Luis Barragán: La Navidad sentida (y una larga coletilla sobre la visita de Robert Kennedy a Caracas)

Luis Barragán: La Navidad sentida (y una larga coletilla sobre la visita de Robert Kennedy a Caracas)

thumbnailluisbarraganFrente a las más difíciles circunstancias, el sentimiento navideño es realizador de la esperanza. Significativamente, con el Orfeón Universitario (https://www.youtube.com/watch?v=bDnBdScdpBo), les deseamos a nuestros amables lectores una Navidad que se fundamente en la esperanza realizada y realizadora, irradiando desde cada hogar la promesa de un país diferente.UN KENNEDY EN CARACAS

En días pasados, conversábamos con Haroldo Romero sobre viejas vicisitudes. Una de ellas, el punto de inflexión en el historial juvenil de la democracia cristiana en Venezuela que marcó una – hoy – insospechada pauta en la Venezuela de los años sesenta del XX.

Haroldo está convencido que el momento estelar culminó con la III convención nacional juvenil de 1963, en la que se manifestaron las corrientes heterodoxas con sorprendente creatividad en el marco de la naciente democracia representativa. Nos dejó pensativos, porque – siendo una vieja línea de investigación personal – debemos buscar tiempo para revisar el supuesto que hemos cultivado en torno a la IV convención que eligió a Abdón Vivas Terán y a Rubén Darío González como sus conductores, emblematizada por un documento de  irrefutable impacto y trascendencia: “Una juventud para el cambio”.





Por lo pronto, recordamos la visita que dispensó Robert Kennedy a Caracas el 1 y 2 de diciembre de 1965, sobre la cual no pudimos escribir en su momento debido a las ocupaciones de la consabida  campaña parlamentaria. El célebre senador estadounidense redujo la estancia pautada originalmente para cuatro días, yendo a las barriadas populares, acudiendo a Miraflores, conversando con el liderazgo político y sindical de entonces, abriéndose a la prensa, en el contexto de un difícil país en el que todavía sobrevivía la subversión armada a pesar de la derrota electoral, política y militar que sufría. Sin embargo, la noticia fue poderosa al intervenir dos dirigentes demócrata-cristianos, integrantes del panel estudiantil que confrontó a Kennedy a través de las cámaras de televisión, bajo la moderación de Oscar Yánes.

Las interpelaciones de Abdón Vivas Terán y Joaquín Marta Sosa, cuestionando abiertamente al sistema capitalista y auspiciando la nacionalización petrolera, recibiendo una franca respuesta del senador, generaron un escándalo que, en definitiva, puso en el tablero de la opinión pública todo el proceso de discusión ideológica que experimentaba COPEI a partir de sus cuadros juveniles – por cierto – de convincente representatividad política. Lejos de acomplejarlos, suscitó la actualización de un partido que, al calor de las lecturas de Maritain, por citar sólo a un autor, entre varios de un formidable impacto, y a su modo anunció las bondades del Concilio Vaticano II, cuyos efectos más trascendentes todavía estaban en curso.

Kennedy culminó una visita que pocos líderes foráneos han realizado a nuestro país, debido al espíritu decidido e innovador de un mensaje que quiso testimoniar desde La Charneca, si mal no recordamos, quedando una huella importante que ayudó a motorizar un debate público que, valga acotar, en las últimas décadas no hemos experimentado debido a la militante censura y bloqueo informativo del actual régimen y a las condiciones públicas que  ha implantado, marcando un evidente retroceso en nuestra cultura política.  El testimonio que rindió para la revista Life, las más variadas notas de prensa de la época, algunos ensayos posteriores, adeudada la academia con aportes más sólidos sobre estas circunstancias, retratan un período de viva polémica, de personalidades que eran importantes porque hacían y pensaban en los más disímiles terrenos y, en fin, en la política que sencillamente se hacía y pensaba.

Recordamos tres notas de la prensa cotidiana que, al defender sendas líneas editoriales, dibujaban las inquietudes por entonces prevalecientes: los comunistas, aseguraron que el programa  fue una farsa no bien montada (Qué Pasa); los comentaristas de ocasión especulaban sobre la promoción candidatural de Caldera, complementada por su ingreso a la Academia de la Lengua (Élite); Carlos Ramírez McGregor señalaba que el foro televisivo protocolizó la existencia de una juventud que incurría en la lectura anacrónica de Teilhard de Chardin (Momento). Nos parece ésta opinión la clave de un punto de inflexión en la vida partidista de los socialcristianos y quizá del país que ojalá tenga oportunidad de conversar con Haroldo, pues las consecuencias fueron importantes, aunque dudamos que Kennedy haya sido el factor determinante de la remoción de Vivas Terán como secretario juvenil de COPEI, asegurado después por Rubén Fernández en un breve ensayo politológico.

Materia de absoluto interés histórico, sobre una época en la que apenas iniciábamos la escuela, ofrece un repertorio espléndido para el contraste con la nuestra. Medio siglo atrás, con todas sus fallas, hubo una democracia pluralista que se perfeccionó con la Política de Pacificación, a pesar de los pesares.

UNA COLETILLA LUNAR:

En la última sesión ordinaria del actual período legislativo que concluye, la Asamblea Nacional votó por unanimidad (e indiferencia) la Ley Aprobatoria del “Acuerdo que debe regir las actividades de los Estados en la Luna y Otros Cuerpos Celestes”, originalmente asentado en Nueva York por 1979.  No hubo ocasión para intervenir, pues ya lo habíamos hecho con ocasión del aniversario de la Constitución de 1999.  Sin embargo, nos permitimos esta nota adicional, porque la materia que tanto motivó a nuestra generación, expuesta a las viejas hazañas espaciales, tuvo un decidido estudioso en Venezuela: Víctor José Delascio.

La rutina burocrática de la cancillería ha propiciado la remisión del proyecto aprobatorio a la Asamblea Nacional que lo recibió con la displicencia de todos, coincidiendo el hastío del Ejecutivo con el del Legislativo, e imaginamos que semejante recibimiento tuvo en la Comisión de Política Exterior. Cierto, no hay novedad alguna en ella, pero cobrará una mayor importancia cuando transcurran las décadas para un país que apenas tiene dos peroles que llama satélites artificiales, hoy, sin que sepamos de los beneficios que reportan (¿por qué tantos problemas con nuestra telefonía celular, por ejemplo?), a pesar del gigantesco costo que pagamos.

@LuisBarraganJ