Julio César Arreaza B.: Cambio de era

Julio César Arreaza B.: Cambio de era

thumbnailjuliocesararreazaDesde Argentina se desprende un viento fresco que preconiza una era democrática para América Latina, asistimos al final del ciclo de las dictaduras populistas, perdón, me corrijo, de los gobiernos corruptos convertidos en regímenes al violar sistemáticamente la Constitución y armar los tinglados para las presidencias perpetuas, que acabaron con el principio insoslayable de la alternancia en el poder.

En 1983, el digno presidente Raúl Alfonsín recuperó la democracia en Argentina, que había sido usurpada y mancillada por las camarillas compuestas de impresentables dictaduras militares que consumieron la década de los setenta.

El flamante presidente Mauricio Macri retomará la democracia, con un frescor similar al que se dio con Alfonsín.





Tiene la hermosa tarea de recuperar las instituciones democráticas, confiscadas por el kirchnerismo, una mafia hegemónica que imperó durante 12 años. Eso sí, deberá cuidarse de esta mafia que gusta de maletines de dólares mal habidos, y que con sus mañas politiqueras, trata desde ya sabotear y armar un sistema de trampas para que Macri no logre culminar su mandato.

El nuevo presidente iniciará Dios mediante el 10 de diciembre la era democrática latinoamericana, si llegara a fracasar volvería por sus fueros esa pudrición que se llama peronismo, que, encarnado en la forma que fuere, se instalaría para consumir lo que quede de Argentina.

La gestión inconclusa de Raúl Alfonsín y su gobierno -en medio de una devastadora hiperinflación, un Estado quebrado y con un gran malestar social- está en el origen del ciclo peronista que inició Carlos Menem y ahora concluye el kirchnerismo.

El gobierno de Alfonsín de 1983 contó con una gran legitimidad política. El apoyo masivo de la población, mayor incluso que sus resultados electorales, le permitió en sus dos primeros años producir cambios impensables. Así se hicieron el juicio y la condena a los comandantes de las juntas. Pero el poder que provenía de la sociedad empezó a gastarse cuando, entre otras razones, la mal llamada “racionalidad económica” se impuso sobre la política. Así, Alfonsín debilitó sustancialmente su poder político y quedó a merced de sus adversarios.

El poder en una democracia viene del apoyo de una mayoría social. Cuando este principio no se cumple, el gobernante se queda sin poder. Cualquier intento de estabilización económica no debe cargar todos sus costos a la mayoría social.

Hoy los latinoamericanos lucen hartos y quieren sacudirse del populismo con retorica de izquierda, que ha acumulado poder y dinero para su familia y amigos.

Con Macri arrancó la era democrática y continuará el cambio en Venezuela con la recuperación del Parlamento el próximo 6D.

 

@JulioCArreaza