Carlos Egaña: El péndulo del poder

Carlos Egaña: El péndulo del poder

ThumbnailCarlosMEgañaRecientemente escuché a un hombre a quien respeto mucho decir que la historia es pendular. Hablábamos sobre la reciente victoria y los primeros días de Mauricio Macri en Argentina, y las implicaciones que esto podría tener para la democracia y el esquema izquierda-derecha en Latinoamérica. Hacía apenas unos días de las elecciones de la Asamblea Nacional aquí en Venezuela, y la conversación giró hacia éstas, sin olvidar el común denominador en ambas de una derrota electoral para la facción de la “izquierda”. No tengo conclusiones personales sobre si la historia se comporta o no como un péndulo, pero la idea me llevó a pensar en el comportamiento del poder en la historia política venezolana y lo que puede significar en este momento.

Comencemos por observar el área hipotética del péndulo dentro del esquema político venezolano. Lo lógico sería pensar que éste se mueve entre la derecha y la izquierda, división común en la política. Sin embargo, en el mapa político de Venezuela parece no existir tal cosa como la izquierda. Los partidos dominantes de las últimas décadas han sido:

– Acción Democrática: Partido socialdemócrata; de centro-izquierda.





– COPEI: Partido socialcristiano; de centro-izquierda.

– PSUV: Partido socialista; de izquierda.

– Primero Justicia: Oscila entre la centro-derecha y la centro-izquierda.

– Un Nuevo Tiempo: Partido socialdemócrata; de centro-izquierda.

– Voluntad Popular: Partido socialdemócrata; de centro-izquierda.

De modo que, por lo menos desde 1958 hasta el presente, no puede hablarse realmente en Venezuela de una derecha política, sino de un panorama que comienza en el centro o muy levemente en la centro-derecha y que termina en la marcada izquierda de, por ejemplo, el Partido Comunista de Venezuela. Aboga además Teodoro Petkoff, en su libro Dos Izquierdas, que no solo hay divisiones entre cuán marcada o radical sea la postura entre los distintos izquierdistas, sino en las distintas interpretaciones y prácticas de dicha postura. Pero eso es tema para otro día.

El caso es que en Venezuela, más que haber distintas posturas políticas entre partidos, pareciera que existen distintos grupos políticos con distintos modus operandi. Por un lado, se encuentran los grupos “clásicos” o “tradicionales”, expresados en AD y COPEI. Por otro lado, existen los grupos “bolivarianos” o “revolucionarios”, representados en el Gran Polo Patriótico o en el PSUV. Por último, encontramos a los grupos “nuevos” u “opositores” representados en Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo, Voluntad Popular y demás. Estos últimos se distinguen de los clásicos en que tanto los partidos como sus líderes han nacido o cobrado relevancia, en su mayoría, durante el período Chávez-Maduro. Sin embargo, ambos factores se ven hoy en día unidos de facto en la Mesa de la Unidad Democrática.

El poder político en Venezuela migró de los factores “clásicos” a los “bolivarianos” en 1998, y desde entonces éstos se dedicaron a solidificar su poder por todos los medios posibles. La compra y censura de los medios de comunicación, la ideologización de la educación pública y la subordinación de los Poderes Judicial y Legislativo ante el Ejecutivo son apenas algunas muestras de ello, sin dejar de lado la masiva migración del poder económico que ha resultado en el nacimiento de una nueva élite económica. Si la historia es, de hecho, pendular, entonces lo lógico sería que eventualmente el poder político volviese a migrar hacia los factores “clásicos” o el actor que ocupe su lugar, hoy en día la MUD. Dicha predicción, pareciera, comienza a hacerse realidad el 6 de diciembre de 2015, cuando la Unidad alcanza una aplastante victoria electoral sobre el PSUV.

Algunos factores de interés que no escapan a nadie pueden encontrarse en la recuperación de algo de poder por parte de Acción Democrática y, por supuesto, la elección de Henry Ramos Allup como Presidente de la Asamblea Nacional. Pero más allá de esto, no podría decirse que el péndulo ha terminado su movimiento, ya que el Gobierno Nacional sigue en manos del PSUV. Pero además, no necesariamente podría concluirse que el movimiento del péndulo va a ser el esperado.

Moisés Naím, en su libro El Fin del Poder, argumenta que el poder (político, económico, militar, etc) no es lo que solía ser. Las hegemonías, los gobiernos, los ejércitos, ya no pueden ejercer el poder de la misma forma en que lo hacían antes. Cada vez más, el poder se diluye y toman relevancia lo que Naím denomina micropoderes; actores más pequeños, ágiles y modernos que logran obstaculizar y, en ocasiones, vencer a los grandes poderes.

Sin necesariamente calificar a la MUD como un micropoder, es obvio que esta es mucho más pequeña que el monstruoso aparato que es el Gobierno Nacional y el PSUV. El resultado de las elecciones del 6D fue en gran parte consecuencia del enorme descontento de la población, pero también puede serlo de la dilución del poder central en ese actor más pequeño que es la MUD. De ser así, puede que el péndulo del poder termine su oscilación en los próximos años, que el Gobierno Nacional cambie de manos y que el clima político tenga más que ver con la MUD que con el PSUV. Pero también es posible que ese poder en sí, el Gobierno Nacional, se esté diluyendo. De ser así, serán los pequeños actores: pequeños partidos, empresas privadas, ONG’s, coaliciones y demás, los que cobren más y más importancia en el panorama político, económico y social de Venezuela.

Mis conclusiones de todo esto son que, en todo caso, Venezuela necesita convertirse en una sociedad más multipolar. Las divisiones entre A y B, los falsos dilemas, no están llevando a los mejores resultados. Una dilución del poder, una disminución del aparato Estatal, una despolitización de aquello que pertenece a lo privado, beneficiaría enormemente al progreso de la Nación. Y por último, si es cierto que el poder -y la historia- es pendular, esperemos que quienes lo detentan no intenten llevar el péndulo a su máximo extremo para que se siga balanceando peligrosamente entre lado y lado, sino que hagan lo posible por actuar con moderación, y llevarlo cada vez más cerca al centro.