Tachirenses tras la pista de medicamentos escasos

Tachirenses tras la pista de medicamentos escasos

En las farmacias se forman colas, pero fluyen porque la mayoría no encuentra lo que busca. (Foto/Carlos Eduardo Ramírez)
En las farmacias se forman colas, pero fluyen porque la mayoría no encuentra lo que busca. (Foto/Carlos Eduardo Ramírez)

 

“Es terrible”, abrevia Carmen Escalante cuando relata lo que significa vivir tras la pista de una caja de quetiapina, principio activo de un medicamento que necesita tomar un familiar suyo. “Llevamos ocho meses buscándola, pero en los últimos tres se ha acentuado muchísimo la escasez”, evalúa, publica La Nación.

Esas búsquedas no solo incluyen la rutina de entrar a preguntar en cuanta farmacia se atraviese por su camino; también significan incorporar la petición a los grupos de WhatsApp a los que Escalante pertenece y rogar el favor a conocidos y familiares en el resto del país. Lo último que consiguieron se los trajo un amigo desde Barinas, ejemplifica.





Cuando en casa no queda ni un comprimido, su familiar se ha visto obligado a dejar de cumplir con este tratamiento antipsicótico, indispensable en casos de trastorno obsesivo-compulsivo. Para una persona con esta condición es un retroceso dejar de consumir la medicina, pero no queda de otra, comenta la habitante de San Cristóbal.

 

Aunque la dosis prescrita es de 300 miligramos, otras veces en las que consiguen de 50 o de 100 han debido sumar varias pastillas hasta alcanzar la indicación médica. Es una “opción B” que los farmacéuticos no recomiendan pero que, a razón del 80% de escasez de medicinas ponderada por ese gremio, se convierte en paliativo.

Un llamado urgente a colaborar con pistas del medicamento lanzó la familia a finales de enero a través de la cuenta de Twitter @dulinese. “Nadie dijo que lo tiene porque es que no se consigue, pero igual la gente retuiteó muchísimo y ayudó a difundir”, comentó Escalante. Es así: hasta 310 réplicas sumó el mensaje, aunque ninguno arrojó alguna coordenada de los comprimidos en el territorio nacional.

Claro que en Cúcuta, capital del vecino departamento colombiano de Norte de Santander, hay existencia del producto. “Nos resultaría imposible mandarla a traer de allá pues, al cambio, una caja equivaldría a unos 50 mil bolívares, los cuales no disponemos”, lamenta la señora.

Al tratamiento de dos años le queda más de medio camino por delante, con la esperanza de que el abastecimiento farmacéutico mejore. “Espero que esta situación cambie pronto, porque la escasez de medicinas es terrible”, reitera Escalante.

Los recintos del “no hay”

Los antipsicóticos están en la larga respuesta de Carmen Gómez cuando se le pregunta cuáles han sido los fármacos más difíciles de conseguir en las primeras semanas de este 2016. “Sin embargo, están fallando más los antibióticos, especialmente los de niños”, prioriza la vendedora en una farmacia de La Concordia.

No es que estén vacíos únicamente los estantes donde deberían ir remedios para condiciones muy específicas o especiales, es que tampoco hay abastecimiento de pastillas tan demandadas como las que quitan un dolor de cabeza o de estómago. Esta realidad se pudo constatar en seis de siete farmacias visitadas en San Cristóbal.

Al establecimiento que atiende Gómez las droguerías han llegado a despacharles apenas una o dos cajas de remedios altamente escasos. Durante la entrevista, la empleada interrumpe cada tanto para leer papeles y decir “no hay”. “Aquí han llegado récipes con 10 medicamentos distintos y les he tenido que decir que no hay ninguno. Ni siquiera genéricos”, evoca, estremecida.

En el Colegio de Farmacéuticos del Táchira apuntan que no se llevan estadísticas de cuántas personas han fallecido porque no cumplen con el tratamiento, cuántas han descontrolado su presión arterial o cuántas no se han recuperado completamente porque no ingirieron un antibiótico a tiempo.

