En Galipán hacen construcciones pasando por encima de la ley

En Galipán hacen construcciones pasando por encima de la ley

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Le llaman “la casa del árabe”. Era una vivienda humilde, de un piso, situada en un sector de Galipán conocido como El Cedrito, en referencia a un árbol que crece en la entrada. Antes perteneció a Mauricio Dáger y antes al galipanero Antonio Córdova. El árabe compró las bienhechurías y desde entonces la humildad se transformó en lujo. La casa, todavía en construcción, ahora tiene segundo piso, una gran terraza y piscina. En Galipán nadie lo llama por su nombre, no lo conocen, pero todos observan en silencio el chalet que construye, publica El Nacional.





Todo comenzó con la construcción de un muro perimetral que contó con el aval del Consejo Comunal San Isidro ­uno de los cinco sectores que componen el pueblo de Galipán­ al alegar que se trataba de una pared de contención.

Después del muro, la vivienda creció en metros cuadrados e instalaciones.

“Esos son más de los 150 metros cuadrados de construcción que puede autorizar Inparques, de acuerdo con el Plan de Ordenamiento y Reglamento de Uso ­PORU­ del Parque Nacional Waraira Repano. En la obra debe haber unos 500 metros”, calcula Marlene Sifontes, secretaria de organización del Sindicato Unitario Nacional de Empleados Públicos del Instituto Nacional de Parques.

La casa viola asimismo otra disposición del PORU: las construcciones deben tener una altura máxima de tres metros y medio y solo está permitida una planta.

La ampliación de la vivienda también va en contra de una sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, emitida en 2009 y ratificada en 2012 y 2014. La sentencia 1738, del 16 de diciembre de 2009, prohíbe “el otorgamiento de cualquier permiso por parte de las autoridades nacionales, estadales o municipales para la remodelación o reacondicionamiento de las instalaciones habitacionales ya existentes, la incorporación de nuevas estructuras dirigidas a efectuar siembras con fines comerciales o de autosustento, la desviación artificial o represamiento parcial o total del cauce de las quebradas aledañas para fines prohibidos o restringidos por el Plan de Ordenamiento y Reglamento de Uso del Parque Nacional Waraira Repano”.

Esto significa que en el Ávila está prohibida cualquier construcción y la remodelación de inmuebles.

Pero la construcción tiene autorización. El 15 de octubre de 2013, a través de la Providencia Administrativa Aprobatoria N° 125, Ali Salim Abdul Hadi obtuvo permiso de la Dirección General Sectorial de Parques Nacionales de Inparques para la “remodelación y ampliación de la terraza adyacente a la vivienda la cual sirve para el área de estacionamiento y para área social”.

La providencia apareció solo un día después de que a Ahmad Salim Abdul Hadi se le abriera un procedimiento administrativo sancionatorio y se le impusiera una multa de 500 bolívares por la construcción de la pared perimetral ­ambos ciudadanos administran empresas juntos, según el Registro Nacional de Contratistas­. El documento agrega que Inparques, al conceder la autorización por vía de excepción, “se libera de cualquier responsabilidad y riesgo”, por consiguiente es Ali Abdul Hadi quien responderá por daños a terceros. Se contactó por teléfono a Abdul Hadi para consultarle por el permiso y amablemente dijo que delvolvería la llamada, lo que nunca ocurrió.

La decisión del TSJ, en cambio, sí ha aplicado para Emiliano Silva, sobrino del primer panadero que hubo en Galipán y cuya familia ha ocupado el área por varias generaciones. Silva necesita sustituir el techo de su negocio de un piso: “Tengo dos años solicitando el permiso a Inparques para hacer el cambio. Lo peor es que además de las goteras, el techo es de asbesto”.

Afirma que en dos oportunidades, desde que hizo la petición, funcionarios de Inparques han ido a inspeccionar el comercio. “Vinieron, tomaron fotos y no han vuelto”.

Galipaneros opinan que es únicamente a los nativos a quienes Inparques no les otorga permisos, lo que se demuestra con otra construcción que erigen desde cero en el sector San Antonio. De la nueva vivienda solo están listas las columnas. La guía de circulación de materiales otorgada por la Coordinación del Parque Nacional Waraira Repano, y sellada por Inparques, permitió la entrada a Galipán de 2.000 bloques de arcilla, 200 sacos de cemento gris, 20 metros cúbicos de arena lavada, cientos de cabillas, láminas de techo, tuberías, un tanque de polietileno de 3.000 litros, cumbreras, un fregadero, 8 marcos de ventanas, 2 lavamanos, poceta, calentador y cerámica para cubrir 100 metros cuadrados, entre otros materiales.

La guía especifica que la obra fue autorizada según oficio N° 513, por vía de excepción para la construcción de una vivienda unifamiliar. La autorización está a nombre de José Nuno Das Dores, vinculado familiarmente con Luz del Valle Amario Das Dores, directora general de la Oficina de Planificación, Presupuesto y Organización del Ministerio de Vivienda y Hábitat.

En Galipán le dicen “la casa de la viceministra”. Uno de los trabajadores de la obra asegura que la construcción comenzó hace más de dos meses y que los propietarios necesitaron dos años para lograr el permiso de Inparques. “Hay que tener suerte y plata”, opina León. Al ser consultado sobre los propietarios de la vivienda, el constructor señala: “Dicen que trabaja para el gobierno, pero no sé si es viceministra”. Junto con León hay por lo menos otros cuatro hombres dándole forma a la vivienda a partir del concreto y las cabillas.

Roberto Pérez, representante del Consejo Comunal San Isidro, sostiene que al momento de iniciar la construcción, los dueños prometieron hacer 10 viviendas en el lugar para las familias de pobladores autóctonos. Hasta ahora no han edificado ninguna.

“Se pretende convertir Galipán en una especie de country club, al permitir que una casa pequeña termine convertida en un chalet. Hay un contrasentido de Inparques que frena un techo, pero permite una gran construcción que no apareció de la noche a la mañana y cuyos materiales deben pasar frente a la Guardia Nacional”, asevera Edgard Yerena, profesor de Áreas Protegidas del Departamento de Estudios Ambientales de la Universidad Simón Bolívar.

Agrega que cualquier permiso que haya otorgado Inparques para la nueva construcción es írrito.

“No pueden tener el permiso porque hay una sentencia del TSJ; por otro lado, hacer una casa nueva a partir de un ranchito también es ilegal. El PORU vigente especifica unas tipologías de construcción y unas características arquitectónicas propias de Galipán”, explica.

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