Los Everglades: “zona cero” contra el cambio climático

Los Everglades: “zona cero” contra el cambio climático

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Es una inmensa pradera de marismas bajo asedio en el sur de Florida. Dos veces mayor que el estado de Nueva Jersey, el humedal de los Everglades hace parecer el Serengueti un pequeño zoo al lado de este ecosistema convertido hoy en el gran test de la lucha contra el cambio climático. Emilio J. López/ EFE

El más famoso humedal del planeta y símbolo de la defensa ambiental sobrevive en permanente amenaza por la contaminación del suelo, el desarrollo urbano desmesurado, el cambio climático y el aumento del nivel del mar.





Este ecosistema subtropical único en el mundo, refugio de millares de aves zancudas que emigran todos los años de lugares remotos, necesita una infusión anual de unos 350 millones de dólares para mantener su restauración y protección a niveles óptimos.

Y, sin embargo, los conservacionistas y científicos fracasaron en 2014 en su intento de que los legisladores de Floridacanalizaran 150 millones de dólares para la preservación de este tesoro nacional, lamentó Celeste de Palma, directiva de política ambiental de la organización Audubon Florida.

“En 2014, pedimos a los legisladores de Floridas 150 millones de dólares, la mitad del nivel óptimo para la preservación de los Everglades, y aun así y todo, no hemos logrado alcanzar esa meta”, se quejó a Efe la activista de Audubon, quien advirtió de la “carrera contrarreloj” emprendida para salvar los Everglades.

De Palma despliega varios libros y mapas sobre una mesa en el Ernest Coe Vistor Center de los Everglades. Va señalando con precisión uno a uno los hábitat más vulnerables y los proyectos de restauración medulares para su protección.

La presión de los ambientalistas es constante. No solo se trata de salvar este humedal natural que hasta el siglo pasado ocupaba la mayor parte del sur de Florida, desde Orlando, en el centro del estado, hasta los cayos, en el extremo sur.

Uno de los principales ejes del llamado a las autoridades locales, estatales y federales es la implementación inmediata de los proyectos a medio y largo plazo de restauración.

“En los Everglades el bajo nivel de agua necesaria es muy preocupante. Es como si el ecosistema se estuviera muriendo de sed. Están muy secos los pantanos”, alertó De Palma.

A este rápido deterioro del humedal contribuyen no solo las escasas precipitaciones registradas esta temporada, sino el “nivel de salinización” de los acuíferos, como consecuencia del aumento del nivel del mar, así como la presencia de residuos químicos tóxicos procedentes de las azucareras y granjas agrícolas que operan.

Por ello, resulta vital “recuperar el flujo original de agua dulce, interrumpido por obras como la autopista Tamiami Trail”, de 443 kilómetros, construida a finales de la década de 1920.

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Esta carretera, explicó De Palma, “actúa como un dique y bloquea el paso del agua de norte a sur” del estado, algo visible desde el cielo, desde donde se aprecia, comentó, una “masa de agua al norte y como un pastizal seco al sur”.

Pese a la obra de infraestructura que se ha realizado en el Tamiami Trail para conducir el agua por un puente de una milla de largo, el flujo que baja es totalmente insuficiente.

Clave, sin duda, en la lucha por revitalizar y preservar los Everglades es el expreso reconocimiento de la fragilidad de la costa de Florida ante el cambio climático, el impacto de este en el aumento del nivel del mar, las inundaciones y sequías, la erosión, la pérdida de hábitat y la intrusión del agua salada en los acuíferos.

Para 2030, los científicos estiman que la acción del cambio climático supondrá una subida en el nivel del mar de un pie (30 centímetros), y, en 2100, alcanzará los dos pies (61 centímetros).

De manera que, prosigue De Palma, es de extrema importancia restablecer el “flujo de agua fresca” que nace en el lago Kissimmee, recorre la cadena de lagos, llega al lago Okeechobee (1900 kilómetros cuadrados), rebasa sus límites y baja lentamente semejando un río de hierbas (River of Grass) hasta vaciarse en el Parque Nacional de los Everglades y el estuario de la bahía de Florida, explicó.

El propósito del proyecto estrella a largo plazo es lograr que el agua dulce que desciende desplace el agua salada, permee el suelo poroso de piedra caliza y expulse el agua marina de los huecos que se forman al desaparecer el agua de los acuíferos.

La tarea es ingente, y los expertos consideran que hace falta un golpe de autoridad para la protección terminante del humedal, su entorno y la seguridad de los fondos destinados a su conservación.

Las proyecciones indican que, además, una inversión de 11.500 millones de dólares en la restauración de los Everglades generará 46.500 millones de dólares de beneficio para la economía estatal y creará 440.000 nuevos empleos en el próximo medio siglo.

Esta “vasta e inútil marisma”, como la describieron en el siglo XIX, es hoy tesoro designado Patrimonio de la Humanidad que alberga una asombrosa variedad de vida amenazada: águilas calvas, caracoles, mariposas, algas, peces, caimanes y cocodrilos, plantas, árboles tropicales, pinos y más de 300 clases de pájaros, aunque el número de nidos de aves zancudas ha declinado un 93 % desde los años 30. EFE
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