Es frecuente pero, ¿cuántas veces al día un dependiente de farmacia le dice a un cliente las palabras “no hay”? Gómez calcula que lo repite frente a ocho de cada diez consultas. “La escasez está mucho más grave, sin punto de comparación con el año pasado”, coteja la vendedora.

Yajaira Ayala, supervisora en otra farmacia, prioriza los “casos críticos” de los antihipertensivos (no hay de ningún principio activo, de ninguno) y de los anticonceptivos (llegan pero en contadísimas cantidades). Al momento de la conversación allí tampoco había quetiapina, el tratamiento que tanto busca Carmen Escalante para su familiar.

Ya no son cinco o siete, sino 10, 20 y hasta 30 las farmacias del área metropolitana de San Cristóbal que llegan a recorrer quienes sienten en primera persona el drama de vivir tras la pista de los medicamentos escasos. Lo peor: al término del periplo, no las han conseguido.

Redes sociales y radio local:

altavoces de las peticiones

Los nombres de los nuevos grupos de Facebook son un espejo de la realidad farmacéutica del país. Uno que se titula “Solo medicamentos Táchira” ha alcanzado en corto tiempo más de cuatro mil miembros.

Allí María Caicedo ofrece dos tubos de crema dental y un par de máquinas afeitadoras a cambio de un antimicótico o antiinflamatorio que no encuentra en el mercado. O María López pide un kilo de leche o de jabón en polvo en forma de pago a quien necesite el antibiótico y el antianémico que le sobró.

“Envíame el precio”, escribe Marcos Quintero al percatarse de que Oscar Pérez ofrece un tratamiento indicado para la enfermedad de Parkinson. “Solo cambio por jabón, leche o atún”, le responden. Alguno hasta regala al necesitado un termómetro de mercurio. Y otros más tienen el gesto de compartir en cuál farmacia hallaron algo.

Por la radio también se transmite solidaridad. El Banco de Medicinas de Ecos del Torbes es una iniciativa sin fines de lucro que ha tomado cuerpo en los últimos meses. En la sede de la 780 AM, en Casa Radio de Barrio Obrero, verifican que cualquier donación esté apta para consumo y la incluyen en una amplia base de datos disponible en la web de la estación (ecosdeltorbes.net). Los pacientes que requieran algún fármaco deben llevar el récipe médico que lo justifique. Todos se ofrecen en colaboración gratuita.

En Twitter, la cuenta @trafficTACHIRA a veces suma más peticiones de medicamentos que informaciones viales. Los tachirenses piden en 140 caracteres desde soluciones fisiológicas hasta tratamientos para enfermedades crónicas.

En su línea de tiempo se leen mensajes como: “Para paciente en el Seguro Social se necesita Cytotec”, “alguien que sepa en cuál farmacia puedo conseguir Dilantin o Dantoinal y Natrilix AP”, “para mi suegra Allegra de 120, o Célebrex de 200, Diovan o Baltrazan de 160, cualquier información agradezco”, “urgente solución fisiológica 500 para mi abuela de 78 años principio de ACV”.

En comparación con otros trinos, los de motivación médica obtienen más retuits.

6.000

millones de dólares es el monto aproximado de la deuda que el Gobierno mantiene con el sector, de acuerdo con la Federación Farmacéutica de Venezuela (Fefarven). Sin divisas, la industria no puede comprarles insumos a proveedores en el exterior.

2.500

farmacias independientes del país están “en riesgo de desaparición”, según la Cámara Venezolana de Droguerías (Cavedro). Los inventarios, en promedio, no llegan a cinco días. Venezuela es el segundo país con menos farmacias por habitante en América Latina.

404

farmacias hay en el Táchira, según datos del Ministerio de Salud. Más que en Distrito Capital, por ejemplo. El dato implica la existencia de una farmacia por cada 3.087 habitantes del estado, una proporción buena en comparación con otras regiones.

Daniel Pabón