Cristina Fernández, la única dama de blanco a la que se le permitió acercarse al Papa

Cristina Fernández, la única dama de blanco a la que se le permitió acercarse al Papa

635783673633144728w
Foto EFE

La homilía, tan esperada por unos y otros, cada cual por sus motivos, del papa Francisco en la plaza de la Revolución de la Habana resultó ser solo eso, una homilía, sin ninguna referencia —ni explícita ni entre líneas— a la situación política y social que atraviesa Cuba. Ni el Gobierno, representado por Raúl Castro, ni la disidencia, algunos de cuyos exponentes fueron arrestados al intentar acercarse a Jorge Mario Bergoglio, vieron cumplidas sus expectativas de que el Papa pidiera menos embargo al Gobierno de allá o más libertad al de acá. Fue solo eso, una homilía, un sermón en el que un pastor pide a sus fieles, una multitud muy alegre y muy vigilada, que sirvan a las personas y no a las ideologías. Muy poco, por el momento, para un viaje tan largo, publica El País.

“La importancia de un pueblo, de una nación, la importancia de una persona siempre se basa en cómo sirve a la fragilidad de sus hermanos. El servicio nunca es ideológico, ya que no se sirve a ideas, sino que se sirve a las personas”, explicó el Papa. Y así, 20 minutos de reloj, con Raúl Castro y sus colaboradores en actitud de recogimiento, tanto o más sentido que el de la presidenta argentina, Cristina Fernández, quien se ha convertido en una fan de Bergoglio y lo sigue allá donde vaya.

Fernández, tocada de una gran pamela, fue la única dama de blanco a la que se permitió acercarse a Francisco. “Me arrestaron junto a Ángel Moya por la Seguridad del Estado, impidiendo que llegáramos a la Nunciatura Apostólica”, denunció a través de su cuenta de Twitter Berta Soler, líder del movimiento opositor Damas de Blanco. Otras activistas contrarias al régimen también denunciaron que “las brigadas de respuesta rápida” les impidieron acercarse a la morada del papa Francisco en La Habana. También el líder de la llamada Unión Patriótica de Cuba, José Daniel Ferrer, denunció la detención de 31 opositores que pretendían asistir a la misa.





Durante la noche del sábado, algunos periodistas preguntaron al padre Federico Lombardi, portavoz del Vaticano, si el Papa pasaría de largo por Cuba sin recibir a los disidentes ni abordar la cuestión. El jesuita respondió que “no todo en la visita del Papa son discursos públicos, también hay asuntos que se tratan en privado”, dando a entender que Jorge Mario Bergoglio sí estaría mediando a favor de la oposición pero lejos de los medios y la polémica.

De hecho, al concluir la misa, el cardenal Jaime Lucas Ortega, arzobispo de la Habana, no solo agradeció al Papa sus gestiones a favor del acercamiento entre Cuba y Estados Unidos, sino también su impulso para la superación de las disputas internas. “Para alcanzar”, dijo, “en espíritu cristiano de perdón y misericordia, la anhelada reconciliación entre todos los cubanos, los que vivimos en Cuba o fuera de Cuba”. El arzobispo Ortega se convirtió en el único de los presentes, incluidos Castro y Bergoglio, en referirse, aunque sin llamarlas por su nombre, a la disidencia y el exilio. La famosa efigie del Che Guevara, a la izquierda del altar, y el monumento al prócer independentista José Martí, a la derecha, terminaban de componer la coreografía de una mañana de domingo en La Habana.