Oliver Blanco: El otro carácter de la revolución

Oliver Blanco: El otro carácter de la revolución

thumbnailoliverblancoMientras nuestro país se ha convertido en una verdadera pesadilla para quienes vivimos su cotidianidad, Nicolás Maduro parece haber interrumpido momentáneamente su ya característica torpeza, para asegurar en un acto de exagerada sensatez que las elecciones del 6 de diciembre serán las más difíciles que haya afrontado el chavismo y hacer un llamado a la militancia del PSUV a activarse casa por casa para buscar a los “descontentos y confundidos.” En sus declaraciones, el disminuido presidente (con p minúscula) amenaza con que de perder la elección del 6D la revolución tomaría otro carácter. Con este mensaje Maduro no deja sino ver el temor que hay en Miraflores ante una realidad de la que aunque pretendan disociarse, se impone con la cotidianidad: perdieron el apoyo popular porque acabaron con lo poco que quedaba del país que previa y sistemáticamente Hugo Chávez se encargó de convertir en basura durante 15 años.

Y es que aunque Tibisay Lucena, que opera descaradamente como una Ministra más de este régimen, haya declarado que las elecciones no se ganan con encuestas sino con votos,  todas las mediciones concluyen que si las elecciones fueran este domingo, la alternativa democrática se impondría con más de 15 puntos de ventaja sobre el ampliamente despreciado régimen de Nicolás Maduro y sus candidatos.

Nunca antes el chavismo estuvo tan mal, ni la disidencia tuvo tantas oportunidades, es por eso que una situación como esta debe preocupar naturalmente a un régimen que ve en juego su botín ante el inicio de su fin, pero mucho más a la oposición que tiene el desafío de calcular sus pasos para no caer en la tentación de repetir errores que aún pagamos con intereses y  así poder acompañar e inspirar a los venezolanos en el rescate de sus derechos y libertades.





El camino que inicia a partir del 6D lamentablemente no será fácil porque no nos enfrentamos a un gobierno común, sino a una pandilla cuyos jerarcas acumulan apetecibles prontuarios que no sólo los hacen procesables en Venezuela sino mucho más allá de nuestras fronteras.

Ante una derrota segura, el accionar desesperado oficial demuestra que mientras más acorralados estén, se volverán más peligrosos.  Prueba de ello que sabiéndose perdidos busquen huir hacia adelante y sean secretos a voces que Diosdado Cabello, quien no dio la cara para entregar la gobernación de Miranda en 2008, tampoco la de ahora para entregar la AN y se atrinchere en la vicepresidencia de la República, o que para citar otro ejemplo, pudiera ser Maikel Moreno, procesado por homicidio en 1989, el promotor de la persecución para que magistrados del TSJ renuncien o se jubilen para preservar la injusticia dentro del órgano que aspira presidir. No sería de extrañar que ante la falta de verdugos para ocupar las sillas del alto tribunal, hasta “El Picure” o cualquier hampón común se conviertan en opción para el PSUV.

El otro carácter de la revolución del que habló Nicolás tendrá dos caras, la del fanatismo ciego de unos pocos trasnochados y la de la viveza de los muchos que ya están buscando saltar la talanquera,  programar sus exilios para disfrutar las fortunas que saquearon o borrarse del mapa.