ruptura de los acuerdos militares con Israel y su líder había hecho gestos de cara a Rusia durante la crisis de Ucrania. A la hora de formar gobierno en enero de 2015, se alió con ANEL, el “partido ruso” de Grecia. Pero transcurrido menos de un año y ante la necesidad de un nuevo rescate económico, el gobierno de SYRIZA renunció al programa original de gobierno esbozado en 2012.  Grecia fue temporalmente, como lo fue antes Chipre,tablero de juego geopolítico de la Nueva Guerra Fría, pero en ambos casos quedó de relieve la debilidad económica rusa que impidió rescatar a esos dos países y atraerlos a su órbita.

Referentes intelectuales para el blog "Tribulaciones Metapolíticas": El Che Guevara, Mishima,

Curiosamente, lo que hasta ahora hemos descrito como alianzas geopolíticas coyunturales y afinidades ideológicas circunstanciales está teniendo su síntesis ideológica en la periferia de la vida política. Un panorama amplio y diverso que incluye desde kirchneristas a neofascistas, pasando por euroasianistas y miembros de la Nouvelle Droite, están construyendo un pensamiento político donde convergen Putin, Chávez y Hezbolá como vanguardia de la lucha contra el imperialismo yanki, el sionismo y el capital financiero multinacional. Véase a modo de ejemplo los blogsPueblo Indómito, Página Transversal y Tribulaciones Metapolíticas. Son, evidentemente, minoritarios y marginales en el actual panorama político occidental. En el lenguaje de la Tercera Posición, aspiran a hacer “metapolítica”. Incluso en Rusia, como es el caso de Alexander Dugin, mantienen una relación ambivalente con el poder establecido. Sin embargo, a pesar de su papel político marginal, el ideario antioccidental resuena en Europa más allá de estos grupos periféricos porque su visión del orden internacional encajan con los de cierta izquierda europea. La confusión llega al punto que un autor de la Nouvelle Droitefrancesa aparece en el portal de izquierdas Tercera Información y la propaganda rusa sobre la guerra de Ucrania es publicada en el diario “obrero” La República.

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Y es que, como conclusión, el mejor escaparate de la dimensión ideológica en la Nueva Guerra Fría es la proliferación de medios con los que los que Rusia, Irán y los “países bolivarianos” pretenden dar batalla en el campo de las ideas más allá de su ámbito regional. Hablamos de Russia, Today, Sputnik, Russian Behind The Lines, Press TV, HispanTV, TeleSur, etc. Todo ellos no son únicamente canales de noticias donde se representa la visión oficial de los gobiernos que los financian, sino que promueven una determinada visión política de la realidad mundial en la que se critica a Estados Unidos, la Unión Europea Israel y sus aliados.