Vladimiro Mujica: La China del Caribe

thumbnailvladimiromujicaSi fuere acaso posible, la sensación de orfandad y extravío que se siente en relación al rumbo a contrapelo de la historia que se empeñan en tomar los gobernantes de Venezuela aumenta cuando se examina con detalle lo que están haciendo los artistas del camuflaje que dirigen a Cuba. Mientras la tragedia de Venezuela sigue avanzando sin que el chavismo muestre señal alguna de rectificación, ni de aceptar que recibió una derrota del pueblo a quien afirma representar, Cuba avanza en la arena internacional hacia convertirse en lo que a falta de un mejor término podríamos llamar una réplica  a menor escala del modelo chino. Es decir, un país con una economía capitalista gobernado por el Partido Comunista.

Semejante analogía no está por supuesto desprovista de carencias y limitaciones. Por supuesto que los casos de China y de Cuba son histórica, cultural y económicamente distintos. Pero las semejanzas están también allí, y estas son muy reveladoras de hasta que punto los hermanos Castro y la cúpula que dirige a la nación caribeña están dispuestos a emprender una metamorfosis mayor y a abrirse al capital internacional en áreas muy diversas que van desde el turismo hasta tecnologías de punta. Especialmente esclarecedora es la reciente visita del presidente Raúl Castro a París para darle culminación pública, entre otras cosas recogidas extensamente por la prensa europea, a la renegociación de una deuda de  Cuba con el Club de París, un grupo informal de 19 países acreedores: Australia, Austria, Bélgica, Gran Bretaña, Canadá, Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, Irlanda, Italia, Japón, Países Bajos, Noruega, Rusia, España, Suecia, Suiza y Estados Unidos, con los que Cuba tenía una deuda estimada en 35000 millones de euros (http://www.cubaencuentro.com/txt/cuba/noticias/avanza-negociacion-con-el-club-de-paris-322199) La nota referida en el vínculo de Internet, tiene un conjunto adicional de datos importantes: allí se indica que unos 20000 millones de euros fueron condonados por Rusia y que de los 15000 millones restantes, no solamente se obtuvo la eliminación de los intereses por unos 8000 millones de euros, sino que el monto restante, del cual Francia es el principal acreedor, fue refinanciado a 18 años.  En la misma dirección se señala la existencia de inversiones brasileñas, españolas, francesas e italianas. No por casualidad el presidente francés Holland emprendió una histórica visita a la Habana en mayo del 2015, inmediatamente después del anuncio del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos. Visita que fue reciprocada ahora por Raúl Castro.

Mientras Venezuela insiste en una tesis cada vez menos creíble, y abiertamente ridiculizada en los medios internacionales, sobre una supuesta conspiración del imperio norteamericano aliado con una también supuesta derecha apátrida criolla como explicación universal a los crecientes males que sufre nuestra gente, Cuba se aprovecha abiertamente del pase de aceptación que le ha dado la administración de Obama para transformar las reglas del juego económico interno y reincorporarse al sistema financiero internacional con ventajas inmensas. Ventajas que quizás debieron ser anticipadas en alguna medida por los sectores más liberales norteamericanos, para no darle una recompensa inmerecida a los dueños de la isla. Las señales van también de modo muy claro en la dirección de que esta apertura económica no vendrá aparejada de una apertura política, ni del cese a la represión a los opositores, ni de la disminución de los mecanismos de control social. En suma, se pretende alcanzar una suerte de quimera mitológica tropical, la China del Caribe.





De más está decir que las cosas le pueden salir muy mal a la oligarquía de los Castro porque la apertura económica inevitablemente tendrá como consecuencia un cierto grado de liberalización de las restricciones políticas y la ampliación del contacto de los cubanos, sujetos a décadas de restricciones, con otros pueblos del mundo. Como exactamente evolucionará este proceso es difícil de anticipar, pero hay actores muy activos y conscientes de la necesidad de avanzar un proceso de apertura política y de no permitir que el restablecimiento de relaciones con los Estados Unidos se convierta en una operación desprovista de contenido para la causa de la democracia y la libertad en la isla. Entre esas organizaciones emergentes está una muy activa, Cuba Decide, que propone la realización de un referendo en esa nación para consultar al pueblo en un abierto desafío a la camisa de fuerza de la constitución que literalmente prohíbe la posibilidad de tener un sistema distinto al comunismo. Un reto importante y cargado de riesgos, pero que sin embargo constituye una iniciativa de alto vuelo.

Mientras todo esto ocurre, la oligarquía chavista languidece sin encontrar un rumbo para conciliar su propia incompetencia y corrupción con las cada vez mayores exigencias de la gente. Cuando fue posible aprovecharse de la rica Venezuela, Cuba lo hizo con gran soltura y desfachatez, pero los tiempos son otros y es tiempo de cambiar nuevamente de ropaje.