Bandas se mantienen en guerra por zonas urbanas en Zulia

Bandas se mantienen en guerra por zonas urbanas en Zulia

Foto: Archivo
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La parroquia Libertad, en el municipio Lagunillas, de la Costa Oriental del Lago, vive en permanente estado de guerra, reseñó Panorama.

Al menos 20 sectores, entre urbanismos, barrios e invasiones enfrentan a diario la presencia de cuatro bandas delictivas que traducen la lucha por el control de la zona en robos, atracos y muertes, una guerra en la que caen por igual delincuentes, policías y vecinos inocentes.

“Las bandas están identificadas por zonas o sectores, cada una mantiene el control en su perímetro a punta de armas de fuego…”, advierte una fuente de la policía local.





Libertad es la parroquia con mayor densidad poblacional de Lagunillas, en la que conviven cerca de 40.000 habitantes.

Los cabecillas de las bandas de mayor peligrosidad se ubican en sectores como Barrio Libertad, El Rodeo, Guaicaipuro y Nueva Venezuela: “Cada una puede estar integrada por 20 o 25 miembros, dependiendo del ‘rubro’ al que se dedican”, explica la fuente.

“El Nené”, uno de los más buscados por las autoridades en Lagunillas, controla los robos de carros y asaltos en la zona de El Rodeo, con influencia en barrios como Las Vegas 1, 2 y 3, Barrio Libertad y la franja de la carretera J.

“Aquí todos lo conocen, se la pasa en moto armado y hasta con escoltas. Dicen que cuando lo agarran y sale, luego hace fiestas enormes por uno o dos días”, refiere una habitante de la calle Mc García, en Barrio Libertad, sin atreverse a dar su nombre.

El miedo es generalizado. El apodo de “El Cabezón” inspira terror entre quienes habitan la zona de la carretera L, en sectores como Simón Bolívar o Guaicaipuro, a pesar de encontrarse detenido en el Cicpc.

Los asaltos a mano armada, robo de enseres o de carros son “su fuerte”: “Después de las 7:00 de la noche la gente se encierra.

Ni siquiera nos atrevemos a mirar por las ventanas por temor a que nos hagan un disparo”, comenta una vecina del sector Simón Bolívar 2.

“A pesar de estar detenido la gente de “El Cabezón” continúa cometiendo delitos y ahora quieren invadir zonas en las que antes no operaban, lo que ha creado una guerra que ha arrojado varios muertos”, afirma una fuente policial.

A finales de septiembre, un jovencito de 15 años, miembro de la banda de “El Cabezón”, fue asesinado a tiros en el sector Nueva Venezuela, donde opera la banda de “El Pelón”.

Este último es el tercer vértice de un triángulo siniestro en medio de la parroquia Libertad.

El adolescente cometió el error de salir de su casa en el barrio Adelis Molina a comprar una hamburguesa en territorio rival, lo cual fue visto como una afrenta que pagó con su vida.

A “El Pelón” se le endilgan los cinco robos de carros que a la semana ejecutan en la franja de la carretera K hasta la “Cristóbal Colón” para luego exigir fuertes sumas de dinero para su rescate o mediante la extorsión, apartado en el que compite con su “vecino” “El Nené”, amén de las incursiones en quintas y viviendas de toda la zona, para lo cual emplean “moscas” que notifican cada uno de los movimientos que realizan sus potenciales víctimas antes de dar el golpe.

Esto se traduce en robos de autos, enseres, dinero, celulares e incluso aires acondicionados, todo bajo la mirada aterrorizada de los amordazados ocupantes de los inmuebles.

Según las fuentes policiales, la rivalidad va más allá del control por los delitos: “Quieren expandirse territorialmente, algunos buscan hacer alianzas con mafias y organizaciones de otros municipios para agarrar más poder en toda la zona urbana del municipio Lagunillas”, reconoce un funcionario policial adscrito al cuadrante parroquial.

Los vecinos temen que la guerra conlleve un mayor derramamiento de sangre, como refiere un vecino de El Platanal: “La mayoría de los que integran estas bandas son menores de edad, chamitos de 15 o 17 años que salen a atracar a cualquiera que ande por la calle después de las 6:00 de la tarde”.

Para el alcalde Mervin Méndez, la recién culminada intervención de la policía influyó en el incremento de las actividades delictivas: “La inseguridad es grave. Contamos con cuatro patrullas y 20 motocicletas para toda la jurisdicción.

Nuestra policía requiere de dotación e insumos y evitar que no se nos vayan de las manos los delitos”, reconoció a finales de octubre durante una reunión con consejos comunales de las zonas afectadas.

Por ahora, el terror ronda en las zonas urbanas. Nadie habla fuerte para no levantar sospechas. Libertad es lo que menos tienen los habitantes de la parroquia.